El nueve de febrero de 2023, Estados Unidos recibió en el aeropuerto de Washington a 222 presos políticos nicaragüenses. Sin saberlo, esos ciudadanos de Nicaragua, sumados a otros 94 que ya estaban exiliados, sufrirían uno de los mayores crímenes de lesa humanidad que no ocurría en la región desde la época de Pinochet en Chile, la desnacionalización.
A un año de la operación realizada por Estados Unidos, el Instituto sobre Raza, Igualdad y Derechos Humanos (Raza e Igualdad) organizó la conferencia Reflexiones a un año del exilio forzado y despojo de la nacionalidad nicaragüense en Washington D.C., Estados Unidos, en la que participaron actores clave de ese suceso.
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El exembajador de Estados Unidos ante Nicaragua, Kevin K. Sullivan, declaró que la operación, que en ese momento estuvo a su cargo porque estaba en funciones, fue algo que se llevó a cabo en tan solo días, por lo que necesitaban un programa del Estado norteamericano que les permitiera procesar el ingreso de 222 personas en tan corto periodo de tiempo. La respuesta a dicha necesidad fue el parole humanitario, el cual les permite a los nicaragüenses quedarse en Estados Unidos por dos años.
«Nos robaron nuestra identidad»
Por su lado, el gerente general de La Prensa, Juan Lorenzo Holmann, secuestrado por 545 días dentro de las cárceles del Estado orteguista, recordó aquella madrugada del 9 de febrero donde él y otros 221 nicaragüenses fueron exiliados a Estados Unidos. «Secuestrados, porque me niego a aceptar que éramos presos políticos, los juicios que realizaron fueron circos y nunca tuvimos derechos humanos», declaró.
A su vez, el directivo del medio de comunicación comentó que «no sé qué es más doloroso, si la privación de la libertad al estar secuestrados, o el destierro acompañado por la apatridia al que nos lanzó la dictadura». «Muchos no existimos ni aquí, ni allá», expresó.
El opositor mencionó, irónicamente, que «si el régimen hizo algo bien, fue hacernos a todos iguales en nuestra condición de desterrados». Sin embargo, el directivo de La Prensa recalcó que el régimen «no pudo quitarle ni la dignidad, ni la voluntad de seguir adelante. Al menos yo sigo inclaudicable en mi posición de reclamar y defender a la libertad de expresión, de movimiento y de todas las libertades».
A su vez, recordó que entre los presos políticos había un ciudadano que era norteamericano, Michael Healy, y que en su caso se habría podía evitar esos trámites para excarcelarlo. Healy murió un mes antes del aniversario de su libertad. «Hoy somos 221, Mike Healy ya es ciudadano del universo», comentó.
«En el vuelo donde fui desterrada junto a otros 221 opositores del régimen, también iba un amigo que no veía desde que fue apresado, habló de Michael Healy, la primera persona que abracé después de ser liberada y primera que miré subir al avión que nos condujo al destierro», relató Samantha Jirón, líder estudiantil.
La opositora recordó como Mike le provocó su «primera risa genuina después de tantos días encarcelada, ya que se vistió de azafato y pidió que nos sentáramos para que el avión despegara antes de que el régimen se arrepintiera y nos bajara». Según Jirón, desde ese día despegaron a otra vida, la misma vida que se le terminó a Mike el 25 de enero por un infarto.
La lideresa estudiantil comentó que siempre imaginó su vida en Nicaragua y que nunca pensó verse forzada al exilio. Expresó que solo tenía dos opciones, «regresar a prisión o estar acá, así que decidí subir al avión sin pensarlo en ese momento».
Las luchas a un año del destierro
A pesar de lo que significó poder alcanzar nuevamente la libertad, los opositores han tenido que sobrellevar muchas dificultades que conlleva la desnacionalización. Holmann destacó que hay tres grupos sumamente vulnerables dentro de los desterrados. El primero, son 15 miembros de los movimientos campesinos que fueron «arrancados de sus fincas», llevados a las cárceles y ahora desterrados en un país donde no conocen nada del idioma.
Por otro lado, está el grupo de personas de la tercera edad, quienes «tienen que empezar su vida de cero a los setenta o más años», además de la atención especializada que requieren debido a sus problemas de salud. Por último, están los líderes universitarios que no pueden darle seguimiento a sus estudios debido a las condiciones del parole humanitario.
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Otra dificultad que han tenido que sobrellevar los miembros de los 222 desterrados y 94 desnacionalizados es tener que observar el fallecimiento de sus familiares sin poder volver a verlos. Jirón, a los tres meses de su liberación, tuvo que acompañar a través de una videollamada a su padre en sus últimos momentos, ya que no podía regresar al país. Además, el destierro afecta a sus parientes de manera directa, ahora, algunos hijos no tienen padre o madre en su registro legal porque «dejaron de existir» en el país.
Sumado a lo mencionado, el régimen aún mantiene a otros 100 nicaragüenses desde el «vuelo a la libertad». Heberto Solís, hermano de Lester Solís, comentó que a su familiar fue condenado a 13 años de cárcel por «opinar diferente en las redes sociales respecto al gobierno. No les importó que él era el único sustento para sus hijos».
Solís relató que «el dos de agosto de 2023, decenas de policías irrumpieron violentamente en su vivienda para capturarlo a pesar de la falta de una orden de detención». Actualmente, Heberto desconoce la condición física de su familiar, y destacó que «en las últimas visitas se le observó una desmejora en salud».
El golpe de la apatridia
Poco a poco, distintos países democráticos han puesto su «grano de arena» para devolverle su identidad a los nicaragüenses. Eva Buendía, consejera de España ante Estados Unidos, resaltó que el país europeo ha «recibido 125 solicitudes para la nacionalidad española, de las que se han concedido 111, 12 desistimientos y las otras están en trámites». A pesar de lo realizado tanto por Estados Unidos y España, los representantes de dichos países reconocieron que «se debe de hacer más».
Por otro lado, el subsecretario de Estado Adjunto de Estados Unidos, Eric Jacobstein, afirmó que el parole humanitario fue solo una solución temporal, la cual les permitió sacar a los nicaragüenses del país. Sin embargo, invitó a nicaragüenses solicitados a inscribirse en el sistema de asilo político o hacer el proceso para recibir la nacionalidad chilena, española u otras. Por su parte, los nicaragüenses solo pidieron que estos procesos de naturalización como ciudadanos sean agilizados.