El cantante y predicador evangélico Danny Berríos violó el octavo mandamiento de la Ley Cristiana que manda a no mentir. Luego de decir que había cancelado su participación en el concierto que organiza el boxeador y fanático sandinista Román González, el artistita evangélico arribó de sorpresa al país para dicha actividad.
Berríos habría mentido desde el inicio o finalmente, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo logró «torcerle el brazo» y, según medios oficialistas, llegó a Nicaragua para participar en el concierto que está previsto para el sábado 17 de abril, justamente en la víspera de cumplirse el tercer aniversario del inicio de la rebelión social del 2018.
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Los medios de la propaganda gubernamental difundieron la notica este viernes, 16 de abril, que Berríos llegó al país atendiendo la invitación del boxeador sandinista, y que participaría en el evento de este sábado.
El cantante evangélico ya había anunciado oficialmente, junto a su productora, que no participaría en el concierto de Managua porque no mezcla sus actividades religiosas con la política y además le mandaba un abrazo al pueblo de Nicaragua, sin embargo, el predicador cristiano mintió y todo parece indicar que solo trataba de ganar tiempo y ocultar sus intenciones ante la avalancha de críticas que se le volcaron en las redes sociales por atender la invitación de la dictadura.
«A todos mis hermanos nicaragüenses les comunico que he cancelado mi participación en el concierto con Chocolatito que se llevará acabo el 17 de Abril. Dios bendiga a Nicaragua! Los Amo!»., dijo Berrios el pasado nueve de abril un escueto mensaje publicado en su cuenta de Twitter.
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Posteriormente, la productora «Presencia Music, encargada de promover los eventos del artista, en un comunicado oficial dirigido a Román González había dicho que «luego de extenderle un cordial saludo nos dirigimos usted para comunicarle la decisión de nuestro ministerio de no asistir al concierto que estaba pautado para llevarse a cabo en Managua, Nicaragua el próximo 17 de abril», y al mismo tiempo dejaba claro que la decisión fue tomada porque «siempre hemos tratado de mantenernos al margen de situaciones políticas, pues entendemos que la iglesia no debe identificarse con un partido o sistema político en particular».
Asimismo, la productora de Berríos dijo que «en ningún momento queremos crear malestar para nuestros hermanos nicaragüenses. Estamos llamados a ser gente de paz en la tierra. Bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios».
Sin embargo, ni el cantante cristiano ni la productora decían la verdad, o al menos eso parece, o finalmente la dictadura de Nicaragua logró torcerles el brazo. Lo cierto es que Berríos celebrará junto a los fanáticos de la dictadura en vísperas del tercer aniversario del inicio de la insurrección social de abril del 2018.
«El predicador y cantante de música cristiana, Danny Berrios llegó a Nicaragua la mañana de este viernes, para participar en una gran noche de adoración y júbilo en el espectacular concierto en agradecimiento a Dios, organizado por Román “Chocolatito” González», dice con gran despliegue uno de los medios propagandísticos del régimen.
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De acuerdo con dicha publicación, el artista religioso fue recibido en el Aeropuerto Sandino de Managua por Román González y por el pastor, también reconocido fanático sandinista, Omar Duarte.
El concierto, que será gratuito, se realizará el 17 de abril en las instalaciones del Polideportivo Alexis Argüello, en la capital, a partir de las 6:00pm. La actividad está siendo criticada por diferentes organizaciones opositoras y de víctimas de la represión gubernamental, porque consideran que será realizada el 17 de abril, precisamente en vísperas del tercer aniversario del inicio de la rebelión social contra el régimen Ortega-Murillo, que hasta ahora ha dejado, según diversas fuentes, mas de 300 muertos, centenares de lesionados, decenas de miles de exiliados, y aun más de cien presos por razones políticas.
Imagino el dispositivo policial y batracio que se desplegará ese día en las.afueras de ese local para impedir cualquier manifestación de protesta. Vergüenza para ese predicador.