El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, podría aprovechar un tercer intento de diálogo nacional para ganar tiempo en el poder y buscar el levantamiento de las sanciones, mientras «juega con los sentimientos» de los familiares de los presos políticos, señaló el sociólogo y analista político, Oscar René Vargas.
Ortega anunció a inicios de 2021 su interés de un acuerdo o diálogo nacional después de las cuestionadas elecciones generales, efectuadas en noviembre de 2021. Dejando en claro, luego, que no se sentará con la oposición, a la que tilda de «vendepatria». Tras las votaciones, la comunidad internacional reaccionó calificándolas de ilegítimas y llamando a la dictadura a iniciar un diálogo nacional para superar la crisis en Nicaragua.
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Con más de 170 presos políticos, un grupo de familiares de 27 rehenes hizo un llamado «a los gobernantes y a las fuerzas vivas de la nación, así como a nuestra Iglesia para que encabecen y apoyen un proceso de unificación ciudadana, dispuestos a construir puentes; dispuestos a escucharnos los unos a los otros para así comenzar a desarmar la desconfianza mutua que por siglos nos ha dividido». Al pronunciamiento se han sumado otras 33 familias de presos políticos y organizaciones políticas.
A través de un comunicado oficial, el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), con César Zamora al frente, afirmó que el diálogo con el régimen es la única vía para que sean liberados los presos políticos. El Cosep estaría interesado en lograr el excarcelamiento de los líderes de la gremial, Michael Healy- a quien sustituyó-, Álvaro Vargas y José Adán Aguerri, expresidente de la patronal.
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Ortega «ha logrado dividir a la opinión pública porque hay sectores de los familiares de los presos políticos, empresa privada y de jóvenes que se han pronunicado a favor del diálogo», manifestó Vargas a Artículo 66.
El analista indicó que lograr un diálogo con los diferentes sectores del país es la «única salida» de Ortega para obtener una «legitimidad transitoria» porque no va a resolver el problema fundamental del país como la desigualdad social y económica, la pobreza y el desempleo.
Además, cuestionó si a través de este diálogo la dictadura va a cumplir con la desarticulación de los paramilitares, el fin de de la represión, y el regreso de los exiliados regresen con garantías, entre otras demandas de la población.
«Va a prometer elecciones municipales en noviembre 2022 que vayan a ser “transparentes” (y) esa va a ser la trampa con el objetivo de ganar tiempo y legitimarse para negociar el levantamiento de las sanciones», sostuvo.
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En esta estrategia de la dictadura, Ortega se burlará de los familiares y fraccionará aún más a la oposición. «Es una cortina de humo que no va a resolver el problema del país ni el problema de los mismos presos que va a soltar porque yo pienso que Ortega va a soltar a algunos y no soltar a otros para dividir a este sector importante».
El escenario político internacional le está favoreciendo al régimen, el que dejó de ser prioridad para la comunidad internacional por la crisis en Ucrania, la situación con Taiwán, el nuevo Gobierno de Honduras, el desacuerdo entre el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y Estados Unidos con el tema del bitcoin; la parálisis en Costa Rica por las elecciones generales, el fenómeno de la migración, la situación entre Estados Unidos frente a Rusia; y Ortega añade el diálogo como parte de una «mejora más de legitimidad en el poder».
Vargas señaló que la solución a la crisis en Nicaragua pasa por la unificación de los sectores y la creación de una estrategia, un contrapoder, que la población encuentre como vía para derrotar la dictadura.
«Ortega gana una batalla, pero no la guerra política. Esto es un reto para buscar una alternativa», dijo el también historiador.