La dictadura de la familia Ortega-Murillo mantuvo secuestrada por siete años la memoria histórica de las dos visitas de San Juan Pablo II a Nicaragua, inmortalizada en un museo. Cuando finalmente el gobierno sandinista abrió los candados del edificio, lo hizo para desaparecer el homenaje al santo católico y levantar un centro de entretenimiento para beneficio de sus hijos. Los valiosos artículos de las visitas históricas del Papa ahora se encuentran «desaparecidos».
En otro acto más de odio y asedio hacia la Iglesia católico, el Museo San Juan Pablo II, inaugurado el 14 de diciembre de 2016, en Managua, para honrar al único pontífice que visitó Nicaragua en dos ocasiones, fue reemplazado por un centro de actividades lúdicas que beneficia los pasatiempos lucrativos de Camila y Laureano Ortega Murillo.
El museo, cuya construcción superó el millón de dólares y fue financiada con los impuestos de los nicaragüenses, fue desmantelado para dar paso a un parque y un centro cultural dedicado al compositor Tino López Guerra.
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La voz del odio profundo
El anuncio lo hizo la vocera gubernamental Rosario Murillo, artífice de la campaña de odio contra la Iglesia católica, quien en años anteriores, irónicamente, fue la dirigente de la iniciativa para rendir homenaje al papa fallecido.
Desde su inauguración, el 22 de diciembre de 2023, el nuevo centro ha programado una serie de presentaciones culturales y eventos de entretenimiento para el 2024, dirigidos a la alta clase de la dictadura. Entre estos se encuentran conciertos de ópera, galas líricas y desfiles de moda de Nicaragua Diseña, el proyecto dirigido por Camila Ortega Murillo.
Hasta la fecha, no se conoce el monto, origen del dinero y empresa constructora a cargo del centro de entretenimiento. Lo que más preocupa a la comunidad católica es el destino de los objetos otorgados por el santo, muchos de ellos de invaluable valor histórico y cultural.
La venganza contra Juan Pablo II
La decisión de reemplazar el Museo San Juan Pablo II, una figura histórica y espiritualmente relevante para muchos nicaragüenses, y desaparecer sus objetos, resalta el profundo odio de la familia Ortega-Murillo contra la Iglesia Católica.
Las visitas del papa Juan Pablo II a Nicaragua fueron momentos claves en la historia reciente del país, y la eliminación del museo dedicado a su memoria es vista por críticos como «un acto de desdén hacia su legado y de odio hacia la comunidad católica en general».
A criterio de un miembro de la Conferencia Episcopal, este cambio «refleja las prioridades y prácticas de la administración actual, marcado siempre por las acusaciones de nepotismo y represión, la ofensa a los católicos y el completo desprecio a su santidad Juan Pablo».
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Esconden la corrupción detrás del desprecio al papa
La remodelación del centro, no se refleja entre las obras municipales presupuestadas en 2023 dentro del Programa de Inversión Pública, ni en el de 2022 ó 2024.
Se desconoce el destino de las piezas de valor histórico. Según el miembro de la Conferencia Episcopal, consultado bajo anonimato, la Iglesia no ha recibido los objetos ni tiene conocimiento de su destino.
«A menos que se los hayan dado a su eminencia, el Cardenal Leopoldo Brenes, y no nos haya dicho nada, nadie más sabe dónde están los objetos de nuestro querido San Juan Pablo II», dijo el religioso.
Una obra manchada de corrupción desde el origen
Para construir el edificio, de 8,000 metros cuadrados, se necesitaron 45 millones de córdobas, según el Plan Anual de Inversiones 2016 de la Alcaldía de Managua. El edificio lo construyó la polémica empresa Chávez y Chávez Construcciones Sociedad Anónima, bajo contrato simplificado, y lo autorizó el secretario de la alcaldía de Managua, Fidel Moreno.
La obra constaba de una capilla para oración, galerías, jardines, una fuente luminosa y una réplica de la enramada que albergó al papa en su primera visita a Nicaragua en 1983. El museo guardaba las reliquias y artículos que usó San Juan Pablo II en sus visitas de marzo de 1983 y febrero de 1996.
Se exhibían ropas y toallas enviadas desde Roma por El Vaticano, usadas por el sumo pontífice para secar sus manos tras la misa oficiada en la plaza, que al día de hoy aún lleva su nombre, «Plaza La Fe Juan Pablo II».
El museo también guardaba la silla de madera que utilizó el líder religioso, elaborada por artesanos de Masaya, así como un podio de metal, una moneda acuñada, una biblia conmemorativa publicada por su visita por tres países de Centroamérica y Venezuela, entregadas al exalcalde de Managua Roberto Cedeño, el pergamino con el decreto presidencial que dio a la plaza el nombre Juan Pablo II, así también una marquesina usada en el Altar Mayor durante su misa.
Recuerdos del papa bajo llave
El edificio original incluía tres galerías con objetos originales y réplicas. Otra galería contaba con fotografías de sus visitas y el oficio de su misa celebrada en Managua, que antes estaban bajo resguardo de la Dirección del Patrimonio Cultural de la Alcaldía de Managua.
Además, el museo alojaba un sillón de madera azul con el sello papal, que el pontífice usaba en El Vaticano; dos rosarios de plata (uno blanco y uno negro), una medalla conmemorativa de la segunda visita del papa a Nicaragua; el libro de la liturgia que el sumo pontífice utilizó al presidir la misa en la Plaza de la Fe; la silla que utilizó durante la Eucaristía, el petate que decoró la mesa de la Eucaristía; y el pódium desde donde dirigió un mensaje a la nación.
Desde su inauguración, ninguno de los objetos donados por el papa fue expuesto al público y nunca se explicaron las razones de la censura. Nuestra fuente explica escuetamente una teoría: «En 2016, Murillo quería atraer a Nicaragua al papa Francisco y bendecir su proyecto político. No lo logró y llegó 2018. Ahí sacó todo su viejo odio contra la Santa Iglesia y así llegamos a 2024. En realidad, ellos siempre odiaron a Juan Pablo II»
Origen del odio de Ortega al papa
La historia de Ortega con el papa Juan Pablo II está llena de tensiones. En la primera visita de su santidad a Nicaragua, el 4 de marzo de 1983, Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) quisieron obligar al papa a apoyar la revolución sandinista, pero el líder religioso rechazó la propuesta y, al contrario, cuestionó al régimen.
La respuesta del FSLN y Ortega fue grotesca: las turbas sandinistas se tomaron la misa y con parlantes interrumpieron la misa con consignas partidarias y a gritos pedían que el papa apoyara la revolución. En esta misma plaza, donde hoy se alza el museo y un enorme obelisco en memoria al papa, el pontífice alzó la voz para callar a las turbas sandinistas: «Silencio, la primera que quiere la paz es la Iglesia», les dijo.
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Luego el papa volvió a venir el 7 de febrero de 1996, cuando gobernaba la presidenta Violeta Barrios de Chamorro. En esa ocasión, el líder religioso calificó el periodo de la primera dictadura sandinista como «la gran noche oscura». «Recuerdo la celebración de hace trece años; tenía lugar en las tinieblas», dijo el Papa en la misa que celebró en Managua.
Nuncios y cardenales bajo el embrujo sandinista
El museo se anunció el 14 de noviembre de 2014 y se inauguró el 14 de diciembre de 2016; al evento llegaron Ortega, Murillo y las altas autoridades de la Iglesia Católica en Nicaragua. En esa época, la dictadura había conquistado al cardenal retirado Miguel Obando y Bravo; tenía como aliado al Nuncio Apostólico Fortunatus Nwachukwu y el cardenal Leopoldo Brenes era cercano a la vicedirector Murillo.
Otros curas y sacerdotes rendían honores a la pareja del poder y en los discursos públicos abundaban las referencias a los símbolos católicos de Nicaragua. Murillo exaltó la figura del papa Juan Pablo II: «Vemos ahí la lista de países y son pocos que el santo padre visitó dos veces. Fuimos honrados con dos visitas de San Juan Pablo»
«Aquí queda su huella, aquí queda su legado, aquí está su espíritu, está con nosotros y por eso sé que cuenta con muchos devotos en esta nuestra Nicaragua, donde le invocamos para pedir que fortalezca estas rutas de reconciliación, de encuentro, de diálogo y fortalezca a la juventud en el empeño de servir, para realizarse como seres humanos útiles y para servir a la patria y hacerla grande, como decía Darío, pequeña, pero uno grande la sueña, uno grande la quiere, uno grande la puede hacer. ¡Qué viva el Papa!», expresó Murillo, en ese entonces.
Ortega dio por inaugurado el edificio con un breve discurso: «Damos por inaugurado este memorial en homenaje a San Juan Pablo II. Podemos llamarlo un memorial de la reconciliación y la paz que él predicó, porque las palabras del santo padre estaban llenas de solidaridad, amor y paz».
Luego le pusieron los candados y lo cerraron hasta su clausura final, siete años después de su construcción.
Historia del papa San Juan Pablo II
Karol Józef Wojtyla, su nombre real, fue uno de los papas con quien más se han identificado los nicaragüenses, especialmente por su visita al país bajo el contexto de una guerra civil y después cuando se estableció la paz.
Wojtyla, nacido el 18 de mayo 1920 en Polonia, fue nombrado Papa de la Iglesia Católica desde el 16 de octubre de 1978 hasta su muerte, el 2 de abril de 2005. Fue canonizado el 27 de abril de 2014, junto con el papa Juan XXIII, en una misa presidida por el papa Francisco, tras un milagro atribuido a su intervención.
El papa vivió durante la ocupación alemana de Polonia en los años 40 y bajo el sistema comunista polaco hasta finales de los 70, de donde nació el rechazo a los regímenes totalitarios como el de los sandinistas.