El vicario foráneo de Masaya, el padre Bismark Conde, ya no seguirá ocupando la silla parroquial de la Iglesia Santa María Magdalena del barrio heroico de Monimbó, luego que este pasado 11 de junio, el Cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, nombrara al nuevo administrador y párroco de este templo católico; el padre Alberto Mercado.
El nombramiento ocurre casi tres meses después de la salida al exilio del sacerdote Pedro Méndez, antiguo párroco de esta Iglesia, de Masaya, quien tuvo que abandonar su cargo para ser resguardado con ayuda de los feligreses y de las mismas autoridades religiosas, ante las amenazas de cárcel del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Mediante un comunicado, la Arquidiócesis de Managua orientó este domingo varios cambios en diferentes parroquias de Managua, Masaya y Carazo, entre las que destaca; la designación del párroco y vicario de la iglesia Santa María Magdalena, misma que estaba bajo el liderazgo del padre Conde. Este religioso habría asumido la dirección de esta comunidad religiosa desde finales del pasado mes de marzo, ante la ausencia de un administrador parroquial.
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El cardenal Brenes anunció que el padre Alberto Mercado, actualmente titular de la parroquia San Judas Tadeo en Managua, asumirá la iglesia Santa María Magdalena, de Monimbó, junto al presbítero Andrés Maya, quien fungía como vicario en la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús.
Templo asediado
El padre Mercado asumiría una nueva misión pastoral en la ciudad de Masaya en un contexto de asedio, persecución y acusaciones falsas en contra de la Iglesia católica y sus autoridades, sobre todo, en medio de la reciente destitución del comisionado sandinista Pedro Argueta, quien no habría durado ni un mes en su cargo.
Los presbíteros asumirán la administración parroquial de la iglesia Santa María Magdalena, a 11 semanas de la salida del párroco Pedro Méndez, quien era asediado y hostigado por el ahora destituido comisionado de Masaya, el orteguista Juan Valle Valle.
Durante la tercera semana del pasado mes de marzo, los rumores de la salida inmediata del padre Méndez de la iglesia de Monimbó, alarmaron a la feligresía, quienes de inmediato pidieron oración y ayuno por la persecución a la iglesia católica y sus sacerdotes. El religioso habría abandonado su parroquia ante el temor de ser secuestrado.
Días antes de su partida, la Policía le negó al sacerdote realizar una procesión en honor a las fiestas de San Lázaro, una de las más concurridas y pintorescas de esta ciudad. Aunque en un inicio se creía que las amenazas de cárcel se originaron debido a este acontecimiento, días después se confirmó que todo sucedió tras haber convocado a oración por la libertad del obispo de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez.
El religioso católico habría solicitado a la feligresía realizar una jornada de oración y ayuno por el obispo Álvarez, quien purga una condena de 26 años de cárcel y permanece en aislamiento por órdenes del dictador Ortega.
Asedio, ataques y amenazas
Desde 2018 la iglesia de Monimbó, al igual que el cura que la administraba, habría sido víctima de violencia y profanación, pues en julio de ese año tras el inicio de las manifestaciones antigubernamentales en todo el país, la parroquia fue brutalmente atacada durante la llamada «operación limpieza» que dejó más de 300 muertos.
Desde entonces, cada 17 de julio la comunidad religiosa conmemora un aniversario más del ataque al templo religioso de Monimbó, el cual recibió múltiples disparos de paramilitares que dañaron la infraestructura de la iglesia, mientras el padre Méndez era fuertemente golpeado por civiles encapuchados y policías, quienes ingresaron a la parroquia con lujo de violencia.
El 7 de noviembre de 2021, durante la «farsa electoral» en la que Daniel Ortega y Rosario Murillo se adjudicaron la Presidencia y Vicepresidencia de Nicaragua, el padre Méndez habría resonado en todo el país al difundirse en redes sociales varias fotografías del altar mayor de la iglesia Santa María Magdalena, en las que aparecía una manta con un mensaje de rechazo a las votaciones generales.
«Nuestro dactilar estará limpio por la iglesia perseguida; porque los obispos y sacerdotes no somos hijos del diablo, ni golpistas, ni terroristas; por los encarcelados, exiliados y desempleados; por los que han muerto pidiendo libertad», se leía en la manta.
Por Voces Unidas
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