Desde la iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, el sacerdote nicaragüense Marcos Somarriba envió un mensaje a los feligreses católicos para recordarles que «la luz de la resurrección de Cristo continúa resonando» y «hará caer a los que vigilan, controlan y someten a la oscuridad a todo aquel que piensa diferente».
Durante la homilía de este domingo, 31 de marzo, el religioso reflexionó sobre un extracto del libro de San Juan, capítulo 20, versículo 1, el cual relata que «María de Magdalena llega, presurosa, temprano por la mañana, antes de que saliera el sol, y descubre el sepulcro vacío y que no está su amado Señor. ¡Se han llevado su cuerpo!». Este evento marca el comienzo de la revelación del regreso a la vida de Jesús y el cumplimiento de sus profecías.
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Somarriba señaló que «la resurrección de Cristo es esperanza para los que están sometidos a las tinieblas del mal y para cada persona que sufre bajo la maldad, el sufrimiento, la persecución y la muerte. Hoy se renueva la esperanza. Hoy, Cristo vivo y vencedor de la muerte nos da un nuevo significado, un nuevo camino y una nueva visión».
«Podemos estar claros que un pueblo dominado bajo la ambición y la maldad de gente de la noche y la oscuridad, no pierde la esperanza de la luz como fruto de la acogida de Cristo resucitado», comentó el presbítero.
El cura afirmó que «la piedra removida del sepulcro era, en la mente y corazón de algunos, imposible de quitar, como hoy lo es para mucha gente liberarse del peso que aplasta sus sueños y esperanzas. No toda piedra es para siempre, los que pisotean y aplastan las esperanzas de los pueblos serán un día removidos».
De igual manera, Somarriba comentó que «un día, una nueva alba iluminará a todo aquel que, bajo la desesperanza, busca un amanecer para dejar la oscuridad del mal perpetrada por aquellos que hasta hacen guardia y cuidan las piedras que mantienen preso a los que consideran muertos y han vivido, y viven, el horror de la tumba y las cárceles que somos testigos».
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La luz de la resurrección
El sacerdote animó a sus oyentes a no perder las esperanzas, ya que la maldad «no podrá contra aquel que resucitado nos acompaña, nos alienta y nos da fuerza para descubrir la luz de un nuevo amanecer, en medio del caos que se hace presente». «La fiesta se le ha acabado al diablo y a sus secuaces con la resurrección de Cristo. La fuerza que emana la vida que ha vencido a la muerte es una buena noticia», agregó.
Somarriba interpretó que las palabras escritas en el evangelio de Juan destacan que la piedra arrojada lejos del sepulcro es «un signo de que la muerte y el pecado han sido quitados de la resurrección de Jesús». Además, el párroco apuntó que el resurgimiento del Mesías «es la esperanza que derrota a los muertos en vida, que recetan el mal y la oscuridad que abunda en sus vidas».
«La mañana de Pascua nos ha traído el anuncio antiguo, y nuevo a la vez, de que Cristo ha resucitado y el eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace más de 20 siglos, continúa resonando hoy en la iglesia». Al mismo tiempo, el nicaragüense alentó a los católicos a que no «pierdan la esperanza, como muchos de nuestros hermanos, quienes viven todavía en persecución y muerte», ya que con la resurrección de Jesús «en nuestros países llega la luz que ilumina todo».
El presbítero continuó con su homilía expresando que «la luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio», ya que actualmente la misma «hace caer a los guardias custodios de cada muerte perpetrada a base de mentiras, injusticias y el mal, de quienes desde su guarida protegida de la luz dan órdenes tenebrosas de seguir, acosar, vigilar, controlar y someter a la oscuridad de la muerte a todo aquel que piensa diferente».
«Es una luz divina la que Jesús ha dado, porque ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, de la verdad, del bien y del Aleluya Pascual, que contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: pueblos en miseria, hermanos y hermanas con hambre y enfermedades, guerras y violencias», dijo Somarriba.
Esperanza para el dolor de los pueblos
El párroco aseguró que el mensaje de la resurrección de Jesús debe llegar «especialmente a los pueblos y a las comunidades que todavía están sufriendo un tiempo de dolor, para que Jesús les abra el camino a la libertad, justicia y paz». «No tenemos nada que hacer en el sepulcro, no hay que llorar más, porque todo es nuevo y ya no queda espacio para la pena, porque Dios nos sonríe por medio de Cristo resucitado», indicó.
El sacerdote aseguró que «al final todo se coloca en su lugar y un día todo caerá por su propio peso en el sitio donde Dios lo ha querido plantar. Pronto será de día para muchos sometidos bajo el yugo de las tinieblas y la tristeza del Viernes Santo», día en el que Jesús falleció en la cruz.
«En este día, se torna de alegría lo que parecía imposible, lo que se vivía como un fracaso se convierte en una victoria impensable para el ser humano, pero posible para Dios. Hoy también se nos recuerda que renace la esperanza, porque Cristo nos la ha devuelto para volver a empezar y mejorar», expresó el nicaragüense.
Asimismo, Somarriba le recordó a quienes asistieron a la misa que «nunca más estarás solo, porque el Señor va contigo. Aún cuando eres perseguido por tu fe, el Resucitado te acompaña y te sostiene. Hermano, tú que sufres en nuestros países, Cristo te recuerda que tienes otra oportunidad y que nada te puede detener, ni siquiera la muerte, ni los opresores que ya andan muertos en la vida».
«Es fácil sentir miedo, sobre todo cuando vemos cómo el terrorismo golpea donde menos nos lo esperamos. En nuestros propios países: una cuba esclavizada por más de 60 años y el pueblo sufre por hambre, justicia, paz y bienestar, una Venezuela encendida y rica en muchas bendiciones, donde se ha echado todo a la basura y a la pobreza, una Nicaragua dolorida y perseguida, donde fue maniatada su fe y expresión religiosa», reconoció el padre.
A pesar de las crisis sociopolíticas que sufren estos países latinoamericanos, el presbítero reiteró que «en el corazón creyente no hay lugar para el temor, porque Dios está con los seres humanos. Todo lo que nos puede causar miedo lo podemos superar, porque ni la muerte pudo con Cristo y los muertos no podrán contra él».
Somarriba enfatizó en que «Dios ya se preocupa por cada uno de nosotros, su amor hacia nosotros es lo que tiene como motor y fuerza. La realidad y verdad es que nosotros existimos, vivimos y nos movemos porque Dios es amor, porque Dios cuida de su criatura, porque Dios rescata su criatura, porque Dios protegerá y liberará siempre a su criatura».
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«Hoy celebramos la vida sacramental en Cristo como fruto de la resurrección. Hoy somos parte integral de Jesús, somos parte de su iglesia y miembros vivos de la comunidad católica y apostólica. No echemos en saco roto esta gracia que recibimos, vivamos de ella y venceremos la oscuridad que se presenta en el camino de la vida», aconsejó el sacerdote.
Al finalizar su sermón, Somarriba destacó que Jesús «nos tiene preparados un lugar en la Casa del Padre, porque quiere que donde él esté, también estemos nosotros». Además, felicitó y dio la bienvenida a los feligreses «a la grandeza de Cristo, que ha resucitado».