El rector de la jesuita Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador (UCA El Salvador), padre Andreu Oliva, manifestó que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo tiene una «gran tendencia totalitaria» y que la confiscación de la universidad jesuita de Managua obedece a un ataque en contra de la Iglesia católica y del libre pensamiento en Nicaragua.
«Siempre ha querido tener el control de la universidad y someterla a sus dictados, pero como se ha negado, pues la acusa de terrorismo, de menoscabar la integridad nacional y de no realizar las tareas propias de la educación superior, lo cual es absolutamente falso», dijo el sacerdote en una entrevista con el semanario Alfa y Omega del Arzobispado de Madrid.
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La Compañía de Jesús teme que la orden religiosa sea expulsada del país, debido al trabajo que realizan, tanto en los colegios Centroamérica y Loyola de Managua, como en las escuelas de educación para sectores populares «Fe y Alegría».
«Pues no sabemos hasta dónde son capaces de llegar (los Ortega-Murillo) Esperemos que eso no ocurra, porque tenemos otros trabajos importantes, como es Fe y Alegría —con la que llevamos educación a los sectores populares del país—, o los colegios Centroamérica y Loyola, que tienen una amplia y larga tradición de enseñanza en valores cristianos y con unos altos niveles educativos. Si nos expulsaran se perdería la posibilidad de seguir educando a la juventud nicaragüense», indicó el rector de la UCA de El Salvador.
El padre Oliva manifestó que si bien saben que es “muy difícil” que el régimen retorne la universidad a los jesuitas manifestó que la esperanza de la Compañía de Jesús es que la medida algún día «sea revertida».
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«Es muy difícil, pero esperamos que algún día se revierta porque es una medida totalmente inconstitucional, ilegal e ilegítima contra la universidad. Por tanto, nuestro deber es exigir que haya también justicia. No se puede permitir que se atropellen los derechos de esta manera, ni los de la UCA ni los de las otras universidades que también han cerrado. Es un abuso total contra las instituciones que nos dedicamos a la educación superior», denunció el sacerdote.
Para el religioso y académico, si bien existen diferencias en el desenlace de los acontecimientos, existe una paralelismo entre el acoso que sufrió la UCA de El Salvador previo al asesinato de seis sacerdotes jesuitas por parte de un comando militar de extrema derecha en noviembre de 1989, y la confiscación de la universidad de la Compañía de Jesús en Nicaragua que ha realizado el régimen de Ortega y Murillo.
«Vemos una misma actitud de parte del poder actual en Nicaragua, y del poder entonces en El Salvador, por querer callar a una universidad, por impedir el trabajo honesto y serio que busca la calidad educativa, por la búsqueda de la verdad desde la independencia y la libertad, por la contribución a la ciencia y al análisis y a la reflexión de la realidad. Desde esa perspectiva, creemos que se están buscando los mismos fines. En Nicaragua, al igual que ocurrió aquí en la UCA de El Salvador, ya llevan muchos años de acoso del Gobierno (…) Ha sido una larga política de acoso que ha terminado de esta manera tan triste, con la incautación de todos los bienes y el cierre de la universidad», deploró el padre Oliva.
«Los echaron a la calle»
El padre Andreu Oliva también explicó la situación en la que se encuentran los sacerdotes jesuitas que vivían en Villa El Carmen, su histórica residencia sacerdotal situada detrás del campus de la UCA de Nicaragua.
El religioso manifestó que los jesuitas se encuentran bien, a la espera de una «solución definitiva» y expresó su dolor por la forma que procedieron las autoridades orteguistas al desalojar a sus compañeros de la Compañía de Jesús.
«La comunidad (de jesuitas) vivía en una casa contigua a la universidad, propiedad de la Compañía de Jesús. El sábado por la tarde (19 de agosto) llegaron varios policías y funcionarios judiciales y echaron a todos a la calle. Les obligaron a salir de la casa. La comunidad se fue a buscar otro lugar donde poder pasar unos días antes de encontrar una solución más estable. Sabemos que están bien, pero es algo muy doloroso que te expulsen y te quiten tu propia casa», lamentó Oliva en la entrevista con Alfa y Omega.