Persecución, asedio y amenazas de cárcel por parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo obligaron a la exrea política Ana Gabriela Nicaragua López a abandonar Nicaragua y solicitar asilo político en Estados Unidos. Sin embargo, su travesía estuvo marcada por varias complicaciones, como el secuestro sufrido en México por un cartel delincuencial.
Después de ser víctima de torturas psicológicas y presenciar agresiones físicas a otros ciudadanos secuestrados, Nicaragua López, su pareja, el hijo menor de esta y otros seis nicaragüenses, además de dos hondureños que estaban raptados; fueron liberados el 18 de noviembre por los miembros del cartel.
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El 25 de noviembre, Nicaragua llegó a Estados Unidos y solicitó asilo político. Actualmente está en un albergue, ubicado en El Paso, Texas; el Gobierno de Joe Biden permitió que lleve su proceso en libertad. La noche de este martes, 30 de noviembre, saldrá rumbo a Chicago.
«A las nueve de la noche tomaré el vuelo para salir de aquí. Al final valió la pena pasar tantas situaciones, porque, a como lo dije a las autoridades de Migración de Estados Unidos: a Nicaragua no puedo regresar, porque me espera la cárcel», relató la joven opositora.
Crónica de un viaje lleno atropellos
Artículo 66 conversó con la exrea política, originaria de Managua, quien narró «la odisea» que tuvo que pasar para poder salir de Nicaragua. Aquí contamos su historia.
«Salí el tres de noviembre de Managua; en la noche del mismo día llegué a Somoto, al día siguiente —cuatro de noviembre— llegué al puesto fronterizo de El Espino. De allí comienza mi travesía por Honduras, recorrimos todo Honduras; nos quedamos cuatro días en ese país», relata Nicaragua López.
Luego de Honduras, la exrea de la dictadura llegó en horas de la noche a Guatemala, posterior cruzaron a México, tuvieron que recorrer Chiapas, antes de ubicarse en Villahermosa, ciudad capital del Estado de Tabasco; en el sureste de México.
Sin embargo, Nicaragua López cuenta que el trayecto para llegar a Estados unidos se vio truncado cuando el 14 de noviembre, una banda delincuencial, autollamada el cartel «Juárez Nueva Generación» los interceptó y secuestró.
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«Un grupo armado nos detuvo, nos bajaron del vehículo en que viajábamos y nos subieron a otro; nos metieron a una bodega. Primeramente llegué yo, mi pareja y el niño. Los sujetos nos dijeron que no nos iba a pasar nada; estaban súper armados, con pasamontañas, chalecos antibalas, con cascos y en sus vestimentas portaban el emblema de México», describió.
Testigos de torturas
La joven opositora narró las situaciones sufridas a manos del cartel delincuencial, quien en su presencia torturaron a otras personas y amenazaban que los próximos serían ellos si no reunían cinco mil dólares por persona para poderlos liberar.
«Los hombres armados nos decían que no nos preocupáramos, que no nos iba a pasar nada, pero luego vimos que llevaban a un muchacho del cuello. Desde allí supimos que las cosas no estaban bien; nosotros no queríamos aceptar la realidad de que ya estábamos secuestrados», recordó.
«Nos metieron a otra bodega, desde allí vimos cómo golpeaban al muchacho brutalmente, le quebraban palos en su cuerpo. El joven estaba esposado con las manos hacia atrás. Al día siguiente, por la mañana, llegaron con otra persona (desconozco quién era); solo supieron decir que era un ladrón, lo torturaron igual que al otro, a diferencia que a ese lo mataron», denunció Nicaragua López.
Agregó que al sujeto desconocido para ella, le cortaron todos los dedos de la mano, «lo hicieron tucos. Es traumatizante ver cómo —los delincuentes— gozan cuando matan a la gente. Por una hendija podía ver cómo se reían, se escuchaban risas y había olor a marihuana. El charco (de sangre) del hombre que mataron llegaba hasta donde estábamos nosotros, los niños que estaban con nosotros escuchaban todo».
Luego de varias horas encerradas en la bodega, Ana Gabriela cuenta que los secuestradores metieron a otras siete personas. «Éramos 11 en total, la mayoría mujeres, solo tres varones, incluyendo al muchacho que estaban torturando, pero que gracias a Dios sobrevivió».
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Según relata la exrea política, los delincuentes armados entraron exigiendo que todos los secuestrados entregaran sus pertenencias. «Nos volvían a decir que estuviéramos tranquilos, que no iba a pasar nada malo, pero ¿Cómo querían que estuviéramos tranquilos si por otro lado estaban torturando a un hombre? Un sujeto llegó con uno de los dedos del joven asesinado y decía que no tuviéramos miedo, que al que mataron fue porque era delincuente».
Cinco mil dólares por su liberación
Luego de dos días de secuestro, los delincuentes permitieron que Ana Gabriel Nicaragua y los otros ciudadanos secuestrados hicieran una llamada telefónica para pedir el rescate.
«Yo no tenía ni un peso para pagar el rescate, los sujetos pedían un millón de pesos mexicanos por todo el grupo, que en dólares son como 50 mil dólares. Nos amenazaban de no dejarnos ir si no pagábamos, no podíamos dar detalles del secuestro», mencionó.
Con el fin de no preocupar a su familia en Nicaragua, Nicaragua López se comunicó con Yaritza Rostrán, integrante de la Organización de Presas y Presos Políticos Nicaragüense (UPPN), a quien le comunicó la situación.
«Yaritza (Rostrán) me pedía explicaciones, pero yo entre lágrimas y mucho miedo le decía que no me preguntara nada más, que solo consiguiera cinco mil dólares que pedían solo por mí. Yo sabía que con lo que le dije, mi amiga no iba a hacer mucho porque no era tan creíble, pero es que si decía detalles nos golpeaban, solo podía decirle: “¡Por favor ayúdame! ¡Tengo miedo!”», subrayó emocionada.
Luego de cinco días de encierro, Ana Gabriela Nicaragua refirió que los seis nicaragüenses que estaban secuestrados junto a ella pudieron reunir el dinero, sin embargo, ella, el menor y su pareja no tenían ni un peso, pero «gracias a Dios, los familiares de mi pareja y la organización pudieron reunir algo de dinero Luego de cinco días, nos liberaron en horas de la mañana del 18 de noviembre».
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«Fue traumático la situación que vivimos a tal punto que el niño de mi pareja no puede escuchar a una persona con acento mexicano porque le da temor, a mí con solo narrarlo me da escalofrío. Gracias a Dios misericordioso estamos a salvo, buscando cómo salir adelante, esperando obtener asilo en Estados Unidos, porque en realidad en Nicaragua no podemos vivir, porque nuestras vidas corren peligro» , concluyó la exrehén del régimen orteguista.
Nicaragua López espera que sean las nueve de la noche de este martes para llegar al estado de Chicago donde los esperan otras personas que los albergarán. «Aún recuerdo el olor a sangre de la persona que torturaron y mataron, fue algo muy escalofriante, espero poder salir adelante».
Ana Gabriela Nicaragua estuvo cinco meses detenida arbitrariamente por la justicia orteguista. Tras ser excarcelada, las amenazas y asedio por parte del régimen de Daniel Ortega no cesaron, lo que la obligó a abandonar el país.