La calificación crediticia de Nicaragua, ubicada en B-, con «perspectiva positiva», la más baja que existe según la agencia calificadora de riesgos Fitch Ratings, no se va a mejorar mientras el país viva bajo la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, y eso traerá consecuencias negativas, valoró el economista en el exilio Douglas Castro.
Para el analista económico, la tarea que deberá enfrentar la dictadura Ortega-Murillo, si es que quiere salir de la calificación considerada «basura», en cuanto a riesgos crediticios, es muy difícil de cumplir para ellos, precisamente «por ser una dictadura» y no observan principios democráticos necesarios para resolver la falta de credibilidad del país en cuanto a capacidad de honrrar sus deudas internacionales.
«La dictadura deberá enfrentar los problemas fundamentales que han provocado la disminución de su calificación. Esto incluye la implementación de reformas que mejoren la estabilidad política, el clima empresarial y la reducción del endeudamiento», explica el economista. Asimismo, agrega el analista, «tienen que diversificar sus fuentes de financiamiento externo y disminuir su dependencia de las remesas, lo cual es extremadamente difícil».
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Para Castro, es fundamental la democratización del país «porque la inestabilidad política, así como el aislamiento internacional y las sanciones económicas, difícilmente podrán tener solución mientras el país viva bajo una dictadura tan radicalizada como la de Ortega y Murillo».
Asimismo, el economista les advirtió a las autoridades financieras del país a no tomarse a la ligera una baja calificación crediticia internacional, pues eso podría resultar en «aumento del costo de endeudamiento, porque los inversores exigirán una prima de riesgo más alta para prestar dinero a un país como Nicaragua con una calificación así de baja».
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Además, esa baja calificación «puede disuadir a los inversores extranjeros, porque indica un mayor riesgo de incumplimiento de la deuda. También podría tener impacto negativo en el valor del córdoba y provoque una mayor incertidumbre», señaló.
Además, según Castro, se podría ver afectada negativamente «la confianza de los consumidores, lo que podría obstaculizar aún más el crecimiento económico».