La empresa CISA Exportadora, la principal compradora y comercializadora internacional de café de Nicaragua cerró sus acopios en el país el viernes primero de diciembre, sin ningún tipo de aviso. La medida dejó a los productores cafetaleros que le vendían sus cosechas tocando puertas y yendo de un lado a otro, y escuetamente les dijeron que era porque «se cayó el sistema».
La empresa CISA operaba a nivel internacional como un conglomerado llamado Mercon Coffee Group, con inversiones en unos nueve países. En su sitio web, Mercon se define como «un líder mundial en el sector del café» y se precia de tener «una vasta experiencia en producción, comercialización, logística y gestión de riesgos».
Mercon fue fundada en 1952 por el empresario nicaragüense Duilio Baltodano, quien heredó la compañía a su hijo José Antonio «Tono» Baltodano y este la hizo crecer y amplió sus operaciones hasta fijar su sede principal en Países Bajos (Holanda). La empresa «se encuentra entre los 10 principales proveedores de café del mundo, brindamos servicios personalizados a clientes en más de 60 países desde sus oficinas ubicadas en América, Europa, África y Asia», dice el Informe de Sostenibilidad 2021-2022, alojado en el portal electrónico de la firma.
La empresa, sin embargo entró en aprietos financieros y el grupo tuvo que hacerse de «una deuda de 450 millones de dólares con el Banco Internacional (holandés) Rabobank y otras 13 entidades financieras», comentó el economista Juan Sebastián Chamorro, a través de un video que difundió en su cuenta personal de X.
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Luego, en el mes de julio de 2023, Baltodano vendió Merco a un fondo de inversiones gringo, conocido como RCG Capital Management, reporta el medio Confidencial, un dato que también fue corroborado por Juan Sebastián Chamorro y por otra fuente empresarial que pidió proteger su identidad.
Pero aunque el problema financiero de Mercon no se origina en Nicaragua, algunas acciones fiscales y deudas dentro del país sumaron a la quiebra. «Los Baltodano dicen que ellos habían vendido a un fondo de inversiones. Mercon aparentemente debe plata por un tema de asfixia fiscal y eso provoca el problema. Dicen que le deben a (banco) Lafise más de 20 millones de dólares», comentó el empresario, siempre bajo condición de anonimato.
DGI anda detrás
Otro empresario que conoce de operaciones corporativas y se mueve en el rubo cafetalero explicó a Artículo 66 algunas movidas que se registraron por parte del gobierno de Daniel Ortega luego que se conoció del cierre de Cisa Exportadora. «Esta es papa caliente. El mismo director de la DGI (Martín Rivas Ruiz) llego hoy (ayer, martes cinco de diciembre) a CISA pidiendo explicaciones. ¿Por qué el interés? Por que hay un reparo (fiscal) enorme. Entonces andan buscando como asegurar su pago», comentó.
«Por otro lado está la financiera MERCAPITAL. Que es el brazo financiero del grupo (Mercon). Financian a los productores. En la página de Conami (la Comisión Nacional de Microfinancieras) hay una deuda acumulada de mas de 90 millones… y están con serios problemas, como CISA, por reparos de la DGI», dijo el empresario cafetalero.
Los productores alarmados y en zozobra
El problema del cierre de Mercon o Cisa Exportadora rebotó inmediatamente en los productores cafetaleros que vendían sus cosechas a esta compañía.
Mercon le compraba la producción de café a unos ocho mil caficultores, principalmente de los departamentos de Matagalpa y Nueva Segovia. Concentraba la comercialización de alrededor de un millón 200 mil quintales del «grano de oro», lo que significaba entre el 28% y el 32% del café que se produce en el país, lo que equivaldría a mover unos 90 millones de dólares.
«Esto se veía venir por la venta de Merco a otros inversionistas, pero nadie se imaginaba que iban a cerrar a las puertas de la cosecha», dijo un cafetalero matagalpino que también aceptó hablar bajo condición de mantener su identidad en reservas.
«Cisa tenía que ver con un tercio de la producción nacional, cerca de un millón de quintales. Eso está en toda la cadena, desde financiar renovación de cafetales, que habían productores que tenían crédito con ellos, estaban también en toda la cadena de acopio y comercialización, pero también los productores medianos y grandes, que son la minoría, pero son los que más producen café, en términos de volumen, muchos de ellos tenían fijado café a futuro con CISA en la bolsa de Nueva York, porque son contratos a futuro y a buenos precios. Esos también quedaron en un limbo», dice el productor.
Precio nacional del café, al suelo
El productor se muestra temeroso por el futuro de las ganancias que representará el café con la salida de CISA del mercado. «A nivel local, cuando tenés una empresa del tamaño de CISA acopiando café en un municipio, le está haciendo competencia a los otros grandes acopiadores. Entonces ellos estabilizan precios porque compiten por el café y se mantiene el precio de mercado en beneficio de los productores… Si se cierran todos esos acopios, bajo esa lógica de que ellos acopiaban un tercio de la producción nacional, todo ese café tendrá que ser acopiado por las otras empresas internacionales y lo más probable es que el (precio del) café vaya a la baja por que también ese café requiere de infraestructura para secado. Si esta empresa no logra abrir sus beneficios, ¿Dónde se va a acopiar y procesar ese millón de quintales? Tendría que irse a las otras empresas, y lo van a pagar más barato porque hay mucha oferta y además el productor anda desesperado queriendo vender su café».
Igualmente valora como un problema la falta de infraestructura para acopiar la producción que procesaba CISA. «Hay un problema que tiene que ver con la capacidad de las otras empresas exportadoras. Por ejemplo, Atlantic, que actualmente compra otro tercio de la producción nacional, tiene capacidad para acopiar unos 800 mil quintales, pero si ahora le viene una oferta de 300 mil quintales del millón de quintales que antes era de CISA, ¿con qué recursos los acopia, los tendrá a mano? Y si los beneficios no abren, si el San Carlos, de Sébaco; si el Rosita, de Ocotal; no abren, ¿en qué espacio van a procesar ese café, a qué bodega se va a ir a almacenar ese millón de quintales?» se preguntó el productor matagalpino, notablemente preocupado por el futuro de su esfuerzo.
«Ahorita los que se están haciendo “agua la boca” son los que acopian por la libre, fuera de las empresas y le venden a las empresas. Son intermediarios que compran a los productores y le venden a CISA o a Atlantic, ofrecen pagos más bajos y lo venden mejor a las empresas… Ellos pueden acopiar ahora más café y más barato y le sacarían más ganancias, porque ahora te van a decir, el quintal está a mil córdobas, pero yo te pago a 900, y eso va a golpear al productor», concluyó.