La agencia calificadora de riesgos crediticios Fitch Ratings valoró que Nicaragua, bajo la administración de Daniel Ortega y Rosario Murillo, sigue siendo un país de alto riesgo para acceder a créditos internacionales, por lo que decidió mantenerle la calificación B-, la más baja que otorga la casa experta, tan baja que es considerada categoría «basura».
No obstante, la agencia consideró pertinente el cambio de «perspectiva», la que revaloró de «estable a positiva», tomando en cuenta el impacto que han tenido en la economía las remesas. Es decir, los migrantes que han huido de la crisis política y social del país, le mejoraron la perspectiva crediticia al régimen Ortega-Murillo.
Fitch Ratings reconoció que la administración Ortega-Murillo ha mostrado disciplina fiscal, pero tomó en cuenta que el salvavidas importante para que la economía nacional se mueva han sido las remesas, no la generación de riquezas producto de estrategias micro o macroeconómicas implementadas por Gobierno.
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La noticia de revaloración de la perspectiva crediticia ha generado triunfalismo en la administración Ortega-Murillo, al punto que mandaron a publicar, con despliegue en sus medios de la propaganda oficial, una nota de prensa del Banco Central de Nicaragua (BCN), tratando de hacer ver como un gran logro el mantenerse en la calificación basura, pero con perspectiva positiva.
El informe de Fitch, indica que esta calificación podría desmejorarse si «ocurren acontecimientos políticos que perjudiquen severamente los flujos comerciales y de inversión, el financiamiento externo y las perspectivas de crecimiento». Uno de esos percances para la dictadura Ortega-Murillo podría ser «el endurecimiento de las sanciones internacionales».
Otro riesgo de que la calificación de Nicaragua se vaya hasta el fondo nuevamente es que haya una desviación de la política que resulta en el «agotamiento de las reservas financieras y aumente las vulnerabilidades macroeconómicas».
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Mientras que, si Ortega quiere sacar la calificación crediticia de Nicaragua del bote de la basura, debe generar crecimiento económico continuo, afianzar la estabilidad macroeconómica y reducir la inflación.
Y algo importante: «diversificación de fuentes de financiamiento externo, así como mejorar el clima de negocios, reducción de los riesgos políticos, a la baja debido a la reducción de las tensiones internacionales, y el desmantelamiento de las sanciones». Una tarea difícil para la dictadura que cada día se hunde más en sus relaciones internacionales.