Sin muchas expresiones de alegría o regocijo, el arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes reaccionó a la excarcelación de los obispos, monseñor Rolando Álvarez e Isidoro Mora, y otros 17 religiosos católicos, emitiendo una «nota arzobispal» dirigida a sus «buenos sacerdotes» para notificarles oficialmente el acontecimiento y, utilizando términos muy discretos en el texto divulgado, califica el destierro de los sacerdotes como «traslado a Roma».
En la comunicación, la máxima autoridad de la Iglesia católica de Nicaragua confirma lo que ya ha informado el régimen Ortega-Murillo, que se trató de un proceso de negociación directo entre la Santa Sede y la dictadura.
«Luego de un diálogo entre el Gobierno de Nicaragua y la Santa Sede, se acordó trasladar a Roma a monseñor Rolando Álvarez, a monseñor Isidoro Mora, a sacerdotes y dos seminaristas», dice la nota arzobispal, fechada el 14 de enero, pero filtrada a las redes sociales un día después.
Hacer la voluntad de Dios
Tras anunciar el «traslado» de los obispos, sacerdotes y seminaristas a Roma, el arzobispo de Managua, que mantiene un silencio ensordecedor ante los constantes ataques contra la Iglesia por parte de la dictadura, hace ver que los religiosos están dispuestos a hacer la voluntad de Dios y seguir el camino que les toque seguir, así sean distintos a los de Dios.

«Los caminos del Señor son tan distintos a los nuestros y en determinadas situaciones nos pide una respuesta: Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad», reflexionó el jefe de la Iglesia católica en Nicaragua.
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Asimismo, pidió a los miembros del clero en el país orar por los obispos y sacerdotes «para que la gracia del Señor nunca les falte y el Espíritu Santo les guíe en todos los momentos de su vida».
La discreta nota emitida por el arzobispado refleja el silencio impuesto a la institución religiosa, bajo amenaza de cárcel, pues cada vez que un sacerdote se refiere a la crisis política y social que vive el país o que critique al Gobierno, es asediado, perseguido y encarcelado hasta mandarlo al destierro.
Hasta la fecha, la dictadura ha encarcelado y luego desterrado a 39 sacerdotes, obispos y seminaristas. Además, previo a este último grupo de religiosos desterrados junto a monseñor Álvarez, el régimen mantiene fuera del país, bien sea por expulsión, prohibición de entrada al país o exilio a más de 80 sacerdotes.
El caso de monseñor Álvarez es más notario en este grupo de religiosos dado que es el único de ellos que había sido condenado a pena de cárcel y desnacionalizado. el obispo matagalpino fue desterrado a Roma en condición de apátrida.
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La excarcelación de los religiosos ha causado expresiones de alivio tanto de los católicos naci0nales como internacionales, así como muestras de aprecio por parte de la comunidad internacional. Uno de los primeros gobiernos en reaccionar fue el de EE.UU., a través del subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols quien expresó a través de su cuenta oficia de X que su Gobierno se «tranquiliza» la liberación de los religiosos.
Asimismo, el diplomático estadounidense insistió que el régimen de Managua debe poner en libertad a todos los reos de conciencia que aún quedan encarcelados.
«Nos tranquiliza ver la liberación de estos líderes religiosos. Todas las personas tienen derecho al culto en casa y en el extranjero. Continuamos llamando a la liberación de todos los injustamente detenidos y al restablecimiento de las libertades fundamentales del pueblo nicaragüense», dijo el funcionario de EE. UU.