La Catedral de Managua estaba concurrida, era la misa crismal del Jueves Santo de 2009, un sacerdote desconocido por la feligresía era presentado como nuevo obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, su nombre es Silvio José Báez Ortega y llegaba al país para apoyar en las labores pastorales al entonces monseñor Leopoldo Brenes Solórzano, arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Managua, Masaya y Carazo.
Con el paso de los años, decenas de homilías, visitas a las comunidades más recónditas y su voz profética, monseñor Báez se ganó el respeto y admiración de la feligresía católica, la oposición nicaragüense y los jóvenes.
El jerarca católico es una de las voces más críticas y disonantes en contra del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, la pareja de dictadores que mantiene secuestrada a Nicaragua desde hace 15 años.
Noticia relacionada: Obispo Báez denuncia “terrible sufrimiento de presos políticos” en Nicaragua
Monseñor Báez ha denunciado en redes sociales, desde el púlpito de la Iglesia y en todo espacio donde hace presencia; las violaciones a los derechos humanos del pueblo nicaragüense que vive bajo una dictadura que cometió crímenes de lesa humanidad, según informes de organismos internacionales.
Desde su llegada a Managua, el nueve de abril de 2009, ha sido un voz profética dentro de la Iglesia nicaragüense y duro crítico de la pareja dictatorial.
La reprimenda a la Juventud Sandinista
En junio de 2013 se registró uno de los encontronazos entre el obispo auxiliar y las turbas de la Juventud Sandinista del régimen orteguista. Báez junto al obispo de Managua llegaron hasta la rotonda de Plaza Inter para conversar con los turberos, dirigidos por Pedro Orozco, que se habían tomado el sitio con altoparlante, camisetas y banderas del FSLN. Horas antes habían golpeado a los ancianos que demandaban una pensión reducida y a los jóvenes que apoyaban sus peticiones.
«En nombre de Dios no creen más tensión, esa música a alto volumen, cuando hay personas sufriendo y muchachos golpeados, no es algo que contribuirá a la paz… Esa música, esas camisetas del Gobierno no están contribuyendo a la paz», afirmo Báez tras ser interrumpido por los turberos al grito «queremos la paz», a como lo hicieron con Juan Pablo II en su primera visita a Nicaragua.
«Seamos serios, aquí no somos tontos, no nos van a engañar, contribuyan a la verdadera tranquilidad o se ponen en contra de la paz», respondió Báez a Orozco.
Obligado al exilio
En 2018 defendió el papel de la juventud en la rebelión cívica y los llamó «la reserva moral» de Nicaragua. Participó como miembro de la Comisión de Mediación en el primer y fallido Diálogo Nacional.
Su destacado papel en defensa de los derechos humanos de los nicaragüenses lo obligó al exilio, una decisión del papa Francisco para resguardar su integridad física.
En ese mismo año fue atacado por las turbas orteguistas en la Basílica Menor de San Sebastián en Carazo cuando fue parte de una delegación de sacerdotes que, junto al Nuncio Apostólico, Waldemar Sommertag, acudieron al llamado de auxilio de un grupo de jóvenes paramédicos que se refugiaron en el templo religioso tras la denominada «Operación limpieza» que consistía en el levantamiento, por las balas, de los tranques.
Al anunciar su exilio, el obispo Báez reveló que el régimen Ortega-Murillo había planificado un atentado en su contra, un hecho que le fue alertado por la Embajada de Estados Unidos en Managua, incluso denunció que varios drones sobrevolaban su residencia.
Sus homilías critican a los gobernantes y defienden al pueblo nicaragüense; esto lo ha llevado a ser blanco de ataques de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Le han montado campañas de desprestigio, memes, videos manipulados, incluso recolectaron firmas para pedir al papa Francisco que lo removiera de su cargo.
El jerarca católico fue ordenado sacerdote en la ciudad de San Ramón, Alajuela, Costa Rica el 15 de enero de 1985. Desde ese año ha desarrollado diversas tareas pastorales en Guatemala, España, México, Argentina, Estados Unidos, Italia y Perú.