«Hoy te nombro abusador y por primera vez digo tu nombre en público, como debió haber sido hace tantos años», eran las palabras que finalizarían una historia de abuso sexual y familiar resumida en minutos, tras casi dos décadas de silencio.
Frente a la computadora, una mujer con trayectoria periodística, mayor de 30 años, casada y madre de tres niños, decidía «desnudarse» ante un mundo distraído con el trajín del día a día: La caída de la economía, las discusiones por cuotas políticas, la pandemia y los múltiples problemas que padece Nicaragua.
«En los últimos años he vivido una etapa de descubrimiento personal y eso me ha enseñado que para sentirme bien conmigo misma y las cosas que duelen, solo necesito sacarlas del pasado, finalmente enfrentarlas y dejarlas ir», dijo la periodista Jennifer Ortiz, al dar el primer paso públicamente en su red social de Facebook.
La directora del medio digital Nicaragua Investiga se arrancó las capas y mostró a sus lectores su esencia, ante un público que la recibió con asombro, pese a que todos en algún momento de nuestras vidas, hemos sido testigos y/o sobrevivientes de violencia intrafamiliar o de género. Al otro lado de la puerta, hay muchas bocas silenciadas, vidas quebradas, una cultura del silencio.
«He hecho eso (dejarlas ir) con varias cosas y personas y me he sentido mucho mejor, pero dejé esto casi para el final, porque es de lo más difícil de hacer para mi, y porque también involucra a otras personas, pero hoy voy a contar esto desde mi propia historia, de la cual aprendí que tengo todo el derecho», adelantó.
«El pacto quedó sellado»
«Hace casi 18 años, siendo yo una adolescente, nacida y criada en una familia bajo extrema pobreza y mucha violencia, mi papá me convocó a un lugar de la casa para reprocharme mi “extraño comportamiento” con mi cuñado, el esposo de mi hermana mayor.
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Yo había dejado de hablarle, cuando él llegaba corría al cuarto que compartíamos los 6 hermanos y no salía de ahí hasta que él se iba. Semanas atrás había vivido en su casa, con mi hermana, a quien yo admiraba y miraba como una madre.
No entraré en las razones por las cuales tuve que abandonar mi casa y llegar a aquella otra, porque es otra historia de agresiones familiares muy larga de contar y hoy quiero centrarme en este episodio, sin embargo yo no tenía opciones, en mi propia casa mi vida estaba en riesgo.
Él empezó a tocarme indebidamente, cada noche, en cuanto mi hermana apagaba la luz mi tormento empezaba. Inventé mil excusas para evitar aquello, cambiarme de lugar en la única cama que había y hasta pedir dormir en el piso, pero nada de eso funcionaba. Podrán pensar que era fácil decidir que hacer, pero en la mente de una adolescente, criada de la forma tan restrictiva y violenta en que fuimos criadas nosotras no es algo que sea sencillo. Además de eso, yo adoraba a mi hermana y pensaba en ella, ¿cómo se tomará esto? Yo, casi una niña, pensé primero en ella.
Luego supe que no sería correspondida, pero eso ya es parte de su historia, no de la mía. Ella estaba fascinada con su relación y por si fuera poco nadie se imaginaba que aquel hombre que se mostraba amable, sonriente y bromista fuera un abusador.
Si volvía a mi casa había una amenaza latente y entonces pensaba ¿Morir o ser abusada? No es algo que sea fácil de elegir.
Noté que los tocamientos iban a más. Me sentía sucia, humillada, agredida. Él empezó a hacer cosas para que yo me quedara sola con él, como mandar a mi hermana a hacer mandados, y cuando yo le decía a ella que quería acompañarla él decía que no, porque sino se tardaría más. Así aquella adolescente que yo era, ya de por si marcada por los abusos de una vida familiar bajo violencia vio pisoteada lo poco de dignidad y amor propio que le quedaba.
Una noche mientras dormía, sentía sus horribles manos en mi vagina, hacía cosas que hasta hoy me dan el mismo nivel de asco y repulsión y yo estaba ahí impávida haciéndome la dormida y temiendo por mi vida. Me voltée, pero él seguía, y entonces supe que estaba a poco de violarme.
Esa madrugada me fui de esa casa, sabiendo que mi padre me había amenazado con “matarme” si regresaba, pero elegí la muerte. Cuando llegué a casa, a mi padre ya se le había pasado la ira. Él no se dio cuenta entonces, pero la que llegó ya no era la misma. Desde ese día empecé a tener pesadillas con una sombra oscura que me ahorcaba y no me dejaba ni gritar por mi vida. El día que yo fui convocada por mi padre por aquel reclamo no hice más que llorar y llorar.
Mi familia me había reprochado por mucho tiempo aquel comportamiento y lo atribuyeron a mi reciente ingreso a la universidad. Yo era la única que había completado el bachillerato en mi familia y decían que “se me habían subido los humos”, cuando lo que en realidad pasaba era un tormento horrible por mi cabeza.
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Cuando me atreví a decirle la verdad a mi papá toda su ira se apaciguó, pero su respuesta entonces no es la que esperaba; un abrazo, un beso, unas palabras de apoyo o un “te voy a proteger”. Él reunió a toda la familia y nos prohibió hablar del tema, mucho menos contarle a mi hermana. Dijo que ella sufriría mucho de saber aquello, porque su esposo era la razón de su vida. Yo me sentí lanzada al último puesto de las prioridades familiares. Mi madre protestó, dijo que no era justo, que debíamos denunciarlo y enterar a mi hermana, pero mi padre la amenazó con golpearla.
Todos fueron más importantes que yo en aquel momento, nadie me comprendió, nadie trató de indagar cómo me sentía, de pronto aquella conversación no era sobre mi, era sobre todos los demás. De hecho, muchas de mis hermanas no me creyeron y dijeron que yo estaba inventando todo, así que siguieron llegando a aquella casa y quedándose a dormir ahí a pesar de mis advertencias. El pacto quedó sellado.
«Intentos de suicidio y un montón de traumas»
Nadie habló, hasta que un día le hizo lo mismo a mi hermana menor y nunca supimos hasta qué punto llegó ese abuso. Ella llegó llorando, histérica, con un ataque de nervios. Cuando yo la vi no necesitó decirme nada, yo le dije: “Te hizo lo mismo verdad” y asintió con la cabeza. Mi hermana menor tiene varios intentos de suicidio y un montón de traumas. Se alejó de la familia y no la juzgo. Yo hice algo parecido.
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Después de todo no era el lugar en el que me sintiera más segura como se supone debe ser. Luego de aquel otro abuso contra mi otra hermana empezamos a atar cabos y recordamos que un niño, hijo de una señora, amiga de mi papá había denunciado a mi cuñado también porque dijo que intentó tocarlo en sus partes íntimas diciéndole cosas indecorosas. Nunca olvido ese episodio, esa señora se llamaba Juana, su hijo tenía mi misma edad, que entonces serían unos 10 años. Es decir, que este hombre es un pedófilo.
Mi hermana se enteró finalmente porque mi mamá tuvo el valor de desafiar a mi padre cuando sucedió lo de la menor, pero no pasó nada. No hubo valoración a nuestra historia. Supongo que es otra víctima de sus circunstancias. Yo no la juzgo ahora aunque por muchos años sí lo hice, ahora trato de entenderla desde su realidad y sus posibilidades.
«Hoy te nombro abusador»
No odio a nadie en esta historia, amo y valoro a cada uno de los miembros de mi familia, y no cuento esto hoy por poner en juicio a ninguno, he entendido las razones de cada quien, solo me apropio de mi historia y la cuento por una necesidad enorme de sacarlo de mi vida de una vez por todas.
Hoy te nombro abusador y por primera vez digo tu nombre en público, como debió haber sido hace tantos años: Carlos José Rodríguez Pérez.
Hoy te dejó ir de mi vida, nunca mereciste importancia, nunca debí dejar que gobernaras muchos de los sentimientos hacia mi misma, ni muchos de los pensamientos y reacciones que tuve ante ciertas circunstancias, sos un abusador y solo mereces mi indiferencia. Viví vos con la carga de lo que hiciste, este peso ya no me pertenece más».
Situación de Nicaragua
Siete mujeres han sido asesinadas a causa de violencia de género en el mes de septiembre, para un total de 57 femicidios en lo que va del año, según el reporte más reciente de la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD). Siendo la muerte, el desenlace de una vida arrebatada desde mucho antes.
«Tenemos esa cultura de lo que pasa en la casa, ahí se queda, y la mayoría de los violadores están dentro la casa. Aquí tenemos el caso de Zoilamérica (hija de la vicepresidenta Rosario Murillo), duró 30 años (para denunciar) y muchas mujeres dijeron ¿Y por qué tantos años y hasta ahora habla?», manifestó Martha López, de CDD.
«A veces no hablan por el «qué dirán», o aquello que vas a afectar a toda una familia. El silencio del abuso sexual es grande, perjudica tanto a la niña que vive la violencia como a la familia», indicó.
Según una base de datos del medio digital de perfil feminista LA LUPA, del 2017 al 2019, las denuncias por algún tipo de violencia sexual han disminuido casi al mismo ritmo que los delitos, según informes del Instituto de Medicina Legal, Policía y Poder Judicial que a su vez, contrastan con las Organizaciones No Gubernamentales del país. «En 2019 la disminución de los casos de violencia sexual, según el anuario de la Policía, continuó bajando, reportando así solo 945 denuncias por violaciones, de las cuales apuntan resolvieron 871. Es decir, la institución dejó nuevamente más de 70 denuncias sin resolver», publicó el medio.
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Al respecto, Flores señaló que «tenemos un Estado- Gobierno que no protege la vida de las niñas (os), a pesar de tener un Código de Familia excelente y la Ley 779. Los violadores están libres. Estamos ante un Estado desprotegido. No hay confianza porque no hay respuesta. La mayoría que han liberado son violadores, es una burla».
Recomendaciones
Ante todo, el llamado es a la familia porque «el violador está dentro de la casa», en el entorno cercano. Observar el comportamiento y cualquier signo de alarma de las niñas/os, recomendó Flores.
La persona abusada debe hablarlo y consultar psicólogos. «Hasta que ellas rompan ese miedo, ellas van a poder denunciar. Ahí ella aborrece hasta su propio cuerpo», dijo Flores en referencia al relato de la periodista, remarcando que «lo primero que le sucede a la persona que ha pasado por esa situación es que cae su autoestima, por eso es que es necesario pasar por la psicología».
«Busquen una amiga con la que puedan desahogarse. Romper ese silencio y hablar con otras. Muchas también se suicidan y para no llegar a eso, ellas tienen que denunciar», indicó.
Primeramente felicitar la valentía y contar un episodio oscuro de su pasado que Dios pueda ayudar a sanar todo efecto paralelo de ese capítulo.. hubiese sido bueno mostrar la fotografía del susodicho para que sepan quien es realmente.. mis respetos a esta valiente mujer..
Es de Valiente, romper el silencio ante tantos años de abuso. Ánimo y valentia Jennifer. Situaciones como estas se viven a diario en Familias Nicaragüenses. Padres empezemos a creer lo que nos dicen nuestros hijos. Cuidemos quien entra en nuestras casas. Mucha Fuerza !
Seria muy interesante que hubieran publicado el enlace al post orignal de la periodista.
Es de Valiente, romper el silencio ante tantos años de abuso. Ánimo y valentia Jennifer. Situaciones como estas se viven a diario en Familias Nicaragüenses. Padres empezemos a creer lo que nos dicen nuestros hijos. Cuidemos quien entra en nuestras casas. Mucha Fuerza !
Muchas niñas son introvertidas, solitarias, tristes y cuando adultas no quieren una relación de pareja, incluso por aborrecer al violador se vuelven homosexuales. Estos depravados destruyen la vida de su víctima. Padres – madres hablen con frecuencia con sus niñas (os), denles confianza, que nadie les meta mano, que no callen por miedo. Vigilen a sus infantes, desconfíe hasta de su sombra, el agresor está ahí cerca.
Dios cuide y proteja a nuestros niños. Gracias Jennifer por compartir con valentía. Besos
Este caso no deberia quedar como una simple historia, o una denuncia engavetada. El abusador debe pagar en el momento que la indefención de niños, niñas y mujeres de este país cesen. Estos hechos no deben preescribir aún se denuncien muchos años despúes, es un crimen de lesa humanidad.
Admiro mucho tu valentía, a pesar de todo las ganas de seguir adelante, triste historia y realidad, padres ojos con nuestros hijos a veces el abusador esta mas cerca de lo que pensamos…escuxhenos a nuestros hijos no hagamos caso omiso, no más niñas y niños sbusados
Vaoentia honorable. Aunque no basta el nombre sino la foto de este depredador que sin importar la edad quizas esta mas cerca de niñas y niños cuyos padres no estan alertas.
Bendiciones para Ti, Jennifer, Con El Corazón en la Mano, Quiero Expresarte en Nombre dé Mí Familia y el Mío Propio, Nuestra Solidaridad, Ante Vergonzoso Acontecimiento, que Por Ironías dé la Vida, Envés de Doblegar Tú Firmeza como Mujer, Té Convirtió en Una Guerrera, como Miles que Callan, Pero Batallan, Día a Día, Dándonos Un Ejemplo de Coraje y Valores. Dios te Bendiga, Tengo el Honor dé Haber Compartido Contigo, Tú Grandeza, Gracias y Saludos Cordiales.
Excelente la Accion de Jennifer Ortiz, nunca pense que cierta tristeza que se nota en su ser se debiera a esta situacion que le toco afrontar, que bien que ahora lo esta empezando a controlar, porque la verdad se le nota en su rostro cierta frialdad o cierta dureza como que siempre esta a la defensiva jajajajaja. Eso es algo inconsciente tiene una programacion mental de repulsion y eso se corrige que bueno que esta superando el trauma y que disfrute su vida, como debe de ser. Exitos y Exitos para la señora Jennifer Ortiz.
SE REQUIERE DE MUCHO CORAJE Y VALENTÍA DENUNCIAR A TU ABUSADOR Y ES ALGO BUENO PARA TU RECUPERACIÓN Y NO SOLO LAS MUJERES SUFREN ABUSOS TAMBIEN LOS NIÑOS VARONES.
Que valiente eres , ahora te respeto y admiro más , en tu canal de yuo tube soy suscriptor y se la lucha que libras , ánimo que se saldrás adelante.
Se debería crear un movimiento nacional como el ME TOO para sacar del anonimato a tantos abusadores que se esconden en falsas apariencias o en círculos cerrados de poder como el mismo presidente pedófilo de Nicaragua a quienes vergonzosamente absolvieron alegando prescripción del caso pero quedando claro que sí es un violador. Todas las víctimas se llaman y se seguirán Jennifer o Zoilamérica.