El hijo de la pareja presidencial Laureano Ortega Murillo buscó dialogar con Estados Unidos, por medio del Departamento de Estado, «poco después de la invasión de Rusia a Ucrania» con el tema clave de «alivio de sanciones para la familia» a cambio de la liberación de los presos políticos de Nicaragua, reveló este jueves, 5 de mayo, el diario estadounidense The New York Times.
«Poco después de la invasión rusa a Ucrania, el hijo más destacado del presidente autocrático de Nicaragua, Daniel Ortega, se acercó silenciosamente a Washington para reiniciar el diálogo, según funcionarios y diplomáticos familiarizados con el acercamiento, mientras la administración (Joe) Biden imponía sanciones contra Moscú, uno de los pocos aliados del país centroamericano. El tema clave en su mente: alivio de sanciones para la familia», afirma el diario norteamericano.
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Agregan que «un alto funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos fue enviado a Managua para reunirse con Laureano Ortega en marzo, pero la reunión nunca se llevó a cabo porque los Ortega aparentemente se acobardaron».
«Laureano Ortega, de 40 años, es visto como el hijo predilecto para suceder a su padre, de 76 años, un exlíder revolucionario que, según se dice, tiene problemas de salud», refiere la nota. Los principales generales del régimen y varios de los hijos del dictador, incluido Laureano, han sido sancionados por Washington, así como las empresas ligadas a la familia presidencial acusadas de lavar dinero para el régimen.
Laureano Ortega tenía como objetivo asegurar el alivio de las sanciones para la familia Ortega y su círculo íntimo a cambio de la liberación de los presos políticos, una prioridad para la administración Biden, según funcionarios estadounidenses con conocimiento de las conversaciones.
El diario norteamericano destaca que «el régimen gobernante de Nicaragua se encuentra en un estado financiero precario». Además, a pesar del discurso confrontativo de Ortega en contra de Estados Unidos, la economía de Nicaragua depende en gran medida de la nación norteamericana; ni Rusia, ni Venezuela, ni Cuba figuran entre los cinco principales socios comerciales del país.
El medio también revela que el exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos Arturo McFields tenía conocimiento de este acercamiento antes de renunciar.
«McFields agregó que la familia Ortega y su círculo estaban tambaléandose bajo las sanciones estadounidenses. Los hijos del presidente (Ortega) no pueden vivir la vida cómoda a la que se han acostumbrado, mientras que el dinero necesario para pagar a los paramilitares progubernamentales o expandir la fuerza policial para manejar la creciente disidencia se reduce cada mes, señalaron McFields y un ex alto funcionario estadounidense», indica The New York Times.
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Con Rusia y Venezuela sufriendo sus propias sanciones, Nicaragua no tiene adónde acudir en busca de alivio económico, explicó McFields. En cuanto a los Ortega, dijo que «la familia necesita dinero para mantener contentos a sus compinches, a la Policía y a sus paramilitares porque no tienen nada que ofrecer más que represión».
Un alto funcionario del Departamento de Estado dijo a TNT que no estaba claro si el acercamiento de Laureano Ortega se debió a los temores de que el creciente aislamiento de Rusia afectaría al régimen, al que gran parte de América Latina considera cada vez más como un Estado paria, o si fue producto de la disidencia interna entre la familia y la «vieja guardia».
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«Una conclusión clave de este alcance es que las sanciones a Nicaragua claramente tienen la atención de la familia, probablemente aún más a medida que Estados Unidos aumenta su régimen de sanciones contra Rusia. Esa combinación claramente está golpeando bastante fuerte cuando se trata de personas con información privilegiada del régimen», dijo Dan Restrepo, exasesor de seguridad nacional para América Latina durante la presidencia de Barack Obama al New York Times.