La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo cerró el 2023 con una brutal oleada de ataques contra diecisiete miembros de la Iglesia católica de Nicaragua. Los secuestros comenzaron con el encarcelamiento de monseñor Isidoro Mora, obispo de Siuna, Costa Caribe Norte; y continuaron con la desaparición de quince sacerdotes y dos seminaristas capturados por policías y paramilitares orteguistas, entre el 26 y el 31 de diciembre.
Ante el aumento del asedio hacia los religiosos, el papa Francisco se pronunció respecto a esta situación en la misa de Año Nuevo. «Obispos y sacerdotes han sido privados de la libertad en los últimos días. Expreso a ellos, a sus familias y a la entera Iglesia del país, mi cercanía en la oración», manifestó durante la tradicional oración del Ángelus, realizada en el Palacio Apostólico, en Roma, Italia.
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El pontífice solicitó a los miles de feligreses presentes que continuaran orando por Nicaragua. Además, el líder máximo de la Iglesia católica hizo un llamado a la paz, la reconciliación y abogó por la realización de un «diálogo para superar las dificultades».
La «cacería» de religiosos
Después del arresto del monseñor Isidoro Mora, el 26 de diciembre, el sacerdote Pablo Villafranca, quien también ejerce como canciller de la Cura Arzobispal de Managua, fue capturado. Esta es la segunda vez que detienen al líder religioso, y desde su secuestro por la Policía Nacional, se desconoce su paradero y estado de salud, según un informe de la abogada e investigadora en temas religiosos Martha Patricia Molina.
La noche del 28 de diciembre de 2023, cuatro sacerdotes fueron apresados por las fuerzas represivas del régimen, y al día siguiente, otros cinco religiosos se sumaron a la lista. Todas estas detenciones arbitrarias comparten la característica de la inexistencia de una acusación formal contra los clérigos, y después de ser secuestrados, las autoridades orteguistas no proporcionaron información alguna sobre su ubicación o las condiciones en las que se encuentran los curas.
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El último caso de secuestro conocido es el del cura José Gustavo Andino Ochoa, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores en Santa María de Pantasma, Diócesis de Jinotega. Fue secuestrado el 31 de diciembre por paramilitares y policías. Según el documento de Molina, el sacerdote padece de múltiples enfermedades crónicas.
Los religiosos detenidos se suman a monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, quien lleva más de 500 días encarcelado únicamente por denunciar constantemente las violaciones a los derechos humanos del régimen de Ortega y Murillo. En febrero de 2023, fue condenado a 26 años de cárcel, y en su última aparición pública el 28 de noviembre de 2023, fue evidente su deterioro físico debido al encierro.
Liberados, pero asediados por la Policía
Molina añadió que el vicario general de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Oscar Escoto, fue detenido el 22 de diciembre por la Policía orteguista, pero a las pocas horas fue liberado y se le vio entrar a la Catedral matagalpina.
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En plena víspera navideña, el tercer vicario de la catedral de Matagalpa, Jader Guido, fue secuestrado por el régimen. Según Molina, el presbítero fue liberado a altas horas de la noche, aunque permanece constantemente perseguido por un agente policial del régimen a bordo de una motocicleta.