Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, basó su homilía de este domingo, ocho de octubre, en la parábola de Jesús, que habló de unos «viñadores malvados» que con violencia quisieron adueñarse de lo que le pertenecía.
En referencia a la historia bíblica, el jerarca dijo que existen dos «venenos mortales» para el ser humano, que son «el afán de poseer y la ambición de poder».
Noticia relacionada: Monseñor Báez: «Los crímenes cometidos por los verdugos deben ser llevados ante los tribunales»
«Cuando la ambición, la codicia sin límites y la avidez se apoderan de nuestro corazón, nos volvemos egoístas, insensibles, duros, capaces de usar hasta la violencia con tal de conservar y aumentar los propios bienes», aseveró el obispo, desde la iglesia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos.
A la vez recordó que «la ambición es un veneno para la vida humana y para la convivencia», y exhortó que «estemos atentos cuando nos empezamos a dejar llevar por la ambición de tener y tener cada vez más».
En cuanto a la ambición de poder, Báez afirmó que «casi siempre el afán de poseer va unido a la ambición de poder». «Estemos atentos cuando empiezan a surgir en nosotros deseos de imponernos sobre los demás. No somos dueños de ninguna persona ni de ningún pueblo», aconsejó.
En referencia a la represión que viven muchos países a causa de gobiernos represores, monseñor subrayó que «cuando en la sociedad el deseo enfermizo de poder se apodera de las personas las puede convertir en auténticos tiranos, que no dudan en convertir en ley sus oscuros y desquiciados deseos a través de regímenes de terror asentados en la agresividad y la violencia».
Noticia relacionada: Monseñor Báez critica a aquellos que «ansían poder y fama, sin importar los costos»
«La viña de la vida, que Dios nos ha encomendado con tanto amor, no debemos arruinarla con nuestros egoísmos y ambiciones, ni con nuestras violencias y agresividades. Disfrutar de la viña del Señor y trabajar en ella es un don y no hay derecho para que nos apoderemos de ella en modo irresponsable y enfermizo», exhortó.
«Además enfatizó que en lugar del veneno de la ambición, las personas deben dejar «que fluya (…) el agua fresca de la solidaridad y la caridad; en lugar del veneno del poder enfermizo, embellezcamos los campos del mundo con el servicio y la fraternidad».
En cuanto al pago que recibirán «los tiranos» por la agresión a los pueblos, el sacerdote afirmó que no se puede imponer el «ojo por ojo y diente por diente», ni mucho menos «ley del más fuerte, que casi siempre es el más malvado».
Pese a la imposición que ejercen los poderes déspotas, Báez afirmo que «no faltarán buenos viñadores que en lugar de devastar, cuiden con ternura; que en lugar de hacerse servir, sirvan a los demás; que, en lugar de expulsar al Hijo, crean en él y lo escuchen».