El dictador Daniel Ortega entró a Masaya a eso de las tres de la tarde para realizar su acto partidario por el 40 aniversario del Repliegue, una conmemoración histórica que el tirano ha convertido en un evento para su propia adulación, dejando atrás el recorrido de cerca de 30 kilómetros a la Ciudad de Las Flores.
Ortega fue trasladado a Masaya en un autobús. En el segundo piso se divisaba al señalado de ser el responsable de los crímenes de lesa humanidad contra los nicaragüenses que decidieron protestar en su contra desde abril de 2018. Con camisa blanca, lejos de sus simpatizantes y protegido por todos los flancos por policías al servicio de su régimen llegó al Campo Deportivo San José, no a Monimbó, barrio que por segundo año consecutivo no pisó.
Tras un largo concierto, el todavía presidente de Nicaragua inició a las 3:30 de la tarde un breve discurso de tan solo ocho minutos frente a un grupo de simpatizantes que sostenían banderas del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y que gritaban “vivas” en favor de Ortega, quien insistió en su discurso de paz, pero para llegar a Masaya armó a su guardia con fusiles de guerra y además, hubo presencia de paramilitares en la zona.
Ortega remarcó que debe prevalecer “el derecho a trabajar en paz, porque para que pueda haber trabajo, salud, educación, cultura, deporte, desarrollo, en cualquier país de este planeta primero tiene que haber paz”, sin embargo, en medio de su retórica recalcó uno de sus consignas más frecuentes: “Este pueblo ni se vende ni se rinde”.
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“Lo que defendía el pueblo nicaragüense hace 40 años en aquella lucha heroica que terminó en 1979, lo que defendía era rescatar la bandera azul y blanco para tener paz con dignidad”, señaló el dictador, el que también llamó a la defensa de la “soberanía, trabajo digno y la salud. Seguiremos defendiendo la paz, el trabajo y la libertad para los nicaragüenses”.
Por su parte, la mujer de Ortega y quien también funge como vicepresidenta, Rosario Murillo, recalcó frente a su aparato de medios de comunicación que ellos no ven “para atrás, hemos hecho más que ningún otro gobierno seguimos venciendo”.
El acto partidario lo abrió el alcalde orteguista de Masaya, Orlando Noguera, quien se encargó de repetir la consigna que ha mantenido el régimen en contra de la oposición de “No pudieron ni podrán” y hacer que los simpatizantes de la dictadura lo corearan una y otra vez.
No se les entiende, y si el discurso fuera llamando a la guerra, también sería malo; y si insiste a la paz también malo, eso se llama el síndrome de la gata angora
Si el discurso fuera de guerra malo; y si es de paz también malo, eso se llama el síndrome de la gata angora.
ASÍ ES EL TAMAÑO DE SU MIEDO, DESPLIEGA MILES DE HOMBRES ARMADOS EN DOS CIUDADES PARA DAR UN RIDÍCULO DISCURSO DE 7-8 MIN.