En el barrio Rosario, de Estelí, se criaron los hermanos Coppens Zamora, fungidos con el hierro, fuertes e inquebrantables de espíritu. Como las aves en el campo crecieron con libertad, principios y la multiculturalidad de sus padres, la nicaragüense Tamara Zamora y el belga Frédéric Coppens.
El mayor de la familia, Diego, a sus 27 años, es agroecologista. Amaya es la segunda, y la única mujer, tiene 24 años, estudiante de medicina, conocida por ser líder estudiantil del Movimiento 19 de abril en León y además es una de los cientos de presos políticos por la dictadura orteguista. Por otro lado, está Santiago, el menor, con tan solo 15 años y cursa el tercer año de secundaria.
“Como hermanos siempre fuimos unidos, nos gustaba darnos bromas, pero luego de abril nos conectamos más en una causa común, demandar la libertad de Nicaragua”, expresa Diego.


Actualmente, los dos varones de la familia Coppens residen en Bélgica, tuvieron que dejar Nicaragua por las amenazas y temor de ser secuestrados por la dictadura. Ambos, relatan las diferentes acciones que han realizado desde el exilio en pro de pedir la liberación de su hermana. Sin embargo, el gobierno de Nicaragua ha sido inflexible para llegar a una negociación.
Tanto Diego como Santiago se incorporaron a las marchas desde abril, cuando inició la lucha cívica. Aunque no estuvieron en los tranques de Estelí, proporcionaron comida y medicinas a las personas que estaban en los retenes, se presentaban en las manifestaciones y viajaban a León donde estaba Amaya para apoyar en las actividades.
“Hace unos meses tuvimos que dejar el país porque temíamos que nos pudieran hacer daño. Tratamos de convencer a Amaya que hiciera lo mismo, pero se negó. Decía que, si ella se iba sus compañeros de lucha iban a caer y no dejaría que eso pasará”, relata el mayor de los Coppens.
Para Diego, ha sido devastador ver a su hermana en las celdas. Está en constante acción para denunciar los atropellos del régimen orteguista y exponer el caso de Amaya en Europa.
“Nos hemos reunido con personas del Parlamento Europeo para que sepan del caso de nuestra hermana y se han interesado en el caso. Hemos hablado con los medios de comunicación en Bélgica y el caso ha interesado a la población, por tratarse de una chica con también nacionalidad belga, organizamos plantones y manifestaciones, entonces esto ayuda a que se mantenga vigente el caso de nuestra hermana”, explica.
Para los hermanos Coppens no se pierden las esperanzas de ver libre a su hermana, a pesar que el panorama parezca negativo. “Es increíble que es Amaya, quien nos dice que no dejemos de luchar, que pronto será libre, que Ortega pronto caerá. Es ella las que nos mantiene en pie para seguir denunciando y haciendo actividades para que la comunidad en Europa sepa la dictadura que desgobierna Nicaragua”, expresa Diego.


Por su parte, Santiago es un poco callado, estaba haciendo sus tareas del colegio cuando tomó unos minutos para esta entrevista. “Todo lo que pasó a partir de abril parece una pesadilla de la que me quiero despertar. Me gusta pensar en Nicaragua y recordar que me gustaba andar en una moto que mi padre me regaló, era un poco vieja, pero me gustaba andar en ella. Extraño Estelí, mi barrio, es difícil estar lejos”, admite.
La vida cambio desde abril para el país entero, nada volvió a ser normal y para los Coppens en especial. Diego y Santiago viven al sur de Bruselas, junto a su abuela paterna y aunque cuentan con el apoyo de sus familiares, un pedazo de ellos aún está en Nicaragua.
“Aquí nos han tratado muy bien, han sido hospitalarios y estamos agradecidos por todo. Sin embargo, extrañamos nuestro país, la comida, la gente principalmente. Esperamos regresar cuando Nicaragua sean finalmente libre y poder abrazar a nuestra hermana”, es el deseo Diego y Santiago.
Adelante con su información su trabajo actual es súper apreciado y significativo para el futuro de Nicaragua