La vocera gubernamental y segunda al mando de la dictadura de Nicaragua, Rosario Murillo, se mostró dolida por las informaciones que no le hacen propaganda a su Gobierno las que que según ellas son mentiras y se hizo ver como dueña de la verdad tildando a todos los que le contradigan como «agoreros de la desgracia», al tiempo que amenazaba a los opositores a los que llama «terroristas» diciendo que «algún día pagarán».
Murillo, que insiste con su consigna de «no pudieron ni podrán», comenzó su monólogo de este 15 de marzo hablando de las que califica de verdades de su Gobierno al anunciar la llegada de 135 mil dosis de vacunas donadas por la comunidad internacional a los países más pobres, entre ellos a Nicaragua, y aprovechando esa donación, en clara referencia a los medios de comunicación independientes, a líderes opositores y a los expertos médicos que han alertado sobre las posibles consecuencias de no atender como se debe el problema de la pandemia, los tildó de «agoreros de la desgracia que disfrutan manipulando para pronosticar desgracia, pero ya no nadie les cree».
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«Ni con la mentira pueden ellos mismos; no pueden con la verdad, qué van a poder con la mentira. Una mentira que no le llega a nadie. Una mentira que más bien hace que cada persona cierre cada vez más los ojos, el corazón los ojos a ese mundo falso de falsificaciones, de abominable ideas y perversidades que todavía se atreven, unos cuentos, a escribir y describir el futuro que ellos quieren, no al futuro que camina humildemente el pueblo nicaragüense», dijo Murillo con énfasis mostrándose «victoriosa», por la llegada de la donación de las vacunas enviadas a Nicaragua a través del mecanismo COVAX para países que no tienen capacidad económica para comprarla.
Y volviendo a su ataque contra la oposición achacándole crímenes que se le imputan a su gobierno tanto por la comunidad nacional como internacional, la vicedictadora señaló que «Interrumpieron por un tiempo corto la paz. Nos dejaron muertos, nos mataron gente, humillaron al pueblo y gozaron humillando. ¿Quién olvida eso? ¿Quién olvida esos rostros desgraciadamente infames que promovían más crímenes, más secuestro, más violaciones, más torturas, más aniquilación de la economía que no lograron aniquilar? ¡Ni pudieron ni podrán!», reiteró Murillo.
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La vocera agregó que «desde esas heridas profundas que dejaron en el pueblo nicaragüenses, gritan ¡con odio nunca más! Eso es lo que grita cada nicaragüense desde esas heridas profundas que dejaron los terroristas, y los responsables de tanto odio, de tanto crimen; algún día pagarán. La vida da vuelta. Por eso nos empeñamos en decir que ese tiempo no volverá, aquí no se repite la historia, porque ninguno de esos capítulos de la historia se puede repetir», dijo la vicedictadora.
La segunda al mando del régimen Ortega-Murillo volvió a insistir en que «otros» ¡Cuánta desgracia pronosticaron los amantes de las desgracias! Los que promueven odio a través de sus visiones apocalíptica ¡Cuánto hablaron! ¡Cuánto dijeron! Ni pueden considerarse fieles o leales a su patria, no, son personas que desconocen el bien común».
Pisoteando la autonomía universitaria
Rosario Murillo, en su característica actitud controladora y acaparadora del poder, también se atribuyó los anuncios universitarios en un país donde existe autonomía universitaria, y anunció la inauguración de un nuevo edificio adscrito a la Universidad Nacional Autónomo de Nicaragua (UNAN) de León, construido con fondos del seis por ciento constitucional del Presupuesto General de la República y aprovechó tal anunció para arremeter una vez más contra la oposición.
«15 carreras en el nuevo edificio universitario en Jinotega, aquellos poquititos que están todo el tiempo inventando perversidades, cada una de esas falsedades, cada una de esas ficciones del mal van cayendo. Esas son las verdades, universidades por todas partes, los hijos de los campesinos estudiando. Mozos, mozos a estas alturas, aquí no hay mozos, mafia sí, pero mozos no, ni chusma. Hay gente trabajadora, orgullosa, valiente, digna y hay mafia que vende su patria, que insiste en colocarse en el lado más oscuro y vergonzoso de la historia», removió Murillo.
y al cerrar su diatriba dijo que «somos un pueblo que viene de Darío, somos un pueblo de héroes; que no lo olviden los cobardes. Los oscuros, los heraldos negros que solo saben anunciar desgracias no ven la luz, parece que quedaron cegados por tanta luz y ahora no ven más que sus propias miserias».