Ni las mismas militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) ven con agrado la forma, en que el régimen que han defendido, se adueñó de los bienes de la Fundación María Cavalleri, en Matagalpa. «No era necesario, esas mujeres servían a la comunidad, así fuera uno sandinista o no», señaló una de ellas.
Lo que tampoco les causó gracia es que la dictadura le haya puesto el nombre de «Las Mujeres del Cuá». «Quienes conocen la historia, saben que esas mujeres eran humildes, honradas, que murieron así algunas porque nunca pidieron nada. Eran sandinistas de corazón, de principios», sostuvo otra militante, que exige se le proteja la identidad para evitarse «purgas y cárcel» de su mismo partido.
«Ahí los compañeros están mal», resaltaron las militantes sandinistas, quienes explicaron que los comunitarios de Molino Norte, que eran los primeros beneficiados con el trabajo de la oenegé, están inconformes con el robo.
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«Es echarse a la gente de enemigo por gusto, faltó tacto, yo creí que iban a llamar a las mujeres de la fundación y negociar. Entenderse. No que las asaltan», criticó una mujer que nació en una familia sandinista y no conoce en 37 años otra forma de pensar en su casa que la ligada al proyecto rojinegro.

La Fundación María Cavalleri operaba en Matagalpa desde hace un poco más de 20 años, en el kilómetro 135 de la carretera Matagalpa-Jinotega. El colectivo que la administraba dijo que funcionaban en una finca de 30 manzanas de tierra que ahora está en manos de la dictadura.
Lo que la comunidad siente que pierde
Para las comunitarias nada volverá a ser igual. La fundación había puesto para ellas un centro de capacitación para el liderazgo y la promoción de la salud comunitaria; funcionaba el Colectivo de Mujeres Tejedoras, el molino para granos secos y húmedos y la biblioteca abierta para niños de primaria y preescolar.
A ello, hay que sumarle los huertos de hortalizas y criaderos de aves, y de otros animales domésticos como conejos y pelibuey para su misma subsistencia.
Por medio de un comunicado, las directivas de la fundación denunciaron hace dos semanas el nuevo acto abusivo e ilegal del régimen. El pasado sábado, 20 de mayo, la propiedad fue allanada por policías y civiles armados.

«Hoy se apropian de una propiedad legal que beneficia a todas las personas y al medio ambiente, es una violación a nuestro cuerpo, territorio, a nuestros derechos de ser y existir de forma coherente y armoniosa», reaccionaron las dirigentes de la fundación.
«Es una violación al aporte de construir colectivamente en beneficio de todas las personas y de este territorio-país», protestaron en el escrito, recordando que primero de junio del 2022, hace un año, la Asamblea Nacional de Nicaragua les canceló la personería jurídica, bajo falsos argumentos.
«Tremenda injusticia»
Desde la cancelación de su personalidad jurídica, el espacio fue cerrado a la comunidad impidiendo cualquier actividad con la niñez, mujeres o población en general.
Diferentes movimientos sociales mostraron su solidaridad con la fundación expropiada, igual lo hicieron organizaciones, también confiscadas como Radio Vos y el Colectivo de Mujeres de Matagalpa, calificando el hecho como un «nuevo atropello a los derechos de la ciudadanía matagalpina».
Por su lado, activistas de los derechos humanos de las mujeres tildaron la expropiación como «tremenda injusticia». «Se trata de un espacio que transmite vida, amor, cuidados, colaboración, arte, creatividad que ha dado y recibido tanto, es un robo intolerable», criticó una de ellas.
Las directivas afirmaron que esta violación a sus derechos «no será para siempre». «Esperamos que antes que lo destruyan, la dictadura caiga y Nicaragua vuelva a vivir en libertad. Abrazos compañeras», se despidieron.
Por Voces Unidas