Por: Fernando Centeno Chiong
Cuando Sherezade hilvanó con su maravillosa imaginación los relatos al Sultán para salvar su vida ante el cruel destino de sus antecesoras, no fue más que utilizar viejas historias mezclando la ficción y la fantasía, algo así como medias verdades o medias mentiras.
En Las mil y una noches se recogen las más bellas y hermosas historias que nos solazan a sabiendas que la mayor parte de ellas son como lo que llamaríamos hoy eufemísticamente ¨ mentiras piadosas “para recrear imaginaciones sensibles capaces de discernir entre la ficción, la realidad y la falsedad”.
Sin embargo, la mentira tiene innumerables facetas y la más dañina es la que está impregnada de dolor, perversidad y saña porque esas causan daños irreparables, más aún cuando anidan en mentes vacías y fáciles de manipular ya sea por ingenuidad, ignorancia y en algunos casos huérfanas de neuronas.
Estamos siendo testigos de cómo tratan de sumergirnos en un laberinto de falsedades que parecieran estar destinadas a aquel sector de fanáticos que utilizan la parte superior de la última extremidad del cuerpo humano para colocarse un pañuelo, gorra o sombrero bicolor.
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Afortunadamente esa deformación, quedó defenestrada hace mucho tiempo de las mentes de personas normales, sensatas y convencidas del valor de la verdad.
Intentar, por ejemplo, vender la idea que en la última semana solo han muerto nueve personas de coronavirus en este país, es propia de mentes distorsionadas que trataron de convencer también que la cocaína se podía convertir en talco, que los meteoritos caen y no queda ninguna señal porque se los traga la tierra, o que a estas alturas como niños de escuela, estaríamos viendo con las chibolas peladas transitar los grandes buques en un canal que solo quedó en las fantasías de un chino estafador y su sumiso saltamontes.
O bien, solo en esas mentes atiborradas de fanatismo político caben que las últimas cinco elecciones fueron barridas por un partido cuyo lastre se va arrojando poco a poco en el basurero de la historia.
Observar los rostros mustios, inexpresivos y hasta desconcertado de quienes leen los comunicados previamente escritos por la misma mano, es suficiente para pensar como dice el buen argot popular «ni ellos mismos se lo creen».
De lo que estamos seguros, es que, si retrocediéramos la historia a la época de la prodigiosa imaginación de Sherezade, los mencionados lectores de mentiras no sobrevivirían a la siguiente noche ante la ira desapiadada del Sultán.
Excelente escrito. Gracias x compartir
No es casualidad que el apóstol Pablo dijo q las mentiras son hijas del demonio. De manera q quien las practica se hace también hijo d éste. El binomio asesino practica las mentiras a niveles gigantescos, y el daño q causan es incalculable, aún a sus propios batracios q ni siquiera les asignan un número en las estadísticas. Están tan comprometidos con Satanás q ya no pueden corregirse y reparar el daño. Lo q no logro entender es x qué ningún pastor o sacerdote les dicen eso públicamente o en privado
Nicaragua es un bello país, contrasta con sus vecinos, sobre todo por la inversión social que hace el gobierno , carreteras de primera, sistema de salud preventivo y efectivo, educación incluyente, adelante Nicaragua!!