Este jueves, 13 de julio, se cumplen cinco a años del ataque armado en contra de estudiantes universitarios que se refugiaron en la iglesia Divina Misericordia, tras ser sacados a balazos de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) donde estuvieron atrincherados por más de tres meses.
De acuerdo con los testimonios de las víctimas, el operativo fue ejecutado por paramilitares, miembros de la Policía Nacional y de la Juventud Sandinista (JS), quienes portaban armamento de guerra y su objetivo era «limpiar» el recinto, a cualquier costo.
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El templo religioso se encuentra a unas pocas cuadras del campus. Según relatan los sobrevivientes, la iglesia abrió sus puertas para refugiar a los jóvenes que se corrían de la balacera. Fueron más de 14 horas de ataque masivo que recibieron los estudiantes entre el 13 y 14 de julio del 2018. Hasta el día de hoy, las huella de esa embestida al templo siguen visibles.
Susana López, madre del estudiante universitario Gerald Vásquez, asesinado de un disparo en la cabeza durante el ataque a la UNAN-Managua, expresó a Artículo 66 que a cinco años del crimen ella sigue «firme en la ruta de la justicia y para que los crímenes de lesa humanidad no queden en la impunidad».
Agregó que al llegar esta fecha conmemorativa existe un sentimiento de tristeza porque el Gobierno de Ortega no solo le asesinó a su hijo, sino que el 26 de mayo de este año le destruyó la tumba donde descansan sus restos.
«Como madre de Gerald Vásquez sigo firme hasta que el Estado de Nicaragua se haga responsable por todos los crímenes. Además, sabemos que tenemos el apoyo incondicional de organismos de derechos humanos, que demuestran que Nicaragua no ha quedado en el olvido», subrayó.
«No dio tiempo de entregar la Universidad»
Por su parte, Nidia Monterrey, sobreviviente del ataque a la Divina Misericordia, relató que a través de las noticias y de la visita de sacerdotes de la Conferencia Episcopal de Nicaragua supieron que serían sacados de la UNAN, por lo que estaban dispuestos a entregar el recinto, sin embargo no les dio tiempo de hacerlo de manera formal, debido al ataque armado del régimen orteguista.
«Queríamos entregar la Universidad, haciendo un acto bonito; demostrando cómo quedaban las instalaciones. Es cierto que la UNAN tenía ciertos daños porque habían paredes pintadas, pero es falso lo que los paramilitares y el gobierno mostró, esos daños no lo hicimos nosotros, ya que cuidamos toda la universidad», narró.
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Una vez huyendo de la UNAN y refugiándose en la iglesia Divina Misericordia, Nidia Monterrey contó que las autoridades eclesiásticas abrieron las puertas del templo para que pudieran refugiarse.
«Movimos todas las bancas de la iglesia, las pusimos en forma de casita para podernos meter debajo. Sin embargo, cuando los disparos atravesaban los vidrios, nos empezamos a cuestionar cómo nos pondríamos cuando entraran —los paramilitares— disparando, porque sabíamos que tenían orden de matarnos», relató conmovida Monterrey.
Luego de más de 14 horas del ataque, los universitarios pudieron salir del templo, con apoyo de la Iglesia católica. Antes fueron obligados a salir con los rostros descubiertos y con las ventanas de los buses abiertas, mientras eran «saludados» por los hombres armados que los atacaron.
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«Esto es un dolor que se carga en el pecho y en el recuerdo de todos los seres queridos», dijo Monterrey, quien recuerda a los dos jóvenes asesinados, Gerald Vásquez y Francisco Flores.
Para el exreo político Juan Sebastián Chamorro, el ataque a la iglesia de la Divina Misericordia «fue una muestra que la dictadura de Ortega era capaz de todo».
«Los cobardes ataques a la Iglesia se contrastan con la valentía de los Obispos Álvarez y Báez y la Fe de un pueblo entero que aborrece a la tiranía», manifestó el exaspirante presidencial.
Mientras que el periodista y desterrado político Miguel Mendoza señaló que «a cinco años de la masacre en la UNAN y el ataque a la Divina Misericordia por fuerzas paramilitares y guardias sandinistas, los familiares de los asesinados, como Gerald Vásquez, siguen reclamando justicia». Hasta la fecha ese delito, al igual que todos los cometidos en 2018, siguen en la impunidad.