[vc_row][vc_column][vc_column_text]Es duro aceptarlo, pero hay madres que son tóxicas y Nicaragua tiene una.
En los últimos 10 años, Rosario Murillo, nuestra vicepresidenta y primera dama, esa mujer que a diario nos habla en la televisión como toda una madre comprensiva y preocupada por sus hijos, no es más que la fachada de lo terrible que esconde en su ser: UNA MADRE TÓXICA
Lejos de emular el prototipo de ‘buena madre’ que tanto predica en su recurrente monólogo su modelo de crianza gira en torno a la manipulación, el chantaje, el control, el autoritarismo, la sobreprotección, la agresividad, la indiferencia y el cinismo.
Es una madre tóxica sin el mínimo sentido de empatía. Cargada de egocentrismo por lo que en su lógica mental enferma, se le debe rendir pleitesía dado que se considera el centro sobre el cual debería girar no solo Nicaragua, sino el mundo.
Otra entrada de la #MadreInsurrecta: Carta abierta a la compañera Rosario Murillo
Todo debe ser según su propio criterio y no admiten que sus hijos e hijas tengan otras opiniones o elijan otras alternativas para sus vidas. Si lo hacen ella se asegurará de cobrárselas porque este tipo de madres nunca olvidan una desobediencia.
Ella es la madre que se colude con el padre abusador para reprimir a su hija. Antes ya lo habían hecho con Zoilamérica Narváez, así que no dudarán en hacerlo ahora con Nicaragua.
Esa hija a la que lejos de amarla la explota; de cuidarla la expone, y si puede la vende; de respetarla la humilla. Aunque a diario le pregone al oído paz y amor.
Su mente maquiavélica puede orquestar actos que hasta parecen nobles, pero no podemos engañarnos porque detrás de esos actos se ocultan oscuras y maléficas pretensiones que con el tiempo salen a luz.
Es tan manipuladora que con sus palabras de madre dolida, traicionada, sacrificada pretende hacerle creer a Nicaragua que sus actos de emancipación son una traición que además la lastiman, la hieren y al final la convierte en una hija mal agradecida.
Y entonces, Nicaragua se culpa de todo los males que le ocurren, aunque la causante sea ella. Es un acto perverso en el que se victimiza con el único objetivo de aislarla. Es el mismo objetivo que la impulsa para ningunearla y minimizarla hasta reducirle a la mínima expresión la autoestima.
La madre tóxica de Nicaragua Rosario Murillo hace de todo para que su hija eternamente dependa de ella. No la quiere independiente, menos libre o con criterio propio, ella desea un borrego que le sirva, la endiose, la ubique en un altar.
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Obviamente que la maternidad es diferente para todas las mujeres. Lo triste es saber que la figura de la madre marca tanto a hijos e hijas, pero a ella no le importa.
Ella atiza el fuego para que sus hijos peleen y lo peor es que disfruta dividirlos entre ‘hijos buenos e hijos malos’. Y es capaz de armarlos para que unos maten a otros. El fin justifica los medios.
Por eso compañera basta de ubicarte en el papel de la madre sufrida y sacrificada, porque realmente nunca lo has sido. Pero también basta de creerte nuestra madre y tratarnos como seres pusilánimes.
Aunque te parezca imposible nuestros actos son conscientes y lo hacemos por eso que seguro no conoces y se llama: AMOR A NICARAGUA.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]