Han pasado 151 días desde la última vez que Lorena Centeno vio a su hijo Xavier Eduardo Mojica Centeno, de 22 años. Él forma parte de la lista de más de 1,400 personas secuestradas y desaparecidas por el Gobierno de Daniel Ortega, a lo largo de la crisis sociopolítica. Su madre lo ha buscado sin cesar durante todo este tiempo: Medicina Legal, El Chipote, estaciones policiales, centros de salud, albergues y hospitales. Pero nadie le da razón del joven.
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“Ya las alcanzo, solo meto una recarga a la tarjeta TUC”: Fueron las últimas palabras que Mojica Centeno les dijo la mañana del 11 de junio a su madre y a su hermana, antes de ser secuestrado por paramilitares armados y encapuchados. Tras escuchar las indicaciones del joven, las dos mujeres que lo habían ido a traer como de costumbre a su centro de estudios, caminaron hasta la casa donde habitan en el sector de Linda Vista, al suroeste de Managua. Pero los minutos pasaron y él no volvió más.
Desde ese día todo cambió en la familia. Las denuncias que hizo la madre de Mojica Centeno ante medios de comunicación independientes provocaron que algunos miembros de la familia fueran despedidos de sus puestos. El asedio de personas afines al orteguismo también se volvió “pan de cada día”. Ella, incluso, comenzó a vender nacatamales para obtener dinero y buscar al mayor de sus tres hijos, a su Xavier.
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“Yo sé que mi ‘Xaviercito’ está vivo, solo quiero que me digan dónde está”, pide Centeno, llorando y con el rostro agotado tras el periplo de estos meses. Horas antes del secuestro, Mojica Centeno realizó labores de limpieza en el Centro de Aprendizaje y Mentoría de Las Palmas, en Managua, donde estudiaba Diseño Gráfico. Unas fotos, donde viste una camisa color verde y un pantalón negro, evidencian que así fue. Esas mismas fotos ahora su madre las atesora.
Xavier, el amante del comics
Un familiar, que prefirió ocultar su nombre por temor, asegura que a la Policía Nacional no le ha importado el sufrimiento que tienen tras el secuestro de Mojica Centeno, puesto que han llegado a la casa para tratar de llevarse a sus otros dos hermanos: un adolescente de 16 años y una joven de 19. Esto, concuerdan los familiares, es en venganza porque continúan denunciando la desaparición. Aunque lo hacen con temor, dicen.
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Los vecinos de la cuadra donde vive la familia de Mojica Centeno hablan de él en tiempo pasado: era callado, le gustaba el futbol, no se metía a problemas con nadie… Pero a diferencia de ellos, la madre del joven habla en tiempo presente, como si lo tuviera a su lado: “Le gusta el comics, por eso se metió a estudiar diseño. También es buen estudiante mi Xaviercito. Él es el mayor de mis hijos”.
El mismo familiar confiesa que muchas personas le han recomendado a la madre de Mojica Centeno que por seguridad se vaya de Nicaragua, junto a sus otros dos hijos. Pero ella explica con firmeza que no se irá del país sin encontrar a su muchacho. “Donde voy solo me dicen que está muerto. Y eso no lo voy a aceptar nunca”, sostiene Centeno.
Datos alarmantes
En Nicaragua cada día hay más casos de secuestros, desapariciones y detenciones ilegales, revelan los registros del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (Anpdh), e incluso, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Álvaro Leiva, secretario ejecutivo de la Anpdh, detalla que desde el 18 de abril, fecha en que comenzaron las manifestaciones cívicas, mantienen el registro de 1,609 personas secuestradas y desaparecidas, de las cuales han aparecido solo 123.
“En Nicaragua existe una profunda crisis de violación de los derechos humanos con consecuencias trágicas. Y lo peor es que el Estado lo niega”, asegura Leiva, a quien Costa Rica le dio recientemente el estatus de asilado político.
La única ocasión que las autoridades le permitieron a Centeno entrar a El Chipote, dice, que logró ver al preso político Edwin Carcache y le preguntó si había visto a su hijo. Pero él le contestó que no. Ella cuenta que Carcache sí logró comentarle que hay muchos jóvenes que están en El Chipote y sus familias no lo saben.
La familia de Mojica Centeno ha sobrevivido estos meses con la ayuda de algunas personas. Lorena Centeno, la mamá del joven, revela que casi todos los días visita a las organizaciones defensoras de derechos humanos para ver si hay noticias de su hijo, quien casi un mes antes de su desaparición, el ocho de mayo, había cumplido sus 22 años.
“Mientras viva lo voy a buscar hasta que me digan dónde está mi hijo”, cuenta Centeno, a la vez que en su rostro se notan las ganas de llorar. Pero pareciera que ya no tiene más lágrimas, de tantas que ha derramado.