Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, invitó a a feligresía a elevar las oraciones por Ucrania, país que sufre una invasión militar rusa desde finales de febrero; y por los presos políticos «torturados y sometidos a juicios ilegales».
En la homilía de este domingo, 13 de marzo, en la iglesia Santa Ágatha, en Miami, Estados Unidos, el obispo lamentó que la violencia de «regímenes de muerte» se esté imponiendo en el mundo, pero instó a los creyentes a no acostumbrarse a «ver el mal y a la injusticia como algo normal» y ser capaces de afrontar la realidad con la confianza de que Dios no abandona.
Monseñor Báez preguntó «¿estamos rezando por la paz en Ucrania? ¿La guerra en Ucrania se ha vuelto motivo de oración o solo es noticia que nos entristece y nos horroriza?».
En medio de juicios políticos en Nicaragua, continuó cuestionando si «¿estamos sufriendo en la oración el dolor de nuestros presos políticos, torturados cruelmente y sometidos a juicios ilegales?».
«¿Están presentes en nuestra oración el dolor y la angustia, las lágrimas de las víctimas y la incertidumbre de los exiliados? Todo esto debe formar parte de nuestra oración. Orar no es pretender que Dios lo haga todo, sino poner el mundo en sus manos y bajo su mirada amorosa», explicó.
«La irracionalidad, la injusticia y la violencia de regímenes de muerte se imponen en el mundo, vemos a las víctimas sufrir, y parece todos los esfuerzos por lograr cambios pacíficos se vuelven inútiles. Momentos terribles de oscuridad», indicó el líder religioso, añadiendo que, en estos momentos, necesitamos ver la vida y la historia desde otra perspectiva.
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Con base en el evangelio de hoy sobre la Transfiguración del Señor, el obispo Báez dijo que, al igual que los discípulos, también nosotros necesitamos subir al monte. «Tomar distancia por encima de los pantanos del fracaso, de la mediocridad y la desesperanza… los intereses personales o ideológicos que nos hacen rígidos, indiferentes o pesimistas». Y comprender que «la última palabra en la historia no la tiene el dolor, la injusticia, el mal y la muerte».
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Una vez adquirida una nueva visión de la vida se debe continuar con el trabajo cotidiano, las dificultades y el esfuerzo por construir un mundo más justo y humano, «abrir los ojos al dolor humano, sentir en nuestro corazón los sufrimientos y esperanzas de la humanidad y sembrar destellos de luz por todas partes y en todos los corazones», manifestó.
Monseñor Báez resaltó que el escuchar a Jesús «nos recordará que Dios es un Padre bueno en quien podemos confiar, que los demás no son adversarios a quienes silenciar, humillar o aniquilar, sino hermanos a quienes respetar y amar, y que la vida se gana solo perdiéndola por amor».