Los últimos recuerdos de Carlos Guadamuz en Managua lo marcaron de por vida. Una celda pequeña, fría y desoladora en la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), la cárcel conocida como El Chipote, fue el lugar donde estuvo secuestrado durante más de 24 horas. Su único crimen: no haber sido indiferente ante la represión sangrienta del gobierno de Daniel Ortega.
Cuando estallaron las protestas en Nicaragua, ese 18 de abril en Camino de Oriente, Carlos se encontraba en la capital por asuntos de trabajo. Al ver lo que ocurría en esta zona decidió no regresar a León, donde residía. Se quedó a ayudar a sus compatriotas, que estaban manifestándose en los alrededores de la Universidad Centroamericana (UCA), cerca de la Rotonda Rubén Darío.
Para Chale, como popularmente lo llaman sus amigos y familiares, mirar el despertar de los nicaragüenses ante los atropellos del gobierno orteguista también lo conectó con su espíritu crítico y solidario, lo que lo llevó a ayudar a estudiantes que se encontraban en la UPOLI y la UNAN-Managua y ser parte de los grupos de autoconvocados, Nicaragua Únete.
«Generalmente les llevaba comida, medicinas a los estudiantes en la UPOLI o la UNAN, pero también llevarle suministros a los centros de acopio. También buscábamos lugares seguros para los estudiantes que estaban siendo perseguidos por la policía», explica Guadamuz.
Sin embargo, Carlos estaba consciente que al ser parte de uno de los movimientos activos de la oposición se exponía al riesgo de ser capturado. El 26 de mayo de 2018, Guadamuz salió en su carro de la casa de sus padres y durante el camino fue interceptado y secuestrado por la Policía Nacional sin razón alguna.
En las primeras horas, su foto fue vista en las distintas redes sociales y medios de comunicación independientes de Nicaragua como desaparecido, momentos después su familia anunció que Carlos fue llevado a El Chipote y no sabían las razones.
«Me interrogaron, me preguntaron quiénes eran mis padres, que estaba haciendo con los estudiantes, mi edad y luego me trasladaron a una celda en El Chipote. Allí me quitaron la ropa, me dejaron en calzoncillo, fue humillante», relata.
Guadamuz admite que cuando supo que lo llevarían a Auxilio Judicial e estaba preparado psicológicamente para lo que le harían; estaba consciente que podían torturarlo como a sus demás compañeros, pero su fortaleza creció, ya que no existían pruebas en su contra.
Su madre y padre estaban a las puertas del centro carcelario esperando que le entregaran a Carlos. Fueron las horas más eternas de sus vidas.
«Al final me dijeron que iba a salir y cuando me soltaron lo primero que hice fue abrazar a mis padres. Cuando llegamos a casa mi madre estalló en llanto y me pidió que me fuera del país; no me pude negar ante la desesperación de ella, fue desgarrador», explica.
Carlos Guadamuz se exilió de Nicaragua un 29 de mayo, lo acompañaron al Aeropuerto Augusto César Sandino, miembros de derechos humanos del país. No se pudo despedir de sus amigos. Fue un adiós entre el silencio y la impotencia de no seguir apoyando a sus hermanos nicaragüenses que estaban en la lucha cívica e irse a un rumbo incierto donde lo único seguro era que estaría a salvo y con vida.
«Tenía muchos amigos en Alemania. Estudié toda mi vida en el Colegio Alemán, así que por el idioma lo mejor fue irme allí. Estuve unos meses, activamos el grupo de apoyo y solidaridad de nicas en Alemania, luego estuve en Bélgica, Noruega, Francia y Luxemburgo, hasta que me asenté en Holanda, por los proyectos que tenemos con la diáspora nica en Europa y poder hacer presión a la dictadura. Hace unos días inicié el proceso de asilo político en Holanda», dice.
Estar en exilio no es fácil. Carlos tuvo que traer todos sus ahorros para sobrevivir en estos siete meses que ha estado en Europa, pero el dinero se está acabando y ahora tiene trabajos temporales para sobrevivir en Holanda.
Por el momento, Guadamuz es uno de las activistas que trabaja en el grupo de apoyo de SOS Nicaragua Europa, asimismo uno de los miembros de SOS Nicaragua-Holanda. Siempre se encuentra difundiendo su testimonio en las diferentes actividades, denunciando los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura.
«Esto es temporal, pienso que cuando la dictadura se acabe yo regresaré a mi país, abrazaré a mis padres, amigos, podré seguir en mi trabajo y reconstruiremos una nueva Nicaragua», es el más grande anhelo de Chale Guadamuz.
No tngo palabras para expressar la.admiracion a ste muchacho
El un heroe mas.d.esta lucha.
Este marica merece eso y mas, que tiene q andar haciendo en contra de un gobierno legalmente constituido? Si en otro pais del mundo este traidor intenta un golpe de Estafo acaso le harian lo mismo? Pues no, seria o desaparecido, o amaneceria con camisa de fuerza en un hospital psiquiatrico, oreso o muerto.
La ignoancia te carcome el cerebro y las pocas neuronas que te quedan,pobre diabla.Busca el significado de lo que es un golpe de estado sapa Orteguista>
Isabel Ortiz
Cuando el fanatismo corroe el cerebro la enfermedad es incurable!
El segundo comentario destila veneno segun su vicepresidente debemos ser tolerantes. Llamar al dialogo y consenso y entonces?
Viva Daniel .
A “chale” no lo metieron preso por “nada”, lo metieron preso por mover armar, suministros y portación ilegal de armas, lo soltaron porque su papa era de la seguridad del estado y a los compas les dio pena ajena. Era parte de los talleres de liderazgo del departamento de estado y es financiado activamente por los estadounidenses. También violo a una muchacha quinto año y todo el colegio se dio cuenta, y eso que yo estaba en primaria. Ustedes hacen heroes a criminales comunes y corrientes, pero a todo chancho le llega su sábado, y este no se escapa.