En su mensaje de fin de año, el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, llamó al pueblo nicaragüense a esforzarse para hacer del año 2022 un tiempo de mejor convivencia y fraternidad.
«Mis buenos hijos, estamos concluyendo un año más de nuestra historia personal y humana y un tiempo hermoso como es el tiempo de la Navidad, un tiempo grande en fe para cada uno de nosotros, pues conmemoramos el nacimiento del Dios hecho niño», expreso el arzobispo.
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En referencia a todo lo vivido en este año, Brenes exhortó a que «nuestra mirada a los pasados meses tiene que ser para corregir los errores cometidos y fortalecer nuestros mejores sentimientos vividos».
«En la noche santa del 31 de diciembre, en un momento de recogimiento y oración ante el pesebre, contemplemos al Dios hecho niños, mirémosle y postrémonos ante él y sintamos en su tierna mirada su mensaje: mi Padre les ama intensamente, siéntanse infinitamente amados por él, no lo duden y ámense los unos a los otros», agregó.
Basándose en la historia del nacimiento de Jesucristo, Brenes enseñó que «en el pesebre unámonos a los pastores, hombres humildes y sencillos que no tuvieron problema en prestarse ante el niño, contemplarlo y adorarlo. En el pesebre unámonos a los reyes magos que como peregrinos, guiados por la estrella, vencieron dificultades hasta llegar ante aquel niño y dejando a un lado su estatus se postraron y le ofrecieron sus dones».
El mensaje del jerarca católico llega en un año donde el régimen de Daniel Ortega arremetió contra la Iglesia católica en Nicaragua, tildándolos de asesinos, demonios y «ejecutores» del supuesto intento de golpe de Estado en las protestas sociales del 2018.
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Desde el 2018, Daniel Ortega ha mantenido distancia con los líderes católicos, luego que los jerarcas defendieran los derechos de decenas de personas que protestaron conta su régimen.
Antes de las elecciones presidenciales del siete de noviembre, la iglesia católica afirmó que no existían condiciones para un proceso donde el mismo dictador Daniel Ortega se declaró ganador, luego de encerrar a siete aspirantes presidenciales que se disponían a disputarle el poder.