Sujetada por dos policías encapuchados, los brazos hacia atrás y atada con esposas de acero. Amaya fue presentada como terrorista. Su futuro es incierto, pero su sonrisa deja ver tanta esperanza. La frente en alto en aquella foto infame denota la valentía de una estudiante de Medicina de la Unan-León, que decidió dejar atrás las fiestas, los bailes y los paseos de una muchacha de 24 años, para dedicarse en cuerpo y alma a liderar las protestas estudiantiles contra la dictadura de Daniel Ortega.
Amaya Eva Coppens Zamora es una de las últimas detenidas y presentadas como terrorista por el régimen de Ortega. Es estudiante de la Facultad de Ciencias Médicas y lideresa del Movimiento 19 de Abril de León. El Gobierno de Nicaragua se ensaña contra la joven y han criminalizado su derecho constitucional a la protesta. Ante la sonrisa invencible de Amaya la policía ubicó a sus pies tres escopetas y una pistola, un magacine y varios tiros.
Desde que iniciaron las protestas, el pasado 18 de abril, Amaya se indignó por la brutalidad con la que respondió el Estado a una manifestación pacífica que exigía la derogación de las reformas a la seguridad social. Sus deseos de apoyar las marchas autoconvocadas se reafirmaron cuando junto a sus compañeros miró el descaro con el que las autoridades de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, UNAN-León, les dieron la espalda a los universitarios y cerraron filas con el partido de gobierno.
Amaya una de las mejores estudiantes de Nicaragua
Coppens tiene doble nacionalidad, es hija de la nicaragüense Tamara Zamora y el ciudadano de origen belga Federico Coppens. Es una joven destacada en sus estudios desde que estaba en secundaria. Amaya fue la segunda mejor alumna a nivel nacional, lo que le permitió que se ganara una beca para llevar estudios de nivelación de bachillerato en los Colegios del Mundo Unido, estudió dos años en Hong Kong y domina tres idiomas; español, inglés y francés.
Amaya es nacida en Estelí, su mamá Tamara Zamora la describe como una mujer “decidida y con mucho criterio”. Sus amigos y conocidos la ven como una chavala “humilde, amistosa y comprometida con sus estudios e ideales feministas”. Esas características de Amaya resaltaron durante toda la lucha cívica que libró en León, donde vivió por más de cuatro años, debido a que ahí decidió estudiar medicina en la UNAN. Coppens ya cursaba su quinto año y solo le faltaba cumplir el internado para recibirse de doctora.
Zamora lamenta que esta crisis que vive Nicaragua, por la respuesta agresiva de un Gobierno para con sus ciudadanos, haya truncado los estudios de su hija y de todos los jóvenes nicaragüenses que buscaban preparase para dar lo mejor a su país.
“Le han truncado sus estudios, al igual que todos los jóvenes. Estamos totalmente destrozados, no podemos decir otra cosa. Pero sabemos que esta lucha de estos chavalos, de estos jóvenes, tiene validez. Nosotros como familiares los hemos apoyado porque sabemos que sus demandas son justas”, defendió Zamora.
Amaya en las protestas
El mismo 18 de abril, Amaya se sumó a las protestas, se acercó a preguntarle a una de sus compañeras de lucha feminista ¿Por dónde va la marcha? Y se fueron juntas a apoyar a los ancianos y jóvenes a demandar la derogación de las reformas a la seguridad social.
Desde ese día Amaya pudo sentir lo que es ser reprimido por un Gobierno opresor. Amaya estaba junto a Sara Enríquez, cuando una de las fanáticas enviadas por el Frente Sandinistas se le acercó a golpearla y a destruirle el celular. “Ahí una mujer turbera te pegó fuerte en tu cara, te rompió la boca, te destruyó tu celular, todo a vista, paciencia y complicidad delictiva de la Policía de León”, reza parte de una carta dedicada por Enríquez, desde su página de Facebook.
Ese día Amaya se refugió en una tienda junto a Enríquez, huyendo de las agresiones que estaban dispuestos a propinarles los esbirros del régimen de Ortega. “Te agarramos y nos metimos refugiadas en una tienda. Ahí te abrace, lloré y te sentí como una hija. Estábamos como diez refugiados, (ahí estuvimos) por horas, porque las turbas orteguistas y la Policía estaban a la espera de nuestra salida”, continúa el relato de Enríquez.
La estudiante intentó continuar sus estudios pese a toda la represión y asedio gubernamental. Amaya, ese 18 de abril, a pesar de que la habían golpeado y robado, decidió cumplir con sus deberes de estudiante. “Yo te pedía te fueras conmigo a casa, mientras buscaba un carro que nos pasara sacando y vos me dijiste, bien golpeada y entera, (…) ´No Sara, gracias, tengo clases a la 1:00pm. Y ¿pensás ir así? Yo muy sorprendida, ´Sí, solo voy a mi casa a cambiarme´”, relata Enríquez en su dedicatoria para Amaya.
Fue así como empezó la lucha de Amaya, desde entonces dejó de ir a visitar a su familia en Estelí. Se unió tanto a la lucha cívica que cuando alguien de escasos recursos económicos moría, durante las operaciones limpiezas ordenadas por la dictadura de Ortega en los tranques de León, empezaba a buscar entre todas sus amistades dinero para el ataúd. Sara Enríquez lo recuerda así: “Participamos de los entierros de esos muchachos, la mayoría vivieron en extrema pobreza. Te recuerdo preocupada por sus madres, y nosotras pidiendo ayuda económica con amigas/os para apoyar. Yo te entregaba ese dinerito y te decía, como no es mucho, ustedes entréguenlo en vez de flores. Vos tan transparente te tomabas una foto con la mamá entregando el dinerito, y me la enviabas. Yo te decía, Amaya no es necesario, pero vos; es mejor así”.
Amaya no solo participó en las protestas de León, también se le pudo ver en las gigantes manifestaciones pacíficas en las calles de Managua. Coppens vino desde León a Managua, el pasado 28 de julio, para unirse a la Peregrinación en apoyo a la labor de los sacerdotes y obispos de la Iglesia Católica. El porte de Amaya en las protestas casi siempre fue una boina verde olivo o un cinto del mismo color que cubría su corta cabellera, el día que vino a Managua usaba su boina y el mensaje que trajo fue de denuncia. Criticó con la misma firmeza la persecución de jóvenes y despidos arbitrario de más de 35 de médicos especialistas del Hospital de León, quienes únicamente habían curado a los heridos de las manifestaciones azul y blanco.
“Nosotros hemos sido perseguido, hemos sido amenazados, pero sobretodo hemos conocido a personas en esta lucha y eso nos mantiene unidos y fuertes. Ahora nosotros casi no podemos salir porque hay un toque de queda casi impuesto, a pesar que sabemos que no es algo oficial, sabemos que andar en la calle ahora no es seguro y estar en la calle, no solamente en la noche sino también en el día, es un peligro porque nos pueden llevar en cualquier momento y sin dar ninguna explicación. Pese a esto vamos a seguir en las calles, tenemos que seguir en las calles pues en estas condiciones no es posible que nos mantengamos indiferentes ante todas estas injusticias y el despido arbitrario de médicos que, únicamente, cumplían con su labor de salvar las vidas de los heridos, cuando los hospitales públicos cerraron las puertas ellos curaron a los que necesitaban asistencia, ellos abrieron sus hogares”, denunció Amaya, cuando aún estaba en libertad.
Amaya tuvo que sacrificar sus estudios y la comodidad de estar con su familia por su país, aunque tuvo la oportunidad de irse de Nicaragua pues su familia le propuso que se fuera con sus dos hermanos a Bélgica, ella fue la única que se negó porque deseaba luchar por la libertad de su país. Ahora el régimen de Ortega le ha quitado su libertad. Tamara Zamora, mamá de Amaya, relató que desde que su hija se unió a las protestas en contra de la represión de Ortega solo la vio en tres ocasiones, porque Amaya ya no podía andar tranquila en las calles ante el temor de que la secuestraran. Amaya Coppenya había logrado escapar a una redada ejecutada por la Policía en la que fueron capturaron a siete universitarios de León y Managua.
“Desde que empezó todo esto casi que no la he visto, solo tres veces. La vi quince días antes que la detuvieran, ese fue como el momento más cercano que hemos tenido desde hace cuatro meses”, detalló Zamora, mientras en sus ojos empezaban brotar las lágrimas.
El secuestro de Amaya
Amaya Eva Coppens fue secuestrada el pasado lunes, 10 de septiembre, junto a Sergio Midence, también miembro del Movimiento 19 de Abril, por paramilitares y Policías que irrumpieron en la casa de seguridad en la que se encontraban en León, sin mediar palabra o presentar orden de arresto se la llevaron y no le avisaron a sus familiares. Al recibir la noticia del secuestro de Amaya, Tamara se encontraba en Estelí. “Un amigo de Amaya me llamó y me dijo que la habían secuestrado, que la habían llegado a sacar de la casa de seguridad. No supe los detalles, pero a lo inmediato me vine a Managua para denunciarlo porque no sabía dónde la tenían”, explicó Tamara Zamora.
Los esbirros de Ortega presentaron como un trofeo, en los medios oficiales, a Amaya Coppens y Sergio Midence. Detrás de cintas amarillas de “escenas del crimen” y un montón de armas como supuestas evidencias, presentaron a ambos jóvenes como miembros de un grupo de terroristas que operaban en León, acusándolos, “junto a otros delincuentes”, de ser los autores de delitos como: “terrorismo, incendio, daño, lesiones, asalto y portación ilegal de armas en perjuicio del Estado de Nicaragua y de la sociedad nicaragüense”.
Amaya Coppens se mostró digna, altiva, retadora y sonriente. La universitaria extendió una hermosa sonrisa todo el tiempo, se burló del ridículo que hacían los esbirros orteguistas al presentar a una de las mejores estudiantes de Nicaragua como una terrorista.

Según la Policía del régimen, a Amaya y a Sergio se les ocupó 3 escopetas calibre 12, 1 pistola calibre 25 y 1 magazín con 8 proyectiles y 13 cartuchos para escopeta, calibre 12. El reporte policial insiste en que los jóvenes incendiaron el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), donde en realidad operaba la dirigencia estudiantil de la UNAN, una estructura fiel al régimen de Ortega.
A Amaya y a Sergio los responsabilizan por el crimen de una persona que murió en medio de las llamas en el incendio del CUUN, por las lesiones a dos policías, el incendio a la estación policial de León, por el ataque al hospital Oscar Danilo Rosales y las lesiones contra cuatro personas durante ese mismo incidente. Además, los acusaron por asalto, robo de un vehículo propiedad del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, el robo de una pistola 9 milímetros y dinero en efectivo.
De igual forma, los universitarios son acusados de incendiar el complejo Germán Pomares Ordoñez y robar e incendiar 5 camiones del plantel de la Alcaldía de León.
Amaya ya fue presentada en audiencia preliminar, este 18 de septiembre, junto a Sergio Midence, ambos están formalmente enfrentando acusaciones del Ministerio Público de Nicaragua quien los señala de ser terroristas.
Familia de Amaya pide libertad y acuden al Gobierno de Bélgica
La madre de Amaya, al igual que sus amigos y conocidos, consideran totalmente “injusto” que se le esté criminalizando por manifestarse pacíficamente. “Es totalmente injusto que se les esté haciendo pagar a ellos por tener palabra, por estar en contra de la corrupción, de la politización del sistema educativo y que quieran aniquilar la voz de los jóvenes que tienen valentía y ganas ver una Nicaragua libre, democrática y prosperada”, resaltó la mamá de Amaya, mientras hizo público el caso de su hija en el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Los familiares de Amaya Coppens no se quedaron con los brazos cruzados, en cuanto secuestraron a la joven denunciaron ante los organismos nacionales e internacionales, además, avisaron a las autoridades de Bélgica, pues Amaya también tiene esa ciudadanía. “Su padre se encuentra en Bélgica, está hablando con la embajada y estamos en contacto con la Unión Europea, ellos saben de la integridad moral de mi hija, lo que garantiza que sus hechos han sido correctos. No hemos cometido ningún delito (…) Estamos esperando que la voz externa haga presión para que la liberen. Esperamos que los liberen a todos porque ellos nos son unos delincuentes”, refirió Zamora.

La madre de Amaya también demandó al Sistema Judicial que respeten la decisión que han tomado al ponerle a la joven un abogado particular, pues no confían en los que ellos puedan asignar. “Esperamos que respeten la decisión de nosotros los familiares con los abogados que les buscamos a nuestros hijos, no queremos que se les ponga a personas que no los van a defender”, explicó Tamara Zamora, quien resaltó que no van a descansar hasta ver libre a su hija.
Persecución y amenazas en contra de la familia de Amaya, en Estelí
Las represalias en contra de la familia de Amaya Coppens no se han hecho esperar. Su familia en Estelí fue amenazada por fanáticos del Frente Sandinista y sentenciada por la Policía. “Todo el mundo se dio cuenta de que Amaya pertenecía al Movimiento 19 de Abril de León, todos en Estelí saben que somos sus familiares, entonces a inicios de julio, por ahí, rayaron mi casa con esas consignas del Frente Sandinista ´Plomo, Muerte a los Golpista´”, detalló Zamora.
Tamara Zamora también, días antes del secuestro de Amaya, recibió una llamada “supuestamente del Comisionada Domingo Navas, jefe departamental de León, que me dijo que ya no iban a tener discrecionalidades y que querían que me presentara a la Estación policial”. La madre de Amaya decidió continuar y no hacer caso a esas amenazas e intentos de intimidación, ahora lo que le preocupa es hacer todo lo necesario para sacar a su hija libre, porque ella “no es una delincuente, es una estudiante”.
Con las capturas y criminalización de los estudiantes universitarios, campesinos, comerciantes, mujeres, líderes sociales, retirados del ejército y hasta a docentes universitarios, la dictadura de Daniel Ortega sometiendo al país a una tercera etapa de represión selectiva. El último informe del Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) certificó que este tipo de juicios están completamente “viciados”. En los últimos meses, las detenciones abusivas se han disparado en ciudades como León, Estelí, Masaya, Managua, Granada y Carazo.
Increíble! Otra muestra del abuso y corrupción del virulento mal llamado gobierno sicario, que persigue y ataca jóvenes estudiantes! Paren el abuso contra estudiantes! Y dejen de tirar basura y cargos falsos en contra de los detenidos!!!!
Como es posible q juzgue de terroristas y otros delitos mas a jovenes estudiantes universitarios q su único delito es tener libertad de pensamiento y que los delincuentes reales estén libres y haciendo a su voluntad todo lo que quieren y aun se llenan la boca hablando de amor