Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, permanece encarcelado en la celda 19 del módulo 3-1 del espacio de máxima seguridad, del Sistema Penitenciario Jorge Navarro, en Managua; así lo reveló una fuente del penal al medio digital Divergentes.
La fuente carcelaria detalló al medio de comunicación que el líder religioso está en «El Infiernillo», uno de los seis módulos que hay en el espacio de máxima seguridad llamada la 300, porque allí alcanzan 300 reos aproximadamente, en unas 156 celdas. La celda de monseñor es igual a la de los demás reos: de tres metros de largo por tres de ancho, con dos catres cada una y un hoyo para que los reos hagan sus necesidades.
«La particularidad con el Infiernillo es la posición de las celdas, ubicadas de norte a sur, recibiendo el sol todo el día y sin espacio para que corra el aire. Se siente un calor asfixiante de más de 40 grados centígrados, según los reos que han estado en el lugar», detalla la nota de Divergentes.
Aislamiento total
De acuerdo con la fuente, el obispo de Matagalpa se encuentra vigilado por guardas las 24 horas del día y su celda es requisada a diario para «evitar cualquier comunicación con los demás reclusos de La Modelo».
«Monseñor (Álvarez) recibe un trato preferencial en comparación con los demás reos de la 300», señaló la fuente. El religioso recibe atención médica al menos dos veces al día, le permiten paquetería (que su familia le lleve paquetes) y le dan actividad de sol. «Le toman fotos casi a diario para tener evidencia de que supuestamente se encuentra en buenas condiciones de salud», añadió.
El líder religioso permanece recluido en la cárcel «La Modelo», en Tipitapa, desde el pasado nueve de febrero, fecha en que se negó a ser desterrado, junto a otros 222 exreos políticos, hacia Estados Unidos.
La única visita que ha recibido el obispo de la Diócesis de Matagalpa fue el sábado, 25 de marzo, cuando la dictadura de Ortega Murillo permitió la visita de sus dos hermanos y lo exhibió en fotografías y vídeos a través de sus medios de propaganda.
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Este miércoles, se cumplen 53 días desde la última vez que el régimen mostró públicamente a monseñor Álvarez, quien acumula 272 días como reo de conciencia.
Para el abogado Juan Diego Barberena, el silencio de la dictadura sobre la situación del obispo tiene como objetivo «mantener el terror y la incertidumbre de su familia y de toda la sociedad que está expectante sobre monseñor Álvarez, incertidumbre que también se traduce en temor que la dictadura ha impuesto».
«Es también un reflejo de la persecución religiosa que se vive en el país y sobre todo de la violación al derecho a profesar libremente la fe», aseguró Barberena a Artículo 66.
Alexa Zamora, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), también señaló que «este acto arbitrario de encarcelar y mantener en condiciones de aislamiento a monseñor trae consigo un alto costo político para el régimen, que si bien es cierto siempre ha hecho énfasis en que no le interesa la postura de la comunidad internacional, es un hecho que puede desencadenar no solamente nuevas posturas y cambios entre los pocos aliados que aún le queda al régimen y de gobiernos que aún guardan silencio tanto como de sus mismos seguidores».
La líder opositora, además, remarcó que el aislamiento en que la dictadura orteguista mantiene al obispo Álvarez «debería de ser una gran alerta roja para la comunidad internacional en términos de movilizar la voluntad política para salvaguardar la vida y la integridad de monseñor».
Por su parte, el analista político Eliseo Núñez subrayó que el tema del obispo Álvarez, para el dictador Daniel Ortega «es un tema de saña personal».
La pareja presidencial «mira a monseñor Álvarez no solo como alguien que los denuncia, los desnuda, los pone básicamente en problemas con su predica, sino que también lo miran como una competencia porque al final del día ellos están tratando de implantar una especie de nueva religión en Nicaragua, en donde ellos son los intermediarios con Dios y el lenguaje de Rosario y que ellos ocupan está encaminado a eso», dijo el opositor a Artículo 66.
«Es algo que raya en la locura, pero no una locura que exime de responsabilidad a quien lo comete, sino una locura con saña, una locura que hace daño y monseñor Rolando Álvarez está siendo una víctima de esto», agregó.