El comportamiento del Ejército de Nicaragua durante la crisis de abril de 2018 fue cuestionado por la ciudadanía y por los organismos de derechos humanos que le pedían a la institución desarmar a los paramilitares que cobraron la vida de más de 300 personas en conjunto con la Policía Nacional.
Para algunos especialistas, la participación del Ejército en la represión ha sido solapada; sin embargo, hay testimonios de ciudadanos que notaron que el comportamiento y estrategias de los civiles armados eran de un soldado.
Este 21 de febrero, Daniel Ortega y Rosario Murillo premian, una vez más, al general del Ejército Julio César Avilés, a quien le entregaran la administración por tercer período consecutivo de la institución castrense, lo que sumaría a 15 años en el cargo.
Para la especialista en temas de seguridad, Elvira Cuadra, Ortega trata de asegurar la fidelidad de Avilés, pero dicha acción compromete, aún más, a la institución e incrementa la presión en la carrera.
“Al mantener en su cargo al jefe del Ejército, Ortega lo que está tratando de asegurar es la fidelidad de la institución y particularmente de la jefatura. Como se sabe, la institución militar es uno de los principales puntos de apoyo que todavía conserva Ortega y cualquier cambio en su jefatura podría significar un desenlace desfavorable para él. Esa es una de las razones principales por las cuales ha decidió mantener a Avilés al frente del Ejército”.
Permanencia de Avilés no abona a la institucionalidad
En 2014, Daniel Ortega reformó el Código Militar para garantizar la permanencia de Avilés en el Ejército, lo que para Cuadra no es correcto porque “no abona a la institucionalidad y construye relaciones clientelistas y personales entre el jefe del Ejército y en este caso, el presidente”.
Por su parte, la exguerrillera y miembro del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), Dora María Téllez, explicó que la continuidad de Avilés en el cargo es un obstáculo para que otros oficiales puedan ascender; además, dijo que ninguno de los generales anteriores permaneció más de un período como Avilés.
“Es un continuismo absoluto que impide el ascenso de otros oficiales dentro del Ejército, es una cosa que nunca hizo ninguno de los jefes anteriores; todos cumplieron y se fueron”.
Téllez resaltó que la permanencia de Avilés en el poder generará “más corrupción, más incondicionalidad con el régimen, más intereses del régimen y menos servicios del Ejército a las funciones que deben de cumplir respecto al pueblo de Nicaragua”.
Ortega no quiere correr riesgos
Por su parte, el general en retiro Hugo Torres mencionó que Ortega no confía en cambiar el mando porque esto pondría en peligro a su gobierno, ya que Avilés ha mostrado fidelidad absoluta; pese a que hay soldados con más experiencia y con más preparación.
“Obedece fundamentalmente al intereses de Daniel Ortega, de su esposa y su familia de que el General Avilés se mantenga en el cargo. No le encuentro ninguna otra explicación porque hay suficientes oficiales, generales como para poder relevarlo con calidad, experiencia y con preparación militar. Es fundamentalmente un interés político de mantener en el cargo al General Avilés y aparentemente a los otros dos miembros de la comandancia, es decir, al jefe del Estado Mayor, general Rodríguez y al inspector general, General Corrales porque a Ortega le da mucha confianza y no quiere correr ningún riesgo”.
Finalmente, para el catedrático Eduardo Solórzano la permanencia de Avilés al mando del Ejército de Nicaragua poner en riesgo los negocios y el dinero que tienen los militares en Estados Unidos o las inversiones del Instituto de los Militares el IPSM; así como sus inversiones en el BDF y la Universidad de Managua (UAM).