Guillermina Zapata, de 66 años, es madre de cuatro, su segundo hijo es Francisco Reyes Zapata, de 34 años. Con él había hablado de apoyar a las madres de las víctimas de la represión en la marcha de las madres del 30 de mayo de 2018.
En la mañana de ese día, Francisco esperó que su madre se terminara de preparar para salir a trabajar y antes de irse le dio el abrazo del Día de las Madres. Guillermina sintió que esa felicitación era muy triste y le preguntó la razón. «Sentí algo yo en mi corazón, sin saber que a las 5:30 de la tarde mi hijo iba a ser asesinado en la marcha de todas las madres», contó Zapata a Artículo 66.
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Ella se fue a su trabajo y dejó a su hijo en casa. Ese fue el último momento que lo vio con vida. Francisco desde días antes había preparado su camisa negra para ir a la marcha en señal de luto por los asesinados. Ella llegó hasta el sector del centro comercial Metrocentro donde miraba a centenares de personas que llegaban ondeando sus banderas azul y blanco de Nicaragua en solidaridad con las madres que habían perdido a sus hijos por la brutal represión emprendida desde un mes y medio atrás por el Estado.
Entre las 4:30 y 5:00 p.m. Zapata escuchó los balazos y vio que los manifestantes huían hacia donde ella estaba. En ese instante se registraban los primeros disparos contra los jóvenes en el sector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). La madre supo después que un joven al que le decían «Colocho» fue el que sacó a su hijo herido del sitio y lo llevó hasta el Hospital Bautista.
«El 30 de mayo no hay nada que celebrar. A cuatro años del aniversario del asesinato de mi hijo todavía la memoria la tengo viva, no se me borra la imagen cuando a mi hijo lo llevan en la moto ensangrentado. Cada vez que me acuerdo de mi hijo, solo se me viene la imagen de Francisco cuando lo llevan en la moto bañado en sangre. Es algo que te duele, un 30 de mayo, que haya hecho (esa masacre) el Gobierno de Daniel Ortega», aseveró.
La noticia de la muerte de su hijo la escucharon los empleadores de Guillermina por Radio Corporación que informaba en directo la represión de los manifestantes. Eran las 5:30 p.m. y recibió la llamada que cambió su vida. «Los señores habían oído que había un herido de muerte y el herido de muerte era Francisco Javier Reyes Zapata. Cuando yo llamo a la casa me contestó llorando otro de mis hijos, y yo le pregunté por qué lloraba y me contestó que habían llamado del Hospital Bautista que su hermano estaba muerto», detalló. Francisco falleció de un balazo en la cabeza.
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Francisco Reyes Zapata tenía 34 años, era bachiller, estudió un curso de operador de computadora, otro de caja con computación y uno de contabilidad. Trabajaba con su mamá, la acompañaba a vender ropa en el departamento de Rivas. Incluso aprendió el negocio y ya tenía su propia clientela. Era comerciante.
«Dieron la orden de disparar a matar»
Josefa Meza salió de su casa en Managua acompañada de sus dos hijos. Era 30 de mayo de 2018, mismo día que Guillermina y su hijo habían decidido asistir a la marcha que se convocó en solidaridad con las madres de los jóvenes asesinados por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, iniciativa a la que ellos también se habían sumado.
Las víctimas del régimen se comenzaron a contar desde el 18 de abril de ese mismo año. Uno de los hijos de Josefa se llamaba Jonathan Eduardo Morazán Meza.
La mujer nunca esperó que, en una marcha de las madres, la dictadura diera la orden de reprimir a los manifestantes e incrementar la lista de asesinados que pesa sobre ellos.
«Nunca pensamos que la dictadura había mandado la orden de ir con todo, de dar la orden de disparar a matar a todos los muchachos estudiantes. Era una conmemoración en apoyo a las madres y nosotros estábamos ahí presentes», explicó Meza a Artículo 66, cuatro años después de aquel fatídico día que marcó su vida, la de su familia y la de todo un país.
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Jonathan marchaba junto a sus compañeros de la universidad y un grupo de amigas con las que había quedado llegar para apoyar a las madres de las víctimas del régimen. Cuando la marcha aún no terminaba, Josefa estaba en el sector de la Radio Ya, frente a la Universidad Centroamericana (UCA) cuando escuchó las balas en el sector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y con desesperación comenzó a llamar a su hijo por teléfono para que se retiraran del sitio y retornaran a su vivienda. Jonathan no le contestó el celular.
«Hay evidencias de que fue asesinado»
Cuando comenzó el ataque de los paramilitares contra los jóvenes, Josefa no se imaginó que ese día también se convertiría en Madre de Abril. Después de media hora de llamadas al celular de Jonathan por fin contestaron el teléfono, pero no era su hijo. «Mi hijo nunca me respondió. Me respondieron hasta la media hora de la balacera y me respondieron en el Hospital Vivian Pelas, en el área de emergencia y me dijeron que la persona dueña de ese celular estaba herida», relató.
«Yo pregunté dónde había sido la herida y me dijeron que no me podían dar información, que tenía que llegar hasta el hospital para poder saber», continuó. Josefa llamó a su exesposo para que la trasladara al centro hospitalario, llegó al lugar, preguntó por su hijo y ahí le dieron la mala noticia.´
«Mi hijo tenía solo un 10 % de probabilidades de vida. Le habían disparado en la corteza cerebral. Hay evidencias que fue asesinado; y no solo a mi hijo, sino que fueron asesinados otros 18 muchachos. Fue una masacre lo que hizo ese Gobierno. El «vamos con todo», eso fue lo que dio el Gobierno de regalo para el día de las madres a nosotras las madres», dijo.
Sueños truncados
Jonathan Morazán Meza estudiaba diseño gráfico en la Universidad del Valle. Era miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida como los mormones. Tenía 21 años, era un joven con muchos sueños y emprendedor. Su madre comenta que sabía de informática, reparación de celulares y era un muchacho con mucho futuro.
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«Este Gobierno asesino trunca los sueños y más cuando los muchachos son pensantes, que tienen su propio criterio y disiente del Gobierno. Por disentir de las ideas o por el hecho de protestar cívicamente les quitaron la vida, les arrebataron sus vidas. Los asesinaron. Mi hijo era estudiante, no era un delincuente», enfatizó.
Las madres buscan memoria y justicia
La Asociación Madres de Abril (AMA) trabajó en la construcción del «Museo de la Memoria Nicaragua» donde ha recopilado información sobre los casos de todos los asesinados por la dictadura. Josefa señala que, con esta iniciativa «no podrán borrar nunca, ni por mucho feriado que ponga el Gobierno para el 30 de mayo. El 30 de mayo es Día de Luto Nacional y quedó marcado desde el año 2018».
Guillermina Zapata culpa a la pareja dictatorial por la muerte de su hijo, asegura que el régimen tiene una lista de las personas que dispararon contra todos los manifestantes el 30 de mayo de 2018 y son los «que gobiernan este país».
«Nunca se había visto que una dictadura masacrara a tantos en un Día de las Madres. Eso fue con mucha saña y lo hizo la perversa vicedictadora (Rosario Murillo) como regalo y todavía vienen a hacer leyes (para declararlo feriado), eso para los nicaragüenses no es válido. Los nicaragüenses sabemos que están con nosotros porque ellos están bajo represión», afirmó Meza. Ambas madres señalan que continuarán demandando justicia por sus hijos asesinados y por todas las víctimas de la dictadura.