En este tercer domingo de cuaresma, monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, llamó a no perder la esperanza y «confiar en Dios» en que pronto saldrán de la esclavitud que viven los países.
En su homilía desde la iglesia Santa Agatha en Miami, Estados Unidos, el religioso recordó la historia de Moisés y la esclavitud que vivió el pueblo Israel, en Egipto.
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Señaló que al igual que él, muchos nicaragüenses han tenido que exiliarse para no ser víctimas de más opresión. «Era un exiliado, como muchos de nosotros. Su celo por su pueblo lo había llevado al destierro», recordó Báez sobre la situación de Moisés.
El jerarca católico dijo que en vez de lamentarse, los ciudadanos deben abrir los ojos «como Moisés (…) y descubramos a Dios, quizás silencioso y discreto, pero siempre presente en nuestra vida y en la historia de nuestro pueblo. La imagen de la zarza ardiente nos recuerda que Dios está presente en lo vacío y lo árido y que todo puede ser transformado por Él. También el fracaso, la crisis, la represión y la injusticia».
En alusión a la represión política que vive Nicaragua a manos del régimen de Ortega, Báez enfatizó que «Dios que se preocupa por quienes son víctimas de la injusticia y de la opresión, vive atento a quienes son maltratados con crueldad inhumana y sufre con quien grita desde su dolor».
Los faraones surgen cuando esclavizan a los pueblos
Comparando a los regímenes totalitarios, monseñor Báez aseveró que «los faraones surgen cuando los poderosos consideran a los pueblos como sus sirvientes y esclavos, cuando sus deseos se vuelven ley, cuando los otros no son más que hombres y mujeres sin valor, que ellos utilizan para alimentar su egoísmo y saciar sus enfermizas ambiciones de riqueza y de poder, sin embargo, la historia bíblica enseña que Dios no tolera a los faraones de la antigüedad ni a los faraones de hoy», explicó.
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Además afirmó que la injusticia y la opresión que sufren los pueblos no son un simple problema social y político, sino un problema religioso. «Es algo que tiene que ver con Dios. Oprimir a los pueblos y quitarles su libertad, como ocurre en algunos de nuestros países, o promover la guerra contra otros pueblos, como hace Rusia hoy contra Ucrania, es algo inhumano, incluso, sacrílego».
«Si Dios fuera neutral ante estas situaciones se convertiría en cómplice. Por eso, los creyentes debemos denunciar y rechazar siempre la injusticia y la violencia y comprometernos para que en la sociedad se respete la dignidad de los seres humanos, que a los ojos de Dios son lo más sagrado que existe sobre la tierra», expresó en su homilía.
Llama a seguir demandando justicia
Pese a los escenarios de violencia y represión a manos de dictadura las dictadura, el obispo llamó a no perder la fe y seguir en defensa de los derechos humanos.
«Dios está misteriosamente presente cuando defendemos a los pobres, cuando exigimos que se libere a los presos políticos, cuando reclamamos que se devuelva la palabra a quien se ha querido callar, cuando se hace justicia a las víctimas del poder opresor. Dios está bajando siempre para devolver a los seres humanos su dignidad y su libertad».
«La zarza ardiente nos recuerda también que Dios no olvida a los pueblos oprimidos y está bajando para liberarlos. La zarza ardiente nos promete que Dios puede, también en nosotros y en nuestros pueblos, devolver la vida a lo reseco y marchito, desencadenar la liberación en medio de la opresión y transformar lo despreciado y débil en belleza y fortaleza», finalizó.