Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, hizo un llamado a detener los círculos de violencia y muerte en Nicaragua a través del perdón, la reparación del daño causado, la justicia y el bien común.
En su homilía de este domingo, 13 de marzo, monseñor Álvarez, haciendo referencia al evangelio de la Transfiguración de Jesús, declaró que «Nicaragua se transfigurará» si escuchamos a Dios y no endurecemos el corazón.
«Nicaragua debe detener este espiral que quiere arrastrarnos a todos, debe de parar los círculos de violencia y muerte, de parar la indiferencia; debe afanarse por el regreso de los exiliados, dando seguridad a sus vidas y oportunidades de trabajo digno, debe reparar el daño infringido hecho a las personas y sus familias, debemos de perdonar, cuidar de los que sufren, enfermos, olvidados, marginados, presos, exiliados, perseguidos», dijo el obispo en la Iglesia Catedral San Pedro de Matagalpa.

Nicaragua, bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, enfrenta una crisis sociopolítica y económica agudizada desde la represión gubernamental en 2018, con presos políticos, juicios ilegales, éxodo de nicaragüenses, cacería de voces críticas, en medio de la pobreza.
«No es desconocido que nuestro país ha venido cargando destrucción, violencia y luto por muchos tiempos. Se han impuesto los que a través de la fuerza han oprimido a los más débiles. No es solo una historia reciente, ha sido una espiral de violencia», manifestó el líder religioso.
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Deploró que «están aquellos que ávidos de poder y riquezas no les ha importado explotar y pisotear la dignidad de sus semejantes; están los chantajistas que tienen sometidas a sus víctimas, sabrá Dios por qué causa; están los que, en todos los niveles, en todas las esferas, se niegan a servir si no es que consiguen algún usufructo, alguna ganancia o un pago extra. Están los que esperan el momento oportuno para albergar su venganza, albergando cada vez y más odio en los corazones».
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Añadió que «están los que no se comprometen con la vida y pensando que pueden tomar la vida de los otros sin consecuencias abortan, asesinan con un arma o a través de la eutanasia. (Y) están los apáticos que- sin importar las consecuencias adversas del hermano, el hambre, la pobreza, la falta de trabajo, la enfermedad, el luto- pasan desapercibidos y desorientados de la realidad, importándoles solamente lo que hay en su haber y antojadizo querer».
Pero también, dijo monseñor Álvarez, «están los que se detienen ante la voz de Dios que anuncia: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”, y atienden la voz de la madre que pide: “Hagan lo que Él les diga”».

Instó a ser custodios de la vida, del bien común, la justicia y defensa de los derechos y libertades con la esperanza en un futuro mejor. «Esta es nuestra doctrina social, es lo que queremos, lo que necesitamos, esto será nuestro esfuerzo de transformación (…) Esta no es una ilusión ni una utopía irrealizable. La transfiguración de Jesús también debe ser nuestra propia transfiguración personal y social», manifestó el jerarca católico.
«Esta es nuestra única salida, escuchemos Su voz y no endurezcamos el corazón. Nicaragua exige ser reparada, rehecha, renovada. Si como pueblo, de corazón, nos volvemos a Dios, Nicaragua será transfigurada», resaltó monseñor.