En su homilía de este 20 de septiembre, Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, criticó lo que para él son «tres males endémicos, anémicos, que pueden azotar el corazón humano». El religioso se refiere así a la envidia, el egoísmo y la ambición. La primera, insiste, se refleja al alegrarse por el mal que genera a otros o si el otro se molesta si a alguna persona le va bien. «La envidia corroe el espíritu, corroe el alma, la corrompe. El envidioso no está en paz. La envidia es tan peligrosa que podría conducir a quien la padece a querer o pretender hacerle daño a aquel que va progresando en la vida», recalcó el jerarca.
En cuanto al egoísmo, Álvarez aseguró que este mal se trata de «una inflación del ego. El yo que va adquiriendo cada día más espacio. El egoísta quiere resaltar en todo, quiere ser el punto de referencia. El egoísta se emparenta con el envidioso, porque cuando no logra ser el centro de la atención fácilmente cae en la envidia», lo que dice acerca más la prepotencia y la vanidad, que lo llevaría a querer imponerse y hacer su «gusto, su capricho».
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El obispo insistió en que en el caso la ambición lleva a caer en la corrupción de cualquier tipo, debido a que sus pasos están guiados por una «lógica maquiavélica: el fin justifica los medios. No importa lo que haya que hacer si hay que dañar, si hay que imponerse».
Desde la Catedral San Pedro, en Matagalpa, monseñor Álvarez hizo hincapié en el verdadero significado de la «justicia», mismo que ha sido utilizado en las últimas semanas por la pareja de dictadores de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, para avalar su propuesta de reformar las leyes del país para penalizar con cadena perpetua, advertencia que va dirigida en especial a los opositores que intenten al menos levantar la voz en contra del régimen.

Álvarez remarcó que la justicia realmente «implica dar a cada uno lo que es suyo, lo que le corresponde. Para muchos hacer justicia es eliminar al contrario, destruir al que piensa diferente, censurar, silenciar el discurso diferente del mío. La injusticia tiene el centro en el corazón humano donde se viene el germen de una misteriosa convivencia».
Al tiempo que llamó a «no escuchar cantos de sirena que le echen más leña al fuego», por lo cual destacó que no se cansará de «insistirles que el pueblo nicaragüense tiene tres grandes tentaciones en las que el demonio quisiera hacernos caer: el odio, el miedo y la desesperanza. El odio que autodestruye a un pueblo, a una sociedad, a una persona; el miedo que paraliza y la desesperanza, que es una sepultura en vida. Y a estas tres grandes tentaciones se oponen tres grandes gracias, al odio se le vence con el amor que es una fuerza indestructible; al miedo se le vence con el coraje y la valentía del espíritu sereno y seguro de sus principios éticos; y a la desesperanza se le vence con una esperanza que por naturaleza es inquieta y que lucha por conquistar del que está convencido», concluyó.
Me siento agradecido con las personas que piensan en el bien común.
“”La envidia hace daño a aquel que va progresando en la vida””
ROLANDO ALVAREZ
Arzobispo de Matagalpa
Y cuando íbamos en progreso llego la destrucción patrocinada desde el extranjero y los que bien asalariados por los ONGs gringos contrataron a los malandros para destruir el pais y hoy son llamados vistimas.
En Colombia actualmente estan procesando a los vándalos que estan destrozando Bogota incluyendo un sacerdote y varios empresarios y no hay dd.hh. que los salve ni cidh ni oea