En entrevista exclusiva con Artículo 66, el exsecretario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Paulo Abrão criticó el reciente discurso de odio del jefe del Ejército de Nicaragua, Julio César Avilés, en contra del periodismo independiente.
Durante la celebración del 44 aniversario de la institución castrense, el general calificó de «vividores y mercenarios de la información» a los periodistas, a la vez que le volvió a jurar lealtad a los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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Tras este nuevo ataque, el defensor de derechos humanos señaló que es «demasiado asintomático que el Ejército se meta en temas políticos», puesto que afirma que la tarea constitucional de la fuerza armada es la defensa nacional «y estos pronunciamientos constituyen un grave desvío de finalidad institucional».
«Las fuerzas armadas, para tener credibilidad, no deben meterse ni apoyar visiones políticas (…) Es una actitud que la desprestigia como órgano de Estado y que revela que están instrumentalizadas por un proyecto político», subrayó Abrão.
Nicaragua vive una «dictadura civil-militar»
En cuanto al rol de Ejercito de Nicaragua en la represión estatal, el experto en derechos humanos indicó que cuando la institución actúa para censurar y se suma abiertamente en la adopción de medidas autoritarias del gobierno, «la dictadura deja de ser una dictadura civil y pasa a ser una dictadura civil-militar».
Destacó, además, que ya se tenía conocimiento de elementos del involucramiento del Ejército en los actos represivos y en la coordinación con la Policía orteguista para implementar las medidas de restricciones a la libertad y del uso desproporcionado de la fuerza durante las masacres de 2018».
«Un régimen no se sostiene por tanto tiempo sin una convivencia con el Ejército. A partir de estas declaraciones públicas —de Avilés— ya no hay ninguna duda: la dictadura en Nicaragua es una dictadura cívico-militar» subrayó.
Avilés «en el rol de los perpetradores de derechos humanos»
Referente a la pregunta que si la arremetida del jefe del Ejército en contra de periodistas puede traerles consecuencias, Paulo Abrão explicó que estas amenazas «incluyen explícitamente al general Avilés en rol de los perpetradores de graves violaciones a los DDHH en Nicaragua».
También aseguró que Avilés «deberá ser incluido en el listado de aquellos identificados como violadores de las normas internacionales de derechos humanos, y por consecuencia, un día deberá responder en los tribunales internacionales».
«Ataque de Avilés califica la labor del periodismo independiente de Nicaragua»
En cuanto al trabajo de los periodistas nicaragüenses que siguen resistiendo, pese a la embestida de la dictadura orteguista, el abogado dijo que el ataque del general «califica la labor del periodismo independiente de Nicaragua».
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«Significa que están en su rumbo correcto: fiscalizar el poder público y denunciar sus abusos e ilegalidades. Si les atacan es porque están cumpliendo bien sus tareas», alentó Abrão.
El exsecretario de la CIDH recalcó que sin el periodismo independiente «no se construyen las posibilidades de derrota de las dictaduras. Ellos son una condición de posibilidad para la formación de una conciencia crítica hacia una transición democrática».
«Nicaragua vive una de las peores dictadura del mundo»
Por otra parte, el también analista afirmó que Nicaragua es una de las peores dictaduras del mundo, «la más totalitaria y restrictiva de la región» y que el proyecto de poder orteguista «pasa por controlar todos los sectores: académicos, sociales, religiosos, de la prensa, institucionales y políticos».
«Ese es el motivo de todas las medidas de control del régimen al cerrar las oenegés, prohibir los partidos de oposición, perseguir a sacerdotes críticos, cerrar las universidades libres, instrumentalizar el poder judicial y parlamentario, prohibir marchas publicas, expulsar a la oposición del país, criminalizar a los defensores de derechos humanos, detener arbitrariamente a los liderazgos críticos, confiscar y cerrar los medios independientes y atacar a los periodistas; así como controlar el Poder Judicial y la Fiscalía, entre otros ejemplos de autoritarismo extremo», remarcó.
Paulo Abrão concluyó aseverando que Nicaragua es un estado policial de excepción. «El papa Francisco tiene razón: estas son todas prácticas hitlerianas. Ninguna otra situación es comparable a la gravedad de lo que se vive en Nicaragua actualmente en la región, así que no veo en eso una situación de posibilidad de mayor represión, porque la mayor represión ya está en marcha y estos son apenas nuevos pasos en este escenario de acumulación de barbaries tras barbaries».