Doña Guillermina Mercedes Zapata no recuerda con exactitud cuándo se convirtió en la voz de su hijo asesinado. «De repente mandaron unos mensajes (al teléfono celular) y me dice mi hijo grande, el mayor, mamá te están llamando de la Asociación de las Madres de Abril si te querés integrar». Desde ese momento, una camiseta negra con una M en forma de corazón, color azul, la acompaña cada 30 de mayo, antes y después.
Una mujer morena, vital, de sonrisa amplia y suave hablar, nos abre el portón que da al jardín delantero y nos invita a entrar a su sala; hace una pausa para mostrarnos con orgullo la nueva puerta de madera de la entrada principal: «gracias a Dios le cumplió a Francisco», el segundo de sus cuatro hijos, que el Día de las Madres nicaragüenses de 2018 le prometió que comprarían una nueva puerta para evitar los robos, en lo que sería el último día que lo vería con vida.
«Francisco tenía 34 años, era amable, cariñoso, servicial, me apoyaba, íbamos de compras, a la iglesia, era mi brazo derecho», dice mientras sonríe. Francisco Javier «el zurdo» Reyes Zapata, era bachiller en computación y comerciante, como su mamá. Hijo de un padre policía y amante del fútbol.
Esa mañana también le preguntó a doña Mercedes «¿mamá vamos a sacar la cocina? No hijo- contestó- hasta que regresemos. Y en la noche, sin saber, que a Javier lo iba a traer en una caja». Lo asesinaron en la llamada «la madre de todas las marchas», una histórica e inmensa manifestación que cubrió de azul y blanco Managua y se reprodujo en otros departamentos en solidaridad con las madres de los primeros asesinados, y que terminó con olor a muerte.
«Durante la represión que realizó la Policía con personas de civil en el sector de ingreso a la UNI (Universidad de Ingeniería), un letal disparo de arma de fuego, proveniente del sector desde donde se reprimía la protesta, impactó en su cabeza. Esto sucedió poco antes de las 17:30 horas. Mientras sus compañeros intentaban trasladarlo urgentemente para que recibiera atención médica, su cuerpo –visiblemente lastimado- se desvanecía. Llegó sin vida al Hospital Bautista», dice el informe de la Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
«Mi vida cambió porque cuando no tenés a un ser querido, tu vida se apaga, sentís por dentro el gran vacío que te queda», señala Mercedes, mientras toma un respiro para ganar fuerzas y continuar el relato.
«Cuando ya estamos reunidas todas las madres (de AMA) y contando los testimonios de todas, sentís como una gran alivio de oír el testimonio de todas las mamás, como compartimos ese dolor unidas y llorando». Pero no basta, este 30 de mayo, compró chimbombas negras para soltarlas durante el acto de conmemoración de los tres años de la masacre, organizado por centenares de madres y familiares que perdieron un ser querido durante la represión de la dictadura de Daniel Ortega en 2018.
Doña Mercedes ya cumplió una parte de su promesa a su hijo, no con palabras, sino con hechos; pero siente que la oposición no hace lo mismo.
«Lo primero que yo pido a la oposición es que se unan porque divididos no vamos a poder ganar, como el tiempo de doña Violeta Chamorro que ganó porque no iban divididos los votos. Pero ¡y hay! ahora nos da decepción ¿por quién vamos a votar? ¿por quién?», cuestionó.
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A pesar del desencanto con los políticos, su corazonada de madre le dice que «sí va a haber justicia porque no estamos solas, el mundo entero se dio cuenta de la masacre del 30 de mayo. La justicia sí tiene que llegar y yo confío en Dios que la justicia les llegará tarde que temprano, pero les va a llegar».
En el brillo de los ojos café de Tamara Morazán también se refleja su esperanza. «¿Ha valido la pena?», se pregunta, tras una breve pausa dice «yo creo que sí porque haber conocido a mujeres tan valientes, aguerridas, yo como activista feminista siento gran admiración de AMA, de las mujeres a cargo para salir y crear una ruta de justicia y no callarse». Así contesta la hermana de Jonathan Morazán, quien un día se vio liderando la asociación.
«Jonathan Eduardo Morazán Meza fue asesinado a los 21 años, estudiaba diseño gráfico en la Universidad del Valle y pertenecía a la Iglesia Mormona Jesucristo de los Últimos Días, en Managua. Empezó a participar en las protestas a partir de los hechos vinculados con la Reserva Indio- Maíz. Poco antes de las 17:30 horas, durante la represión desplegada contra los manifestantes por parte de policías uniformados y personas de civil que actuaron junto con ellos, recibió un disparo de arma de fuego que impactó en su cabeza. Jonathan fue llevado en motocicleta por manifestantes hasta una ambulancia que lo trasladó, junto a Daniel Josías Reyes Rivera, al Hospital Vivian Pellas, donde fue derivado al sector de cuidados intensivos. Permaneció dos días internado y falleció el 1 de junio de 2018, a las 10:05 horas, tras haber sido sometido a diversas intervenciones quirúrgicas. Luego de su muerte, la familia decidió llevarse el cuerpo para darle sepultura, rechazando por escrito su traslado hacia el Instituto de Medicina Legal».
«Creo que tolerás este dolor porque seguís luchando. Desde darte una entrevista y que conozcás de Jonathan y cómo fueron las cosas es darle voz a ellos», dijo Tamara al llorar por tercera o cuarta ocasión. Sacó una camiseta negra de su bolso para enjugarse las lágrimas; la sorprendió un prendedor con la imagen de Jonathan sujeto a la camiseta.«¡Ay mirá! (sonrió) este era Jonathan. Te la regalo, tenemos un montón».
Tamara junto a Josefa Meza, madre de Jonathan, han sido bastión de la lucha para llevar el mensaje del joven a nivel nacional e internacional. «El Estado de Nicaragua todavía sigue revictimizándonos después de las muertes de nuestros familiares. Mayo sigue siendo el mismo mayo de 2018».
«Nosotros (los familiares de las víctimas) estamos muy claros de los procesos. Hemos venido trabajando por tres años, no hemos estado en una esquina llorando, hemos estado capacitándonos, conociendo sobre la justicia transicional, hemos estado preparando nuestros casos y nos hemos estado fortaleciendo emocionalmente, porque sabemos que nuestra lucha no es una lucha a corto plazo, ni a mediano, no es algo que lo sepamos y estamos dispuestas a recorrer ese camino hasta obtener la justicia. Cuando hablamos de tener fe, tendría que decirte que “sí, completamente” porque lucho todos los días, resisto y lo hacemos y trabajamos porque creemos que lo vamos a lograr», añadió Morazán, quien subraya que esta lucha por salir de la dictadura no debe ser «romantizada» como la revolución sandinista.
Como una joven que proviene de familia sandinista sostiene que, «aunque duela reconocerlo, están para crear cambios» y la lucha de abril no se la debe adjudicar ningún partido político.
Escuchar cada historia es duro. Hay que “vestirse” de fortaleza, colocarse una “coraza” o arrancarse el corazón para no sentir. Las palabras de doña Yadira Córdoba, madre de Orlando Daniel Aguirre Córdoba, aún resuenan en el estudio de un medio de comunicación costarricense, donde denunció entre lágrimas la impunidad y exigió a la oposición nicaragüense escucharlas.
«Yo no duermo, me despierto en la madrugada porque también tengo hijos en Nicaragua y yo quiero regresar a Nicaragua, quiero regresar con mis hijos, quiero ponerle flores (a la tumba) de mi hijo ¡Él (Orlandito) va a cumplir tres años de asesinado y ningún año he ido a ponerle una flor!», dijo doña Yadira, quien se encuentra exiliada en Costa Rica.
«Orlando Daniel, “Orlandito”, de 15 años, cursaba el sexto grado de la escuela primaria. Sus pasatiempos eran jugar el fútbol y tocar la batería en la iglesia que frecuentaba. El 30 de mayo de 2018, asistió con sus amigos a la Marcha de las Madres en apoyo a las mujeres que perdieron sus hijos en el contexto de las protestas. En el marco de los incidentes que se generaron en la zona próxima al Estadio Nacional Dennis Martínez y a la UNI, aproximadamente a las 16:00 horas recibió un disparo en el tórax: “¡Me dieron, me dieron!”, exclamó. Relatos atribuyen la muerte de la víctima a la acción de francotiradores, lo que resulta concordante con otros diversos elementos de información que avalan esa hipótesis. Fue trasladado en moto por otros manifestantes hacia el Hospital Vélez Paiz, donde falleció a las 18:30 horas aproximadamente. Sus familiares retiraron el cuerpo del hospital, luego de consentir por escrito que sus restos no fueran llevados al Instituto de Medicina Legal».
Vestida con una camiseta con los rostros de los jóvenes asesinados, un cubrebocas con la foto de su hijo y llevando en mano un bouquet de flores moradas, la madre de «Orlandito» dice «no tenemos nada que celebrar, tengo que conmemorar la muerte de mi hijo y de todititos los asesinados. La llama de mayo está viva en mí y todos los meses que están saliendo personas asesinadas, están en mí».
«Sí puede caer (la dictadura) si los que anda aspirando a un puesto político se unieran al dolor de las madres, para mí en lo particular, creo que no se deben prestar al juego del circo electoral. Creo que la Carta Democrática (de la OEA) tendría que llegar a nuestro país, que haya un gobierno de transición interino, pero que lo elijamos el pueblo, no por dedo o conveniencia porque aquí, en todo este proceso sociopolítico, las que llevamos la peor parte somos las madres».
«No están viendo nuestro dolor ¡No lo miran! No podría haber una boleta con esos asesinos ahí, no pueden haber unas elecciones con los asesinos dentro del proceso electoral, se lo digo con toda mi alma porque esos asesinos no tienen que estar haciendo nada en Nicaragua, mucho menos en las elecciones… ¡somos las únicas que hemos pagado bien caro!», dijo en llanto.
Doña Candelaria Díaz, madre de Carlos Manuel Díaz Vásquez, suelta sus lágrimas cuando recuerda el momento que el Gobierno le ofreció darle ayuda psicólogica, tras el asesinato de su hijo. «¡Yo no estoy loca, yo se cómo fueron las cosas!», les reclamó. Carlos Díaz tenía 28 años, era originario de Monimbó (Masaya) y trabajaba en la zona franca. Padre de una niña de 6 años y de otra de 6 meses de edad.
«La madrugada del día 31 de mayo Carlos Manuel fue trasladado por la Cruz Roja al Hospital Humberto Alvarado, donde llegó sin vida a las 00:15 horas. Tenía un impacto por arma de fuego en el tórax. Si bien la Policía Nacional emitió una nota de prensa en la que señaló que la víctima murió esa noche cuando “sujetos encapuchados” atacaron las instalaciones policiales y otros establecimientos y comercios en el Parque Central, en declaraciones brindadas a medios de prensa su madre indicó que Carlos Manuel se encontraba en el Parque Central donde se había quedado dormido antes del inicio de los incidentes; y, al despertar, aproximadamente a las 23:30 horas del 30 de mayo, habría sido herido por un francotirador. Recibió atención inmediata en un puesto médico improvisado en “La Placita” de Monimbó, hasta donde fue llevado por jóvenes manifestantes».
Doña Candelaria mantiene presente el espíritu guerrero de sus ancestros, y en medio del dolor sostiene que «nadie más que el gobierno es el culpable de haber matado a su hijo». «Lamentablemente solo tuve dos hijos, fui madre soltera toda la vida, yo luché por ellos toda la vida, solo con la ayuda de mi mamá que me ayudó a criarlos. Yo se que Dios va a permitir que este gobierno tiene que salir a como de lugar; (en un futuro) va haber investigación y al abrir donde está enterrado (mi hijo), ese proyectil ahí está (de prueba)», dijo a un medio televisivo.
«El gobierno jamás va a permitir que hagamos una protesta, pero siempre seguimos en pie de lucha. Yo invito a todas las madres que perdimos a nuestros hijos que no nos detengamos y sigamos adelante», finalizó, asegurando que está lista para participar en una misa en honor a los asesinados de Masaya este 30 de mayo, a pesar de la represión de la Policía y parapolicías del régimen de Daniel Ortega.
«Solo entre el 18 de abril y el 30 de mayo de 2018, el GIEI (Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes) registró al menos 109 personas muertas vinculadas al contexto, más de 1400 heridos y más de 690 detenidos. De las 109 muertes analizadas por el GIEI, 95 de ellas se produjeron por disparos de armas de fuego, todos con impacto en cráneo, cuello y tórax. Tal como surge de los eventos narrados en el informe y de la información disponible sobre cada una de las víctimas, la gran mayoría de las muertes por disparo de arma de fuego ocurrieron en acciones de represión llevadas a cabo por la Policía Nacional y los grupos paraestatales», señala el informe. El Día de las Madres fueron asesinados 19 manifestantes y más de doscientos resultaron heridos.
Que se cree, se forme la coalición de los que se oponen al regimen Ortega Murillo-fsln. Les une que reclaman un cambio de gobierno, les une una sed de justicia. No se enfoquen en las diferencias sino en los dones de servicio. Elijan un candidato o candidata que exprese la necesidad de este cambio, que pueda reflejar con el espejo del amor hacia el odio de las agencias de propaganda del gobierno; señalar la incompetencia del regimen en las areas de educación, sistema judicial, prensa, seguridad, libertad ciudadana y economía.