El ahora exmagistrado sandinista del Consejo Supremo Electoral (CSE) José Luis Villavicencio es el autor material del asesinato del tricampeón mundial de boxeo y exalcalde de Managua, Alexis Argüello, al ser quien que le disparó en el pecho con una pistola, mientras lo sostenían tres de cinco cómplices que participaron en el complot: Fidel Moreno, Francisco «Chico López» y Edgardo Cuarezma.
La seria revelación y acusación la hace el desertor del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y exagente de la Desaparecida Dirección General de Seguridad del Estado (DGSE), Marlon Gerardo Sáenz Cruz (El Chino Enoc), quien ahora está desterrado y desnacionalizado en Estados Unidos, acusado por sus antiguos compañeros políticos como «traidor a la patria».
La mañana del primero de julio de 2009 se conoció la trágica noticia de la muerte de la leyenda del boxeo mundial, supuestamente por suicidio, siendo alcalde de la capital nicaragüense.
La historia de ese suicidio siempre ha sido puesta en dudas por los hijos del tricampeón, pero nunca antes se había hecho una revelación con tantos detalles que mencionara incluso a los jefes y los autores materiales de un complot muy bien planificado, producto de intrigas políticas tejidas a lo interno del FSLN, el partido de Daniel Ortega, que engatusó al deportista para unirse a ellos como candidato a la comuna capitalina en el año 2008.
Lo agarraron entre tres y Villavicencio le disparó
El Chino Enoc señala directamente al exmagistrado Villavicencio de ser el que apretó el gatillo mientras tres de sus cómplices lo sostenían, uno más esperaba en un vehículo a cien metros de la casa del campeón y su propia esposa, quien también estaría complotada, esperaba el desenlace en la primera planta de la vivienda de dos pisos.
El disparo que segó la vida de Argüello no fue más que la culminación de un plan trazado previamente, según el Chino Enoc, por el exjefe de la DGSE, Lenín Cerna Juárez, quien se había enterado, el 30 de junio, que al día siguiente Alexis daría una conferencia de prensa denunciando la usurpación de su cargo de alcalde de Managua por Fidel Moreno, quien obedece órdenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
El exagente de la Seguridad del Estado, ahora desde el destierro en Estados Unidos, confirmó lo que en su momento se dijo del crimen de Argüello, de que el edil renunciaría al día siguiente frente a los medios de comunicación y dejaría en evidencia el proyecto totalitario y dinástico que tenía entre manos la pareja Ortega-Murillo.
Dado que esa conferencia de prensa sería el primero de julio, la noche anterior, Cerna convocó a un grupo de operadores políticos para llevar a cabo una misión: convencer al alcalde Argüello de no brindar las declaraciones bajo la promesa que seguiría siendo alcalde, pero sin poder, y mantenerse callado, o de lo contrario, desaparecerlo de la escena.
Fue así que el exjefe de la Seguridad del Estado de los años 80 llamó al secretario general de la Alcaldía de Managua (Alma), Fidel Moreno, al entonces secretario político del FSLN en Managua, Edgardo Cuarezma; al tesorero del FSLN, Francisco «Chico López», quien se hacía pasar como un «mejor amigo de Argüello»; y Reinaldo Mairena, trabajador de la Alma.
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Todos abordaron dos vehículos y se dirigieron hacia la casa del tricampeón mundial de boxeo quien ya se encontraba en estado depresivo. Dice el «Chino Enoc» que antes de la llegada de estos operadores sandinistas a la casa del «caballero del ring»l e habían enviado a otro funcionario municipal de nombre William Aguirre para suministrarle drogas y reducir cualquier resistencia.
«Llegan a la casa, Mairena se queda en el volante en uno de los carros, a 100 metros de la casa de la víctima, los otros cuatro llegan a la vivienda, entran y son recibidos por la esposa del boxeador y les indica que su marido está en su habitación en el segundo piso», narra Sáenz Cruz.
«Llegan los cuatro, Fidel Moreno, Edgardo Cuarezma, el magistrado José Luis Villavicencio y Chico López. Carla Castillo (esposa de Alexis) se presta al juego y les dice que está arriba porque la casa es de dos pisos. Los cuatro pasan arriba. Llegan a hablar con él, es la primera etapa de la profilaxis que es la que les ordena Lenín (Cerna)», narra el Chino Enoc.
El sandinista desterrado, que no especifica cómo supo todos esos detalles del operativo de asesinato de Argüello, asegura que durante toda la operación tanto Cerna como otro de los complotados, Juan José Úbeda, estuvieron monitoreando paso a paso el desarrollo de los acontecimientos.
Continúa narrando Enoc que Alexis siempre cargaba un arma, pero ese día no la tenía consigo. Tampoco estaban ni su guardaespaldas ni su chofer.
Los sandinistas empezaron a hablar con el alcalde, sin embargo no lograron convencerlo. Le dicen que la orden es que «tiene que hacer caso, que no dé la conferencia de prensa, que no presente la renuncia y que Fidel Moreno es el poder». Alexis se niega. No acepta que le usurpen el poder, argumenta que lo eligió el pueblo de Managua.
El Flaco Explosivo, como le llamaban en el ring, se resiste, discute, y reacciona a golpes contra Fidel Moreno. Este le propina un golpe en el tabique nasal mientras Chico López lo sujeta y Villavicencio aprovecha y le propina un disparo en el pecho que acaba con la vida del legendario boxeador y alcalde de Managua por el FSLN, asesinado por ellos mismos.
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Días antes, el edil había sufrido maltratos, humillaciones y agresiones verbales de la propia Rosario Murillo y del hijo de los tiranos, Rafael Ortega.
La decisión de denunciar todo eso y renunciar fue tan firme que Alexis escribió una carta que compartió con su consejero el doctor Eduardo Román, quien, según sospecha Sáenz Cruz, fue quien le filtró la intención de renunciar a Lenín Cerna.
En esa carta, hasta ahora desconocida en Nicaragua, Alexis menciona los maltratos de Murillo y su hijo Payo Ortega. La forma en que lo fueron desplazando de su cargo y lo relegaron y hasta reconoce que el llegó a la alcaldía no como le hubiera gustado, dejando entrever que hicieron fraude para que él ocupara la comuna capitalina, como fue denunciado por el entonces candidato opositor liberal Eduardo Montealegre, quien había competido por la silla de la capital con Argüello.