[vc_row][vc_column][vc_column_text]Mayra Ayala, de 58 años, aún quebrantada por la pérdida de su hija Casandra Nohemí Chamorro Ayala, quien fue asesinada por su cónyuge, narró que lo único que le pide a Dios tras la muerte de su hija es vida y fuerza para, antes de morir, tener la posibilidad de ver a sus nietos con una carrera profesional. Actualmente, ella asume el rol de madre con cuatro niños de 15, 13, 11 y siete años, huérfanos por causa del femicidio.
Esta abuela detalló que por cuidar a sus nietos ha dejado de trabajar. Mayra aseguró que se le dificulta garantizar la comida, vestimenta y educación de los pequeños, pues para mantenerlos se dedica a hacer «rumbitos». A su vez, expresó indignada la falta de apoyo para sus nietos por parte de los familiares paternos y del Gobierno de Nicaragua.
Para esta abuela, que ha tenido que cargar con la crianza de sus nietos, es doloroso que “en El Crucero (municipio de Managua), la psicóloga del Centro de Salud y de Mi Familia nunca me los han visitado (a sus nietos) para atenderlos”.
Las carencias y los traumas que padecen estos niños víctimas directas de la violencia forman parte de las preocupaciones de la Fundación Dina Carrión. Esta organización preparó un encuentro con niños, niñas y adolescentes que han quedado sin sus madres —y en algunos casos sin sus padres —, producto del femicidio.
Según los organizadores, con estas actividades pretenden visibilizar a la niñez que vive en la orfandad para, de paso, exigir al Estado que atienda a las víctimas de estos delitos y lograr que ciudadanos nacionales y extranjeros apadrinen a los niños.
En este evento, 20 niños, junto a sus tutores, disfrutaron de una mañana de payasos, comidas, juegos y regalos. Al son de violines, tambores y guitarras, los pequeños, con grandes sonrisas y palabras llenas de seguridad, expresaron que cuando sean grandes desean ser doctores, veterinarios y abogados.
Aida Carrión, directora de la Fundación Dina Carrión, detalló que con estos encuentros buscan “visibilizar a los niños a nivel nacional y sobre todo que el Gobierno de Nicaragua mire que hay niños, niñas y adolescentes sufriendo por los femicidios”.
El llamado que hizo Carrión al Gobierno de Nicaragua es que se “responsabilice con la niñez víctima de la violencia de género” tal como lo establece la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) en el artículo 19: “todo niño tiene derecho a medidas de protección que su condición de menor requieren por parte de su familia, de la sociedad y del Estado”.
Según las estadísticas de la organización Católicas por el Derechos a Decidir (CDD), de enero a noviembre de 2017, se contabilizan 84 niños, niñas y adolescentes que quedaron sin sus madres, producto del femicidio.
La Fundación Dina Carrión inició a trabajar con niños huérfanos del femicidio desde abril de este año. A lo largo de estos meses, han brindado útiles escolares, atención psicológica, personal y grupal a diez niños de tres familias de Mateare, Masaya y Managua.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]