Hace poco más de cinco años, el 30 mayo de 2018, para ser precisos, aún con las detonaciones de balas como sonido ambiente, llantos y corre,corre de personas que habían participado en «la madre de todas las marchas», que fue disuelta a balazos por la Policía y paramilitares al servicio de dictadura, el rector de la Universidad Centroamericana (UCA) en ese entonces, el padre José Alberto Idiáquez, lanzó una advertencia que bien podría ser tomada como una «profecía»: Ortega y Murillo son «salvajes e irracionales están dispuestos a matarnos».
Fue una dura acusación y advertencia que los dictadores de Nicaragua no le perdonaron al sacerdote rector ni a la orden religiosa a la que pertenece, los jesuitas, que finalmente fueron despojados de la UCA, de todos los bienes y hasta de la personería jurídica. Fueron ilegalizados.
Ortega y Murillo desplegaron todo su odio contra la orden sacerdotal jesuita porque no le iban a perdonar a los religiosos que hayan mantenido una posición anti dictadura y menos que el rector de la UCA, para el 2018, los hubiera señalado como lo que son: «salvajes e irracionales».
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Es por ello que aquellas declaraciones del padre Idiáquez, ahora desterrado por la dictadura, cobran vigencia, porque resaltó en aquel momento que Nicaragua estaba triste y enlutada «por el capricho de dos personas que están clarísimo que ya no pueden gobernar en este país, pero bueno, están dispuestos a terminar con este pueblo», advirtió el sacerdote cuando la rebelión apenas llevaba un mes.
Idiáquez, desde aquellos momentos, señaló a los dictadores de no tener voluntad de resolver los conflictos sociales por la vía del diálogo, porque no tienen «voluntad política, ni voluntad cristiana», efectivamente, Ortega nunca cumplió con lo acordado en los dos intentos de diálogo que se celebraron en el país. En uno de ellos participó el sacerdote Idiáquez.
«Esto es una salvajada, es irracional, no hay manera de explicar esto, da la impresión que el Gobierno está dispuesto a matarnos», dijo el rector de la UCA a medios de comunicación la tarde de aquel fatídico 30 de mayo, cuando el Gobierno cumplió con su amenaza de «vamos con todo», orden que se le atribuye a la vicedictadora, Rosario Murillo, y que significó la orden de abrir fuego a matar contra manifestantes desarmados.
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El religioso jesuita, ahora desterrado por la dictadura, criticó la «masacre» cometida por la dictadura durante los meses que duró la rebelión de 2018 y acusó directamente al régimen de cometer «desapariciones, torturas» y de derramar sangre del pueblo por «el capricho y el aferramiento (al poder) de dos personas (Ortega y Murillo)».
El padre José Alberto Idiáquez nació en Nicaragua en 1958, es graduado en Filosofía y Ciencias Sociales por el Instituto Libre de Filosofía y Ciencias de la Compañía de Jesús, en México. También cuenta con dos maestrías, una en Teología, hecha en la UCA de El Salvador, y otra en Antropología Social, en la Universidad de Austin, Texas. En 2001, fue seleccionado como Superior Provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica.