Aún con todo y el discurso, supuestamente cristiano y «de amor y paz» que pronuncia a diario la vicedictadora Rosario Murillo, lo que el matrimonio dictatorial le recetó a la Iglesia católica como navidad y año nuevo fue el secuestro de 19 sacerdotes, más uno que ya estaba encarcelado, suman 20 los religiosos que inician el 2024 en las mazmorras de la tiranía Ortega-Murillo.
De acuerdo con un monitoreo de incidencia relacionadas con el secuestro de sacerdotes, realizado por la abogada e investigadora Martha Patricia Molina, actualizado al 2 de enero de este año, en total son 20 los sacerdotes privados de libertad, incluyendo al obispo de la Diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez, quien lleva más de 500 días encarcelado, y al obispo de la Diócesis de Siuna, monseñor, Isidoro Mora.
Asimismo, la abogada Molina, quien se ha especializado en dar seguimiento a las violaciones a la libertad religiosa perpetradas por la dictadura Ortega-Murillo, y es autora del informe: «Nicaragua ¿Una Iglesia Perseguida?», especifica que, de los 19 sacerdotes secuestrados por la Policía orteguista en diciembre pasado, 2 fueron puestos en arresto domiciliario, bajo una férrea vigilancia policial y paramilitar. Es decir, están privados de libertad aunque estén en una residencia.
Obispos encarcelados en las mazmorras orteguistas
Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí. Secuestrado desde el 3 de agosto de 2022. Acusado y condenado a 26 años y cuatro meses de cárcel por la dictadura. Los supuestos delitos por los que Ortega y Murillo se ensaña contra el religioso son «Menoscabo a la integridad nacional» y «Propagación de noticias falsas». Lo mantienen encarcelado en la prisión La Modelo, de Tipitapa. Lleva más de 500 días bajo secuestro y, aunque la dictadura ha presentado fotografías que demuestran que aún lo tienen con vida, su estado físico refleja deterioro.
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Monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega, obispo de la Diócesis de Siuna, en la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte (RACCN). Fue secuestrado por policías y paramilitares el 20 diciembre de 2023, cuando se dirigía a celebrar unas confirmaciones en la parroquia de la Cruz de Río Grande. La acción del religioso que enfureció a los dictadores y motivó su secuestro fue orar y pedir oraciones por monseñor Álvarez. El obispo de Siuna se encuentra en carácter de desaparecido pues «hasta la fecha no existe una acusación formal en contra de él y no se tiene información de su paradero», especifica el informe actualizado divulgado por la abogada Molina.
Sacerdotes rehenes de la dictadura
El 20 de diciembre de 2023, día en que la dictadura desató una verdadera cacería contra los sacerdotes católicos, fueron secuestrados los seminaristas Alester Sáenz y Tony Palacio, ambos son estudiantes del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima. Fueron secuestrados junto al obispo de Siuna, Isidoro Mora, a quien acompañaban en sus labores pastorales. La dictadura no ha presentado una acusación formal contra ellos y no se tiene información de su paradero, por lo que se considera que están en calidad de desaparecidos.
El 26 de diciembre, fue secuestrado el sacerdote Pablo Villafranca, párroco de la iglesia Nuestro Señor de Veracruz, en Nindirí, Masaya y canciller de la Curia Arzobispal de Managua. «No existe una acusación formal en su contra ni se conoce donde lo tienen secuestrado», especifica el informe actualizado por la abogada Molina.
En tanto, el día 28 de diciembre, el régimen lanzó a sus policías contra cuatro religiosos, con la orden de secuestrarlos. En esa redada, los esbirros de la dictadura se llevaron a los sacerdotes Héctor Treminio, de la parroquia Santo Cristo de Esquipulas, de la Arquidiócesis de Managua; monseñor Marcos Díaz Prado, de la iglesia Santo Tomás Apóstol, de Corinto; al padre Fernando Calero, del templo Nuestra Señora de Fátima, en Rancho Grande, Matagalpa, quien habría mencionado a monseñor Álvarez en una de sus homilías; y a monseñor Carlos Avilez, vicario general de la Arquidiócesis de Managua y párroco de la iglesia Cristo de las Colinas quien antes ha tildado de mentiroso al dictador Ortega por decir que «en Nicaragua hay libertad religiosa»
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De acuerdo con el monitoreo realizado por Molina, la dictadura no ha presentado ninguna acusación contra estos religiosos ni ha dado cuenta de su paradero, por lo que también se consideran en situación de desaparición forzada a manos del Estado de Nicaragua. Asimismo, la investigadora advierte que el sacerdote Avilés «padece enfermedades crónicas».
El 29 de diciembre, a solo horas de que el mundo celebrara el fin de año y el recibimiento del nuevo, la guardia de los Ortega-Murillo secuestró a cinco pastores católicos más: monseñor Silvio Fonseca, de la parroquia Santa Faz y vicario de Familia, Niñez y Juventud de la Arquidiócesis, ademas, director del instituto Juan Pablo II. También fue secuestrado ese día el sacerdote Mykel Monterrey, de la parroquia Nuestra Señora de Candelaria; padre Raúl Zamora, de la parroquia Jesús de la Divina Misericordia; el padre Gerardo José Rodríguez, de la iglesia Purísima Concepción, en el Reparto Belmonte, Managua y monseñor Miguel Mántica, párroco de la iglesia San Francisco de Asís, también en Managua.
Contra ninguno de los religiosos capturados el 29 de diciembre existe una acusación formal, y al igual que los anteriores secuestrados se desconoce su paradero.
El 30 de diciembre, continúo la cacería ordenada por los dictadores Ortega y Murillo contra los predicadores de la fe católica. Ese día, la Policía al servicio de la tiranía se llevó por la fuerza al sacerdote Jader Hernández, de la Iglesia Madre del Divino Pastor, en Nejapa, Managua, y al padre Ismael Serrano de la iglesia San Miguel Arcángel, de Managua. También están en condición de desaparecidos a manos de la Policía orteguista.
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El propio 31 de diciembre, la dictadura cerró el año secuestrando al sacerdote José Gustavo Sandino Ochoa, párroco de la iglesia Nuestra Señora de los Dolores, en Santa María de Pantasma, de la Diócesis de Jinotega, quien también padece de múltiples enfermedades, según indica el documento elaborado por Molina.
El nuevo año no estuvo exento de ataques contra la fe católica. El martes dos de enero, fue secuestrado el seminarista Francisco Odorico Castiblanco, del Seminario Mayor Madre Albertina Ramírez, en la Diócesis de Estelí. La dictadura tampoco ha informado sobre su paradero.
En casa por cárcel
Monseñor Óscar Escoto, vicario general de la Diócesis de Matagalpa, capturado el 22 de diciembre pasado y liberado al siguiente día, y el presbítero Jader Guido, secuestrado temporalmente el propio 24 diciembre, quien se desempeña como tercer vicario de la catedral de Matagalpa, se encuentran recluidos en la Curia Episcopal de Matagalpa, sometidos a un férreo asedio y vigilancia por parte de efectivos policiales y paramilitares, según informa la investigadora Molina.