En su homilía de este 23 de julio, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, retomó el evangelio de Mateo de este domingo para destacar que la parábola bíblica del trigo y la cizaña refleja una verdad profunda en la historia del mundo. De acuerdo con el religioso, en esta parábola, se ilustra cómo el bien y el mal coexisten, debido a que a lo largo del tiempo se han hecho «muchos esfuerzos por conseguir la paz y por cuidar en modo responsable del planeta (…) y al mismo tiempo hay gente injusta y ambiciosa que daña a los demás».
«Esta parábola enseña que en la vida no todo es blanco y negro. Lo positivo y lo negativo, el bien y el mal, la mentira y la verdad, la justicia y la injusticia se entremezclan en la historia. También el reino de Dios, anunciado por Jesús, crece a la sombra de la injusticia, de la incredulidad y del pecado», subrayó el prelado.
En referencia al contexto social, Báez dijo que «los poderosos actúan en modo irracional, injusto y malvado; al mismo tiempo, en nuestra misma sociedad hay quienes sueñan y luchan en favor de la justicia, del bien, de la libertad y de la paz».
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«En los mismos grupos que luchan por un cambio social hay personas transparentes y dialogantes, pero las hay también egoístas y arrogantes. La parábola del trigo y la cizaña es una magnífica lección de optimismo y realismo. No debemos caer en la desesperanza ante el aparente triunfo de los injustos, ni dejar de luchar en favor del bien y la verdad a pesar de tantos intentos fallidos», añadió.
Asimismo, señaló que frente a la «misteriosa convivencia de trigo y cizaña, del mal y bien en la historia», los seres humanos pueden caer en la «tentación de la impaciencia», como los que querrían arrancar la cizaña en la parábola.
«La impaciencia histórica nos puede llenar de pesimismo y de intolerancia, que en el peor de los casos lleva a combatir el mal con el mal. Es necesario educarnos en la paciencia de Dios y en sus tiempos, que nunca son los nuestros. Dios no destruye a sus enemigos ni se impacienta airado frente al mal que cometemos, sino que actúa siempre con bondad y justicia, con una eficacia infinitamente superior a la de las fuerzas del mal», resaltó.
Monseñor Silvio Báez también indicó que esta parábola invita a la población a «ser pacientes» con ellos mismos, a saber aceptar sus límites con serenidad y sus defectos con humildad. «Nadie es perfecto, ni nadie está libre de egoísmos, arrebatos de cólera o malos deseos. El bien y el mal, la madurez y la mezquindad conviven en nuestro corazón», apuntó.
«Como discípulos de Jesús estamos llamado a ver la vida con lucidez, llamar las cosas por su nombre, denunciar el mal y luchar por la verdad y la justicia. Lo que no podemos es ser intolerantes, dejarnos cegar por las emociones, emitir juicios temerarios o actuar con precipitación irresponsable», precisó.
«Aunque el trigo y la cizaña crezcan siempre juntos en la historia, debemos confiar en el bien y en la fuerza de Dios quien al final triunfará sobre todas las manifestaciones del mal. Dios nos asegura una cosecha abundante de trigo bueno y de vida plena. El Reino de Dios crece a la sombra del mal y del pecado. Vivamos siempre animados por la firme esperanza en el triunfo de la cosecha de Dios», agregó.
Desde 2018, Nicaragua ha enfrentado una profunda crisis social y política tras el inicio de las protestas cívicas. En este contexto, el gobierno liderado por Daniel Ortega ha adoptado por el autoritarismo y la represión, buscando neutralizar y apartar a cualquier individuo o grupo que represente una amenaza a su dominio y aspiraciones de mantenerse en el poder.
El clima de represión y la falta de espacios para la libre expresión han llevado a un deterioro de los derechos civiles y políticos en el país, lo que ha aumentado la inestabilidad y ha generado un ambiente de incertidumbre entre la población. Asimismo, esta dinámica dictatorial ha obligado a miles de nicaragüenses opositores y afines al gobierno sandinista a dejar el país.
Además, la huida de los simpatizantes de Ortega ha llevado al régimen a imponer restricciones de viaje a los funcionarios públicos, obligando a pedir permiso al dictador y demostrar los motivos del desplazamiento. Estas medidas han avivado pugnas dentro del partido gobernante, ya que algunos miembros cuestionan y discrepan sobre las decisiones tomadas por su líder.