Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, recordó junto a opositores nicaragüenses que asistieron este domingo a su homilía en la Iglesia Santa Agatha en Miami, Estados Unidos, que este 18 de abril Nicaragua conmemora cuatro años de la rebelión cívica iniciada en 2018.
«Mañana es 18 de abril y el martes 19, dos fechas inolvidables, imborrables de la mente y el corazón de los nicaragüenses; en la historia de nuestra patria. No podemos no recordar estas dos fechas donde la vida ha triunfado sobre la muerte, Cristo ha resucitado», expresó el religioso.
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El prelado calificó al 18 y el 19 de abril como «recuerdos dolorosos», pero también como fechas de «esperanza fecunda». «Son recuerdos dolorosos porque muchos de nuestros compatriotas fueron asesinados por la represión de la dictadura —de Daniel Ortega—, soñando con una patria libre».
El obispo recordó que la represión desatada por el régimen de Ortega ha obligado a miles de opositores a huir al exilio, otros heridos y desaparecidos. «Esto es un dolor que no hay que olvidar porque es como un dolor de parto. Nicaragua está dando a luz a una nueva sociedad. En todo parto el alumbramiento es doloroso y el nuevo nacido es Cristo Jesús».
«Abril es un recuerdo que no debemos banalizar»
Báez, que al igual que miles nicaragüenses sufre un exilio forzado debido a la defensa en pro de las víctimas de la represión estatal, enfatizó que este mes «es un recuerdo doloroso que no debemos olvidar y no debemos banalizar».
«Quienes dieron la vida hace cuatro años no estaban jugando, no estaban haciendo juegos politiqueros sucios; estaban soñando en algo grande para toda Nicaragua. No dudaron en exponerse hasta perder la vida» señaló.
En cuanto a los más de 170 presos políticos, monseñor Báez dijo que «quienes están todavía en las cárceles sufriendo las consecuencias, no están jugando; se han expuesto y por eso están allí. Muchos de ellos desaparecidos y que nunca sabremos el nombre».
Resaltó que a consecuencia «del estallido ciudadano», miles de compatriotas tuvieron que irse al exilio para no ser víctimas del régimen de Ortega. «Nadie ha jugado. La vida de muchos nicaragüenses se sacrificó y el país sigue sangrando a causa de ese recuerdo; no lo olvidemos pero no lo banalicemos porque es muy serio», recalcó.
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«El dolor de Nicaragua es un dolor de parto y los que tenemos que asistir al parto somos nosotros, hasta dar a luz una nueva sociedad basada en la justicia y la paz, el respeto a la dignidad, los derechos humanos y la libertad de los ciudadanos. Esto forma parte de la resurrección», remarcó.
Báez concluyó afirmando que pese a todas las situaciones y los recuerdos «dolorosos», abril es una esperanza fuerte, no solo porque tenemos que ver hacia atrás, sino hay que ver hacia adelante, porque abril es un paradigma que no se puede borrar».
«No es una simple fecha en el calendario, sino que es el paradigma con el cual los nicaragüenses podemos reconstruir nuestra patria, porque lo que se dio en abril de 2018, es lo que se tiene que dar todos los días en Nicaragua, porque fueron movimientos autoconvocados; el pueblo demostró que puede ser protagonista de la historia y no necesita de líderes que lo lleven adelante».
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Monseñor Silvio Báez es una de las voces religiosas más críticas de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Su posición en favor de los nicaragüenses lo llevó a ser objeto de asedio, amenazas y persecución, que lo obligaron a salir de Nicaragua, pero sigue demandando justicia y pronunciando homilías proféticas que denuncian las violaciones de derechos humanos y los crímenes del sandinismo.
«Los dolores del pueblo son los dolores de Dios, No olvidemos que la historia no la determinan los poderosos, sino los pueblos en su capacidad de organizarse y soñar», resaltó con aplomo.