[vc_row][vc_column][vc_column_text]El 16 de enero de 2018 el Gobierno de Nicaragua, presentó el «Libro Blanco Incidencia de elementos delincuenciales en Nicaragua en el período 2007-2017». Son apenas 68 páginas para resumir 150 muertes en diez años. El documento fue presentado a los diplomáticos acreditados en el país. Y se enfoca en las actividades de la Policía, Ministerio Público y Ejército para frenar, controlar y neutralizado a los “elementos delincuenciales” en las diferentes regiones del país.
¿Qué es un libro blanco?
Es un término proviene de Inglaterra, en junio de 1922 el político y estadista británico Winston Churchill presentó un documento conocido como el «The Churchill White Paper», mediante el cual el gobierno británico estableció la prohibición a los judíos de establecerse en la Transjordania.
Desde entonces los libros blancos son documentos, que publican los gobiernos del mundo para informar a los poderes del Estado y la ciudadanía sobre determinados temas de interés nacional, para resolver problemas o afrontarlos y tomar decisiones.
«Un país sin cárteles»
En el libro blanco, se presenta a Nicaragua como un país que enfrenta el narcotráfico y el crimen organizado «con un enfoque de amenaza a la Seguridad Soberana, por ello podemos afirmar que en Nicaragua no existen cárteles, no existen estructuras del crimen organizado».
Asimismo, se hace mención a la no existencia de maras, de pistas de aterrizaje que faciliten el descenso de aeronaves con droga y se destaca que Nicaragua no es un país que almacene drogas «y no poseemos los niveles de criminalidad que se registran en otros países hermanos».
La mira está puesta en las montañas
Según el documento, el resultado de sus operativos contra el narcotráfico tiene como efecto la incautación de drogas y la desarticulación de las estructuras criminales evitando el tráfico de las drogas, «por lo cual en el caso de la cocaína se aprecia una disminución en las cantidades de drogas incautadas. De manera inversa apreciamos que el tráfico de marihuana está sustituyendo al tráfico de cocaína siendo más focalizado en las zonas rurales y montañosas».
El Libro Blanco, revela que en 2011 se creó una estructura responsable para elaborar planes de prevención y de intervención policial ante la criminalidad en las zonas rurales y montañosas «particularmente en territorios que fueron escenarios de la guerra de intervención en los años 80, como parte del proceso de transición a la paz, la Policía Nacional ha tenido una presencia limitada, operativamente se desarrolló patrullaje y poco a poco se fue logrando basificación, instalando unidades pequeñas de policía. Los resultados de incautaciones de armas de fuego se desarrollaron con la dinámica del proceso de transición a la paz, evitando conflictos».
«En Nicaragua no hay pena de muerte»
Esta creciente presencia de agentes de la policía y militares explicaría la zozobra con la que viven los pobladores de comarcas en el norte del país. Según la directora del Instituto de Liderazgo de Las Segovias y representante del Movimiento de Mujeres Segovianas Haydee Castillo, dice que este «Libro Blanco» no es malo, pero les gustaría que el Ejército y la Policía volvieran a rendir cuentas en las comunidades.
«A nosotras nos preocupa que se hable de tantas personas que fueron asesinadas, porque en Nicaragua no hay pena de muerte y eso nosotras se lo hemos dicho a los jefes (de la policía y Ejército) en la región, de que ellos tienen la gran responsabilidad de resguardar la vida».
Castillo explica cuál es el ambiente que se vive en las comunidades más alejadas en Nueva Segovia, sobre todo después del «asesinato que hubo el 7 de noviembre en Ciudad Antigua, después de las elecciones presidenciales. Nosotras pudimos observar en las comunidades que después de ese hecho sangriento, que las niñas y los niños tenían temor de observar los uniformes de la Policía y el Ejército y eso para nosotras es una gran preocupación».
El recuento de victimas
El canciller nicaragüense, Denis Moncada, durante la presentación del «Libro Blanco», dijo que «los actos criminales han provocado en estos diez años que comprende el Libro Blanco, aproximadamente 150 muertos, entre productores, hombres y mujeres policías y miembros del ejército».
Y es que el recuento ofrecido por este documento, paradójicamente inicia en 2007 en Ayapal y en La Cruz de Río Grande precisamente donde terminó en 2017. La primera ejecución que se cita es la de Gabriel José Garmendia Gutiérrez «Yahob» quien según el Libro Blanco en «2007 se vincula a células del narcotráfico radicadas en Honduras designándoles abrir rutas para el trasiego de marihuana desde la zona norte de Nicaragua», y es acusado del asesinato de Pedro José Castellón Moreno en la comunidad La Palanca, Wiwilí, Nueva Segovia donde resultaron heridos José María Pérez y su hijo José Ariel Pérez Picado.
«Jahob» fue Asesinado en la comunidad de Santa Teresa de Kilambé, municipio de El Cuá, a unos 145 kilómetros al norte de Jinotega. En 2010, Garmendia se había opuesto a la reelección de Daniel Ortega y se alzó en armas. Los mandos de la Policía y del Ejército negaron su participación en el crimen, pero los organismos de derechos humanos dijeron que el excontra no murió por casualidad, sino que «fue una acción dirigida y ejecutada por encargo, por un grupo de poder o por una acción de inteligencia».
En un reportaje titulado «Los rearmados asesinados por el Ejército de Nicaragua» publicado por Artículo 66 el 17 de noviembre, se contabilizó los enfrentamientos entre tropas combinadas del Ejército y la Policía contra estos «elementos delincuenciales» y según las cifras ofrecidas en su momento por las autoridades desde 2011 se han registrado más de 20 enfrentamientos con grupos armados, con un total de 41 alzados asesinados y 7 efectivos del Ejército muertos en diferentes zonas de Nicaragua, todos estos datos según las cifras oficiales y declaraciones de los representantes de ambas instituciones a los medios de comunicación.
84 efectivos del Ejército y Policía asesinados
Este «Libro Blanco», vendría a desmentir las versiones que en ese momento dieron la Policía y el Ejército. En el reporte presentado al cuerpo diplomático, el gobierno reporta que las bajas en ambas instituciones contabilizan: 32 miembros del Ejército muertos, 25 miembros de la Policía Nacional y 27 Policías voluntarios caídos en los operativos, para un saldo final de 84 agentes de seguridad del Estado asesinados. El reporte gubernamental también da cuenta de 13 militares heridos en los mismos enfrentamientos y 47 civiles (campesinos, productores, ganadores, etc.) muertos.
Con relación a los «elementos delincuenciales», en el Libro Blanco solo se mencionan 16 casos, que según el recuento oficial son los más relevantes.
El resumen de Artículo 66 y del Libro Blanco coinciden en solamente 6 casos de rebeldes asesinados: Gabriel José Garmendia Gutiérrez «Yahob», Joaquín Torres Díaz «Cascabel», Enrique Aguinaga «Comandante Invisible», Rafael Dávila Pérez «Colocho», Santiago Palacios Sevilla «Waina» y Francisco Reyes Mendoza «Cinco Pinos».
Al recuento periodístico que sumaban 41 alzados asesinados, se suman los 10 nombres que reconoce la policía en este informe presentado a los embajadores: Bernardo Martínez Rojas alias «Zapoyol», Saúl Palacios Navarrete «Youdanis», José Inocente López Flores, alias «El Licenciado», Julio Castellón Espinoza «Douglas», José Celedonio Rivera Salgado, Juan Napoleón Aguilar Hernández «Débora», Dennis Gámez Rugama conocido como «Rigoberto», Ramón Benito Guevara Ramírez alias «Infierno / Moncho Guevara», Martín Andino Rodríguez «Alfa» y Gerardo Jesús Gutiérrez Gutiérrez «El Flaco Gutiérrez».
Ejército incluye como muertos a cuatro rearmados que están vivos
Con este recuento, en total los rearmados asesinados en las montañas del país sumarían 51. Sin embargo, desde que las autoridades publicaron el Libro Blanco, el joven Bismark Figueroa, hijo del rearmado Marvin Figueroa Zamora (Comandante Nicaragua), se comunicó con Artículo 66 para insistir en que el documento oficial presentado al cuerpo diplomático está equivocado cuando incluye al menos a cuatro miembros de los grupos armados como muertos, aunque siguen alzados.
Los cuatro nombres que resalta el Libro Blanco como muertos son Dennis Gámez Rugama conocido como «Rigoberto», Ramón Benito Guevara Ramírez alias «Infierno / Moncho Guevara», Martín Andino Rodríguez «Alfa» y Gerardo Jesús Gutiérrez Gutiérrez «El Flaco Gutiérrez».
«El Flaco Gutiérrez no está muerto. Me consta. Yo he hablado con él», dijo Figueroa, quien insistió en que tanto Gutiérrez como los otros tres alzados se encuentran en las montañas.
Figuera además dijo que «Rigoberto» está vivo y «es el hombre más buscado» por el Ejército. «Fue el que mató a un capitán del Ejército en la RAAS y el Ejército lo atribuyó al narcotráfico. A Rigoberto están haciendo hasta lo imposible para infiltrarlo», explicó el joven activista originario de Waslala.
Sobre Ramón Benito Guevara Ramírez alias «Infierno / Moncho Guevara», mencionado en el Libro Blanco como muerto en los enfrentamientos con el Ejército, Figueroa dijo que «Sufrió dos atentados; una emboscada del Ejército y otro intento de asesinato que fue frustrado. En este último resultó herido pero se recuperó. Actualmente está vivo y es buscado por el Ejército. Antes, era policía voluntario y en 2012 se rearmó. Actualmente sigue en la montaña».
Elea Valle sigue pidiendo justicia
El 12 de noviembre de 2017 Nicaragua se despertó con la masacre de La Cruz de Río Grande, donde dos menores de edad fueron violados y torturados por miembros del Ejército de Nicaragua, cuando se enfrentaron a un supuesto grupo criminal.
Para Violeta Granera, coordinadora del Frente Amplio por la Democracia (FAD) el Libro Blanco «es un libro rojo porque da vergüenza a Nicaragua que el Gobierno se atreva a hacer un panfleto promocional sobre una actuación que todo mundo sabe cómo ha sido. Todo sabemos cómo andan en el norte matando a los campesinos».
Desde el 12 de noviembre de 2017 a Elea Valle se le ha visto en marchas feministas, en presentaciones de libros, en conferencias de prensa, en organismo de defensa de los derechos humanos y ante las autoridades exigiendo justicia y que se le devuelvan los cadáveres de sus familiares. Al preguntarle sobre el Libro Blanco ella expresa su disgusto.
«Ese libro es una mentira, la realidad es otra. Y yo no voy a dejar de venir hasta que me entreguen los cuerpos de mis hijos. Ya fui cuatro veces a Plaza El Sol (la sede central de la Policía Nacional) y no tengo respuesta, ellos quieren que estén solo los huesos para que no miren las torturas que les hicieron».
Según la campesina, las personas que andaban esa mañana en compañía de Rafael Pérez Dávila, su esposo era alzados en armas con fines políticos y que sus hijos no tenían nada que ver con el grupo irregular. Elea cuenta que hay muchos grupos de rearmados en la zona donde fueron asesinados sus familiares y que hay una constante persecución a los exmiembros de la resistencia. Elea se mantiene firme a la espera de que las autoridades le respondan a sus preguntas y exigencias.
«Ya pasó lo que pasó, de revivirlos no va a pasar. Yo lo que espero es que haya cárcel para esa gente que me hicieron el daño, que haya justicia, que me entreguen los cuerpos».
Según el Libro Blanco, en estos diez años en los operativos en las zonas montañosas de Nicaragua, se han ocupado un total de 3,394 armas de fuego en manos de grupos delincuenciales.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]