El régimen de Daniel Ortega y Rosario, de la mano de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), sepultó la autonomía de las regiones del Caribe de Nicaragua este domingo tres de marzo. Ese día se hizo con el control absoluto de los gobiernos regionales del Sur y el Norte del Atlántico.
Esta nueva «farsa electoral», como la han tildado grupos opositores, fue criticada por Brian Nichols, Subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, un alto funcionario de la política exterior de Washington.
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El funcionario del gobierno de Joe Biden señaló que el régimen Ortega Murillo nuevamente negó a los nicaragüenses «sus derechos básicos e impidió elecciones libres y justas en los territorios indígenas y afrodescendientes de la Costa Caribe».
«Nos unimos al llamado de la CIDH a las autoridades para que cesen la represión contra estas comunidades y todos los nicaragüenses», escribió Nichols en su cuenta de la red social X, antes Twitter.
Las elecciones regionales del Caribe nicaragüense se realizaron bajo el control absoluto del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido político del dictador Daniel Ortega. Urnas Abiertas (UA) documentó una serie de irregularidades previo y durante el proceso de votaciones.
La organización denunció coacción del voto, el uso de recursos públicos, violencia política y la poca asistencia de la población a las Juntas Receptoras de Votos (JRV). Todas estas acciones involucraron a más de 15 instituciones, ministerios, entes descentralizados, gobiernos regionales y comunales, universidades públicas y poderes del Estado.
En estas votaciones regionales, con el 99.20% de las juntas escrutadas, el Consejo Supremo Electoral (CSE) le asignó el 88.95% de los votos válidos. Se habilitaron 751 Juntas Receptoras de Votos (JRV) distribuidas en 308 Centros de Votación (CV).