Mientras los precios internacionales del petróleo siguen cayendo, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo anunció que los combustibles en Nicaragua continuarán congelados durante la semana del 4 al 10 de mayo de 2025. En vez de aplicar una rebaja que refleje la caída del mercado global, la dictadura le mete la mano en el bolsillo a los consumidores, les roba el ahorro que deberían percibir por la baja del crudo, y se queda con la diferencia, encareciendo artificialmente cada litro de gasolina, diésel y gas licuado.
La agencia AFP reportó este viernes que el barril de Brent, referencia global del crudo, cayó a 61.29 dólares, mientras el West Texas Intermediate cerró en 58.29 dólares, con bajas del 1.35 % y 1.60 %, respectivamente. Según analistas citados por AFP, la caída responde a un aumento de la producción por parte de la Opep+ y a una disminución de la demanda en China, el mayor importador mundial de petróleo, debido a la tercia arancelaria de Estados Unidos.
A pesar de este contexto favorable, el gobierno nicaragüense, a través del Instituto Nicaragüense de Energía (INE) y el Ministerio de Energía y Minas, anunció que «los precios locales […] se mantendrán sin variación». El comunicado, emitido el jueves 2 de mayo, afirma que esta decisión responde a «la preocupación constante de la Presidencia de la República» y que se mantendrán «las acciones y medidas correspondientes que permitan mitigar el impacto del incremento de estos precios». Sin embargo, el petróleo no ha subido: ha bajado. Y el régimen, al no trasladar esa baja, roba cada semana a quienes pagan combustible.
Actualmente, en Managua, el litro de gasolina regular cuesta, en promedio, 47.80 córdobas, la gasolina súper 48.98 córdobas, y el diésel 43.21 córdobas. Estos precios se han mantenido congelados desde abril de 2022. Si se aplicara la reducción del 40 % correspondiente a la caída acumulada del precio internacional del crudo desde esa fecha, los combustibles deberían costar:
• Gasolina regular: 28.68 córdobas por litro
• Gasolina súper: 29.39 córdobas por litro
• Diésel: 25.93 córdobas por litro
Es decir, los consumidores están pagando entre 15 y 20 córdobas más por cada litro. No por impuestos, no por transporte, no por crisis: por decisión política del régimen de Ortega, que ha optado por mantener inflados los precios para apropiarse del ahorro generado por la caída del petróleo. El sobreprecio lo asumen directamente los bolsillos de los nicaragüenses.
Esta política de saqueo disfrazada de estabilidad comenzó el 3 de abril de 2022, cuando el régimen anunció por primera vez que asumiría «los incrementos» del mercado internacional para evitar alzas internas. En ese momento, el barril de Brent costaba 104.58 dólares. Hoy vale 61.29. La caída acumulada es de más del 40 %. Pero en Nicaragua, el precio por litro no ha bajado un solo centavo.
A esta práctica se suma el congelamiento del gas licuado de petróleo (GLP), utilizado para cocinar en la mayoría de hogares nicaragüenses. Las presentaciones de 10, 25 y 100 libras también permanecen con los mismos precios desde hace tres años, pese a que el crudo ha disminuido drásticamente. El régimen también se ha apropiado del ahorro que debería beneficiar a las familias y bajarle el precio a la comida que se cocina en cada hogar.
La siguiente gráfica muestra la evolución del precio del petróleo Brent entre abril de 2022 y mayo de 2025. La caída es sostenida y evidente, en contraste con la parálisis deliberada de la política de precios impuesta por Ortega.

Cada semana que pasa sin que se refleje la baja del petróleo internacional, el régimen de Ortega y Murillo le roba directamente a millones de ciudadanos, encareciendo el transporte, los productos básicos, los servicios, la logística y la vida cotidiana. El discurso de estabilidad es una farsa. No hay protección al consumidor: hay un robo silencioso, pero descarado, que pretenden tapar cada semana con los comunicados «bondadosos» del INE y del Ministerio de Energía.