El jueves, 16 de mayo de 2019, amaneció brillante, caliente, tanto que el calor desde muy temprano se sentía sofocante en la galería 16 M, de la Cárcel Modelo, en Tipitapa. Nadie sospechaba que la calurosa calma de esa mañana era el presagio de lo que se venía. Un disparo asesino salido del arma de uno de los carceleros de la dictadura de Daniel Ortega le arrebataría la vida ese día a Eddy Montes Praslin, un asesinato que, como los 355 cometidos por policías y paramilitares bajo órdenes de los Ortega-Murillo, cuatro años después, sigue impune.
Se cumple el cuarto aniversario de ese asesinato y hasta ahora, las autoridades penitenciarias no han dicho una palabra sobre el crimen, pese a que Montes recibió un disparo dentro del perímetro de seguridad del penal, que además estaba rodeado por decenas de guardias.
El día de su asesinato, don Eddy, como lo llamaban cariñosamente sus compañeros de encierro, inició su rutina diaria conversando con sus compañeros de prisión, todos presos políticos de la dictadura. «Era platicón, muy afable y sobre todo sabía escuchar a los demás», lo recuerda el exreo político Nahiroby Olivas, uno de los que lo conoció de cerca en la prisión. Montes gozaba de simpatía y respeto en el grupo de reos de conciencia.
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Ese jueves, recuerda Olivas, todos estaban en sus propias actividades, unos platicando, otros jugando y unos más, caminando por el pasillo o por el área de sol de la cárcel, cuando a eso de las 11 de la mañana, notaron que tropas penitenciarias antimotines, junto a custodias, empezaron a rodear la galería, iban armados con fusiles AK-M, algunos con aditamentos para disparar gases lacrimógenos, otros con escopetas de balas de goma. La guardia iba lista para reprimir.
Un grupo de unos 95 presos políticos, la mayoría muchachos, encarcelados por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo tras las protestas sociales de 2018, se dispusieron a defenderse de lo que sabían sería una golpiza segura. No obstante, Eddy Montes, con la madurez y serenidad que lo caracterizaba, junto a otro grupo de líderes, decidieron intentar una mediación para evitar un enfrentamiento violento entre presos políticos y carceleros. Fue en vano. La guardia iba decidida a repartir violencia.
Entre las 11:00 de la mañana y las 2:00 de la tarde, aproximadamente, recuerda Nahiroby, hubo un ir y venir de Eddy Montés, intentando que la guardia orteguista desistiera del ataque contra los reos. No lo logró. A esa hora empezó la ofensiva de los esbirros y la resistencia de los presos políticos.
«Nosotros resistíamos con lo que teníamos a mano, piedras, varillas de hierro y grito de viva Nicaragua, mientras los guardias lanzaban gases lacrimógenos, disparaban balas de goma y balas de combate (plomo)», recuerda el joven exreo de conciencia, ahora desde el exilio.
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A eso de las tres de la tarde, más o menos, tras el sonido de un disparo, Eddy Montes cayó. Fue socorrido de inmediato por sus compañeros, pero cuando lo levantaron notaron que manaba mucha sangre. El disparo había sido mortal.
Lo evacuaron hacia otro lugar y en se momento, los guardias orteguistas arrecieron el ataque y logran entrar al área que defendían los presos políticos. Lo que siguió después fue horrible, tal como lo recuerda Olivas. Golpes, gritos ofensivos, patadas, culatazos… «La guardia nos redujo con la mayor violencia. Nos tiraron al suelo a todos y nos golpearos de todas formas», narra el joven ahora en Estados Unidos.
Eddy Montes Praslin, originario de Matagalpa, poseía la nacionalidad estadounidense y tenía 57 años al momento de ser asesinado. Fue capturado por la Policía orteguista en su ciudad de origen, en octubre de 2018.
Tras participar en las protestas iniciadas en abril de ese año, la dictadura lo acusó de robo agravado, entorpecimiento de servicios públicos e incendio. Delitos fabricados por la Fiscal del régimen para criminalizar a los manifestantes que demandaron el fin de la dictadura de Ortega.
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Hasta hoy, la muerte del reo de conciencia sigue impune. Nunca las autoridades del penal, mucho menos el régimen de Daniel Ortega ha realizado una investigación para esclarecer el asesinato. El director del penal Jorge Navarro (La Modelo), en el momento del asesinato de Montes, según referencia de algunos presos políticos, era el alcaide Venancio Alanís, quien lejos de ser investigado más bien fue ascendido a subprefecto por el dictador Ortega.
«Mi papá no peleó por poder, fama o dinero, él estaba buscando un gobierno justo y democrático. Mi padre era un hombre cristiano. Hablaba de Dios, es por eso que yo pido que con fe sigamos unidos», expresó la hija de Montes cuando su padre cumplió dos años de asesinado.
En el cuarto aniversario del asesinato de Montes, organizaciones defensoras y dirigentes opositores lo han recordado exigiendo justicia par él y para todas las víctimas de los Ortega-Murillo, señalados de cometer crímenes de lesa humanidad. En las cárceles de la dictadura de Ortega han muerto dos presos políticos, además de Montes, que fue asesinado, el general en retiro y líder opositor, Hugo Torres Jimenes, quien perdió la vida por falta de atención médica oportuna.