La laureada escritora nicaragüense Gioconda Belli reaccionó ante los ataques lanzados por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra el Gobierno de España, a la que han enviado cartas, supuestamente diplomáticas pero que en realidad han sido insultos lo que que, según la poetisa, el pueblo de Nicaragua no suscribe y más bien se avergüenza del comportamiento de los dictadores que se creen reyes, dueños de la vida y destino de la población aún violando las propias leyes nacionales.
Belli se refirió a las cartas oficiales enviadas por la Cancillería de Nicaragua al Gobierno de España. Mediante una nota de opinión publicada en la revista digital Confidencial, la reconocida novelista asume los comunicados contra la administración de Pedro Sánchez como «desplantes» de Murillo ante un país que ha sido solidario en las buenas y en las malas. Resaltó que la nación europea no está interfiriendo en la política interna de Nicaragua, sino que está «abogando por la democracia y los derechos humanos, dos valores supranacionales en la comunidad de naciones».
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«La señora (Rosario) Murillo le enrostra a España sus problemas internos, como si estos la descalificaran para implorar e intentar incidir en el bienestar de un país con el que ha tenido vínculos culturales profundos desde Rubén Darío hasta nuestros días. España no está interfiriendo; está abogando por la democracia y los Derechos Humanos, dos valores supranacionales en la comunidad de naciones», dice parte del artículo de opinión de la escritora Belli.
Asimismo, le recuerda a los Ortega-Murillo que España como muchos países europeos reconocen su pasado expansionista por el que han pagado un alto precio y han aprendido de ello.

«Ciertamente que los colonizadores españoles fueron crueles y sanguinarios, como lo fueron los colonizadores belgas, alemanes, ingleses, franceses y de otros países asiáticos. Europa pagó en la I y II Guerra Mundial y otras luchas de independencia, un alto precio por sus aventuras coloniales y su expansionismo imperial. Sus mismas batallas los llevaron a la conclusión de que la democracia y los derechos humanos debían ser condiciones esenciales de la paz y la existencia civilizada de las naciones. Europa ha logrado avances muy significativos en esa dirección. De manera que la pretensión de que sus naciones estén inhabilitados para hacer demandas y críticas a gobiernos que en el presente fallan y desdicen de su condición de gobernantes, surge de una visión que solo pretende levantar una cortina de humo demagógica para ocultar sus arbitrariedades», remarca.
No obstante, de acuerdo con la opinión de la escritora, si en Nicaragua destaca alguna herencia nefasta dejada por la colonia, «fue precisamente el caudillismo, la fe en el “soberano” u “hombre fuerte” como jefe inefable e infalible, al que se le debe obediencia, lealtad y admiración».
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Y agrega que «los pueblos hemos sufrido dictaduras y salvajismos modernos nacionales que bien se comparan con los de la colonia. Centroamérica, en el próximo bicentenario, solo tendrá un país que pueda celebrar auténticamente la Independencia; ese país es Costa Rica. Los demás no hemos cesado de ser azotados por malos gobiernos o por intentos de cambio que han sido frustrados por los mismos que intentaron llevarlos a cabo».
¿Llamar a consulta a un embajador?. Foto: Confidencial.
Belli apunta que si Murillo enumera problemas de la política española, «que ella lee como mejor le parece y califica con su acostumbrada retórica de acumulación caótica de adjetivos e insultos» y se cree conocer los problemas de España es porque sus ciudadanos tienen libertad para expresarse y sus periodistas son agentes activos en su tarea de supervisar y cuestionar el poder desde la llanura», algo que no ocurre en Nicaragua donde la oposición política y la prensa independiente es perseguida y reprimida.
Actualmente, la dictadura mantiene en las cárceles como presos de conciencia por lo menos a 140 ciudadanos, de ellos más de 30 son activistas opositores, precandidatos presidenciales, empresarios y un periodista que han sido capturados arbitrariamente los últimos tres meses y acusados de traición a la patria o lavado de dinero porque son críticos al régimen. Además, como parte de la persecución contra el periodismo independiente, por tercera vez la dictadura retiene la materia prima del diario la Prensa que a partir de este jueves, 12 de agosto, se vio obligado a cancelar por tiempo indefinido su publicación impresa.
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Ante los señalamientos de la supuesta falta de democracia en el Estado español hechas por Murillo a través de dos cartas enviadas por medio de la Cancillería nicaragüense, Belli insiste que «España respeta el derecho de los españoles a disentir, a participar en política y los problemas con Cataluña, que son complejos para los mismos españoles, no se pueden juzgar de forma maniquea. Y si el gobierno falla debe, o enmendar sus fallas o someterse al juicio de su Parlamento o a los votos de sus ciudadanos; votos contados por poderes independientes en procesos transparentes y supervisados».
«La señora Murillo podría achacarle a cualquier país del mundo su pasado o su presente, pero no puede arrogarse el estatus de país soberano, porque en Nicaragua ella y su marido, se han encargado de que volvamos a ser una colonia donde ambos actúan como reyes, dueños de las vidas y destinos de los nicaragüenses, por encima de la propia Constitución, las leyes y hasta las normas de respeto a los Derechos Humanos del país. Nicaragua es firmante de tratados y compromisos que la obligan a someterse a reglas de convivencia pacífica aceptadas en la comunidad de naciones. Es sobre esto que se les está llamando a responder», alza su voz Belli.
La poetisa cierra su nota con un contundente señalamiento: «Rosario Murillo y Daniel Ortega no cesan de avergonzarnos ante el mundo con su comportamiento de adolescentes y sus rabietas públicas. No me equivoco al decir que la mayoría de nicaragüenses no suscribimos esos altisonantes e insultantes comunicados “oficiales” de una Nicaragua que, para el pueblo del que emana la soberanía, ha dejado de ser soberana, y sufre bajo estos colonizadores criollos».