Tras la victoria en las presidenciales de Panamá del centroderechista José Raúl Mulino, del partido Realizando Metas, del convicto exmandatario Ricardo Martinelli, salta la interrogante de qué pasará ahora con el protegido de Ortega. Un analista consultado por Artículo 66 al respecto, considera que Ortega se llevará una decepción, pues Mulino difícilmente se convertirá en su aliado incondicional para pagarle el favor hecho a Martinelli.
Este domingo 5 de mayo, José Raúl Mulino, quien fue postulado inicialmente como candidato a la vicepresidencia con Martinelli, logró alzarse con la presidencia del país canalero con más de 34% de los votos a su favor, según el conteo divulgado por las autoridades electorales panameñas. El nuevo mandatario se ha declarado un político de «centroderecha» y en su país es visto como un hombre de «mano dura», capaz de usar la fuerza para aplacar protestas.
El nuevo presidente, quien asumirá las riendas de Panamá tras su juramentación el próximo primero de julio, tiene una dificultad que podría restarle independencia a la hora de gobernar: el favor que ahora le debe su líder político Martinelli al dictador nicaragüense Daniel Ortega.
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Martinelli fue condenado a más de 11 años de cárcel por actos de corrupción, y evadió la cárcel refugiándose en la embajada nicaragüense en la capital panameño, luego Ortega le concedió asilo político. El exmandatario canalero está refugiado en la sede diplomática nica desde el pasado 7 de febrero y desde ahí, violando todas las leyes de su país y el derecho internacional, el condenado participó activamente en la campaña electoral.
En tanto, según una nota publicada este lunes por France 24, Mulino ya se ha adelantado a advertir sobre ese problema y habría afirmado que, con respecto a Martinelli, hará lo posible por «ayudarlo» pero advirtió que será «como corresponde de acuerdo a la ley».
Un analista y conocedor de temas diplomáticos, que pidió mantener en reserva su identidad, explicó que, en principio, cuando Mulino asuma la presidencia se superará la crisis provocada por el «asilo» en la embajada Nicaragüense, la tensión diplomática entre ambos gobiernos desaparecerá y los dos gobiernos buscarán la mejor forma para la salida de Martinelli de la embajada.
Sin embargo, el analista señala que Martinelli no podrá salir inmediatamente, porque hay una pena en su contra «que le forzaría a ir a prisión», mientras Mulino trata de impulsar una amnistía o indulto a su favor.
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Otra solución que podrían buscar es que Mulino autorice la salida de Martinelli hacia Nicaragua, bajo la promesa de su pronto retorno, «aunque podría ser útil para Mulino que Martinelli permaneciera el mayor tiempo posible en Managua, para poder gobernar sin tutelajes o interferencias, organizando su gobierno a sus anchas», analiza el experto.
El nuevo mandatario panameño es abogado, ha sido ministro de Seguridad y del Interior en su país. Sobre él recae la responsabilidad del uso de la fuerza letal contra manifestaciones de trabajadores bananeros en 2010, que se saldó con dos personas muertas. Desde entonces, según la prensa local, es visto como un «mano dura».
El analista consultado, desde sus conocimientos sobre temas diplomáticos considera que el favor que Ortega le hizo Martinelli «no condicionará necesariamente la política de Mulino hacia Nicaragua. No es previsible un apoyo incondicional como el de Cuba, Venezuela o Bolivia».
Para el experto, Mulino no querrá verse ligado a una dictadura acusada de violaciones sistemáticas a los derechos humanos y por la comisión de crímenes de lesa humanidad.
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«El nuevo presidente (panameño) no atacará al régimen de los Ortega-Murillo pero tampoco se convertirá en su defensor y mantendrá una posición firme en defensa de la democracia y los derechos humanos que no favorecerán a la dictadura Nicaragüense», adelanta el especialista.
Asimismo, el experto recordó que Mulino no se sentirá obligado personalmente con Ortega, «el favor deberá pagarlo Martinelli, sino es que ya lo hizo. Querrá tener buenas relaciones con los EEUU y que lo aprecien como un gobernante comprometido con la democracia, que pretende tener buenas relaciones con todos los países, pero sin afiliarse a ningún bloque, menos aún al de los países totalitarios donde se ubica Ortega», prevé el analista.