El Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (Calidh) presentó este miércoles, 20 de septiembre, su informe titulado «Cuerpos desgastados por la represión, salud y exilio de nicaragüenses».
La presentación virtual del informe, leída por el secretario ejecutivo de Calidh, Danny Ramírez-Ayérdiz, detalla que «lamentablemente» el exilio y la represión «han provocado profundos estragos en la población consultada».
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Resalta que con un grupo mayoritariamente de joven adulta a adulta madura, las afecciones y padecimientos de los que da cuenta este documento reflejan «con crudeza que casi toda la población exiliada está enferma».
«Los efectos postraumáticos de la represión y la inestabilidad emocional señalados por los encuestados como principal motivo de sus enfermedades, azota brutalmente a esos cuerpos que tienen que enfrentarse día con día con los rigores del exilio», subraya el informe.
Deterioro en la salud de los exiliados nicaragüenses
Por otra parte, Calidh enfatizó que el deterioro de la salud de los exiliados es sobre todo por la recepción de la violencia «extrema y potente» que el régimen de Daniel Ortega perpetró contra la población civil desde el 18 de abril de 2018.
En referencia a las afectaciones de salud que han presentado exreos políticos desterrados, como Kevin Solís y Carlos Valle, así como «Miguelito», hijo del exreo político Miguel Mora, el informe explicó que los problemas están relacionados con ansiedad, depresión, hipertensión y cardiopatías que aparecieron con la crisis política en Nicaragua.
«El Estado es consciente que su plan de represión incluye también un quebrantamiento generalizado de la salud psicofísica de los nicaragüenses, circunstancia que nos permite observar uno de los tantos lados del terrorismo de Estado y la profundidad de la crueldad que incluyen los crímenes de lesa humanidad», remarcó.
Calidh concluyó que ante las afectaciones emocionales y de salud de desterrados políticos y opositores que se han visto obligados al exilio, existe un «plan articulado y sistemático» de la dictadura orteguista de provocar «dolosamente» un deterioro generalizado de la salud de los nicaragüenses como parte de la imposición del terror y la violencia.
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Además indicó que el estrés postraumático y la ambivalencia emocional son las principales causas a las que los exiliados atribuyen tanto la aparición de nuevas enfermedades como el empeoramiento de las que aparecían antes del exilio.
En cuanto a la sensación general de bienestar en la salud, se encontró que antes de la represión casi el 90 % de los encuestados dijeron que
su salud era buena o regular, con el inicio de la represión en abril de 2018 este porcentaje descendió a 12.7 y el sentirse enfermo pasó a
casi el 90 %. Los porcentajes de la sensación general de bienestar prevalecen similares en el exilio.